Lucha contra una "epidemia" que deja 30.000 muertos al año

Obama recurre a su poder ejecutivo para controlar las armas de fuego

El presidente pasa por encima de la parálisis del Congreso para luchar contra la ola de violencia provocada por uso de armamento

Barack Obama, durante el discurso de homenaje a las víctimas de Newtown, este domingo.

Barack Obama, durante el discurso de homenaje a las víctimas de Newtown, este domingo. / TS

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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En sus siete años de mandato el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha estado frustrado y entristecido por la “epidemia de violencia de armas de fuego” y por la falta de acción política para intentar frenar esa lacra, que cobra fuerza tras cada tiroteo masivo pero deja su auténtica sangría en los más de 30.000 muertos y más de 70.000 heridos que se registran cada año. Lo que Obama no ha quedado es paralizado. Esta semana, en el arranque de su último año en el Despacho Oval y anticipándose a las primeras votaciones de caucus y primarias que a partir del 1 de febrero alterarán y marcarán el discurso y muchas acciones políticas hasta las elecciones presidenciales de noviembre, Obama va a anunciar una serie de medidas que adoptará haciendo uso de su poder ejecutivo.

Obama se reunió este lunes con la fiscal general, Loretta Lynch, y con el director del FBI, James Comey, para estudiar sus opciones. Según han avanzado fuentes conocedoras de las discusiones en la Casa Blanca, no obstante, la Administración tiene ya preparadas algunas acciones, como expandir el requisito de tener licencia a algunos vendedores de armas que hasta ahora no la necesitaban, lo que implicará que esos vendedores tendrán que realizar análisis del historial del comprador. La Casa Blanca también estudia imponer reglas más estrictas para informar de armas que se pierden o son robadas en el envío a su comprador y el presidente participará el jueves en un “town hall” para presentar y explicar sus propuestas. Ese mitin-coloquio tendrá lugar en Fairfax (Virginia), la misma ciudad donde tiene su sede central la Asociación Nacional del Rifle (NRA).

Desde que en diciembre de 2012 Adam Lanza mató a 20 niños y seis adultos en Newtown (Connecticut), una tragedia que Obama definió poco después como “el peor día” de su presidencia, el presidente ha intentado reforzar las leyes de control de armas de fuego. Pese al apoyo ciudadano a ese empeño, e incluso de buena parte de poseedores de armas, ese intento murió en 2013 en el Congreso, donde aún demuestra gran influencia el lobi de la NRA y el temor de congresistas de ambos partidos a ser castigados por sus electores si estos perciben que están limitando el derecho reconocido en la segunda enmienda de la Constitución.

Desde entonces Obama ha acudido ya en 25 ocasiones al poder ejecutivo para hacer cambios en la regulación de armas pero ha expresado también cada vez más frustración y rabia ante la parálisis política y el sábado, en su discurso semanal, dijo: “Sabemos que no podemos detener cada acto de violencia pero ¿qué pasaría si intentamos frenar aunque sea uno?”

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Varios de los candidatos que aspiran a lograr la nominación presidencial republicana, como Donald Trump y Jeb Bush, ya han cuestionado y criticado la decisión de Obama.