polémica

El Parlamento belga castiga al príncipe Lorenzo

El hermano del rey Felipe verá reducida este año su asignación en 46.000 euros por acudir sin permiso previo del Gobierno a una recepción en la embajada de China

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Silvia Martinez

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Sus salidas de tono no son nuevas, pero esta vez le van a resultar algo más caras. El Parlamento belga ha decidido reducir la asignación que recibe el príncipe Lorenzo, hermano menor del rey Felipe I de Bélgica, un 15% durante un año, lo que significa que dejará de percibir 46.000 euros. La sanción responde a su participación, sin autorización previa del Gobierno y en uniforme militar, en una recepción organizada por la embajada de China en Bélgica en el 2017.

La decisión, adoptada por votación secreta según el diario 'Le Soir'', salió adelante con 93 votos a favor, 23 en contra y 10 nulos o abstenciones. Se confirma así el posicionamiento previo de la comisión especial de la Cámara que examinó el caso hace una semana, con representación de todos los grupos políticos, donde la decisión de castigar al arístócrata se impuso por 12 votos a 1. Lorenzo estuvo representado por su abogado, que calificó de “desproporcionadas” las medidas propuestas pero no logró convencer a los diputados de paralizar el castigo.

Carta a los diputados

A la desesperada, Lorenzo remitió este jueves una carta personal al pleno del Parlamento que su presidente, el nacionalista flamenco Sigfried Bracke, leyó antes del voto. En ella denunciaba el ensañamiento del que han sido objeto todos sus proyectos, “constantemente obstaculizados” por parte de su familia y “los incumplimientos graves de determinados responsables políticos”.

El príncipe recuerda también a la Cámara la dimensión simbólica de la decisión. “Es susceptible de causarme un perjuicio grave y difícilmente reparable”, asegura, recordando que ni él ni su familia se benefician de la protección social (sanidad, pensión o invalidez). “Desde mi infancia mi existencia ha estado al servicio de mi hermano, de mi familia y del Estado”, prosigue Lorenzo.

Jamás, añade, habría podido trabajar como le hubiera gustado ni lanzar proyectos que hubieran permitido su independencia. “Incluso tuve que obtener la autorización para casarme e incluso hoy en día me hacen pagar el haber elegido a la mujer que amo, sin título ni fortuna”, se sincera. “Esta dotación de la que hablan de reducir o suprimir, de acuerdo con los vientos políticos o mediáticos, es el precio de una vida, el precio de mi vida, que en gran medida está detrás de mí”, lamenta.

Un pasado lleno de traspiés

En el 2015, el Estado ya le obligó a reembolsar 16.000 euros de gastos privados tras un informe del Tribunal de Cuentas belga en el que identificó desde facturas de escolarización de sus hijos hasta un viaje de esquí o recibos de un supermercado. Además, en el 2007 tuvo que declarar como testigo por utilizar fondos de la Marina para redecorar su casa. No llegó a ser imputado, pero si un exconsejero suyo.

No todo, sin embargo, son malas noticias para el aristócrata. El príncipe mantiene una batalla abierta para recuperar algunas contribuciones públicas a su asociación sin ánimo de lucro, el instituto real para la gestión de recursos naturales y la promoción de tecnologías limpias, liquidado en 2009. De momento, las tres regiones tendrán que devolver 503.000 euros.