La policía ocupa la "aldea democrática" de China

Las autoridades detienen al alcalde y a numerosos vecinos de Wukan, la aldea convertida en símbolo de libetar al celebrar unas elecciones limpias hace cinco años

PROTESTA CONTRA EL ARRESTO DEL ALCALDE DE WUKAN

PROTESTA CONTRA EL ARRESTO DEL ALCALDE DE WUKAN / JF jak ACR

ADRIÁN FONCILLAS / PEKÍN

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El estado de sitio ha regresado a Wukan. En la mediática y heroica aldea de pescadores que logró cinco años atrás una inaudita victoria democrática han vuelto las detenciones, las balas de goma y los gases lacrimógenos. La metáfora es insoslayable.

Las redes sociales muestran que la policía ha tomado la aldea de la oriental provincia de Guangdong (antigua Cantón). En la noche de ayer fueron detenidos en sus domicilios trece cabecillas de las protestas empezadas tres meses atrás para defender a su alcalde. Están acusados de enaltecer a la población y propagar rumores maliciosos, según fuentes oficiales. “Con el objetivo de proteger los intereses de las masas y restablecer el orden publico y las vidas de la comunidad, la policía decidió actuar y arrestarlos. El Gobierno local y la policía les ha advertido y educado con paciencia pero han hecho caso omiso e ignorado completamente las leyes”, asegura el comunicado.

Las fotografías muestran a un vecino con sangre en su brazo y pecho y a otro tratado de lo que parece una herida de bala en su mano. También se ven hileras de coches policiales. La operación incluyó gases lacrimógenos y balas de goma contra los vecinos que respondieron con piedras y botellas. El pueblo está sellado, sin posibilidad de entrar ni salir.

La vida en Wukan está ciertamente alterada. Los pescadores no faenan y se juntan en las calles. Las manifestaciones en China también requieren del permiso oficial; la diferencia radica en su criterio extremadamente escrupuloso. En China se cuentan por miles las protestas contra gobiernos corruptos, fábricas contaminantes o cualquier otro asunto irritante, pero lo que ocurre en Wukan reviste una relevancia acentuada por su simbología.

La aldea ocupó las portadas globales en el 2011. Los pescadores tomaron el control del pueblo, echaron a patadas a sus gobernantes y batallaron bravamente durante días contra las mangueras a presión y los gases de la policía, que hubo de retroceder varias veces. El desencadenante había sido la muerte y más que probable tortura de un líder contra las tropelías del Gobierno. El pueblo estaba cansado de sufrir expropiaciones forzosas y recibir indemnizaciones escasas. La situación se dirigía al desastre cuando Wang Yang, líder del partido en la provincia y con una sólida reputación reformista, intercedió por los lugareños. Certificó la corrupción del poder local y permitió unas elecciones limpias que llevaron a la aldea de pescadores a buena parte de la prensa nacional e internacional y terminó con los petardos de las grandes ocasiones.

EXPERIMENTO POLÍTICO

Ganó Lin Zuluan, un antiguo líder vecinal. Wukan fue presentado como un esperanzador experimento democrático. China avanzó durante la apertura con el método de prueba-error, sin más credo que el del gato que caza ratones ya sea blanco o negro que sentó Deng Xioping. En el posible éxito de Wukan muchos vieron el germen del cambio. Wang pretendía entonces aplicar la plantilla a todas las elecciones de la provincia.

Pero la redada policial de anoche certifica el fracaso. Lin siguió denunciando las insuficientes indemnizaciones y espoleando las protestas hasta que fue detenido y sentenciado el jueves a tres años de cárcel por cobrar sobornos. No convenció a los lugareños su posterior confesión televisiva, una práctica al alza en China, quienes desde entonces han tomado las calles para denunciar la campaña de difamación.

Las dudas sobre el experimento ya habían emergido antes. Algunos líderes fueron condenados por corrupción y otros renunciaron admitiendo que habían perdido la esperanza en la democracia. El sucesor de Wang, con un perfil más ortodoxo, dijo dos años atrás que Wukan debía de abandonar su rol de pueblo rebelde y volver a ser gobernada por el partido. La aldea de pescadores apunta a una colorista excepción democrática en los libros de Historia.

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