El Parlamento israelí aprueba de forma preliminar una ley que define a Israel como Estado-nación del pueblo judío

El texto, criticado duramente por gran parte de la oposición, deroga el estatus de lengua oficial del árabe

El primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, en una ceremonia de graduación de pilotos militares, el jueves.

El primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, en una ceremonia de graduación de pilotos militares, el jueves.

ANA ALBA / JERUSALÉN

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La Knesset (Parlamento israelí) ha aprobado el miércoles de forma preliminar la Ley del Estado-nación, que define a Israel como “el hogar nacional del pueblo judío” y deroga el estatus de lengua oficial del árabe.

La propuesta de ley -presentada por el diputado Avi Ditchter, del Likud, con el beneplácito del primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu- ha obtenido 48 votos a favor y 41 en contra tras un acalorado debate en el que han sido expulsados tres diputados palestinos (árabes israelís). Si se aprueba en última instancia, entrará a formar parte del cuerpo de leyes equivalentes a la Constitución.

El texto señala que cada individuo podrá “preservar su cultura, herencia, lengua e identidad”, pero que el derecho a la autodeterminación “es único para el pueblo judío”. También establece que el hebreo será el idioma oficial y el árabe tendrá solo “un estatus especial”.

PROTECCIÓN DE LUGARES SANTOS

La propuesta recalca que el calendario oficial es el judío, garantiza la protección a todos los lugares santos y llama a los tribunales a beber de la ley judía en caso de que la legislación israelí tenga carencias.

En una entrevista con el digital israelí 'The Times of Israel', Dichter rechaza que la ley sea discriminatoria, tal y como la definen varios diputados de la oposición, entre ellos los del partido de izquierdas Meretz y la Lista Conjunta de fuerzas palestinas.

“La ley da preferencia al Estado judío evitando que se convierta en otra cosa (…) No será musulmán y democrático, ni cristiano y democrático, ni hindú y democrático. Es un Estado judío y democrático”, subraya Dichter.

Según él, la norma sitúa los valores judíos al mismo nivel que los democráticos. Sus oponentes creen que discrimina a la minoría palestina -el 20,8% de la población- y a otras comunidades no judías.