Obama alerta del peligro de que material nuclear caiga en manos de los "locos" del EI

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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En abril del 2009, seis meses antes de recibir el premio Nobel de la Paz, Barack Obama ofreció en Praga un discurso en el que que manifestó “claramente y con convicción el compromiso de Estados Unidos en buscar la paz y la seguridad de un mundo sin armas atómicas”. Ya en aquella intervención el presidente estadounidense señaló  la posibilidad de que los terroristas se hicieran con armas nucleares como “la más inmediata y extrema amenaza a la seguridad global”. Un año después lanzó la iniciativa de la Cumbre de Seguridad Nuclear y el viernes, en Washington, en la cuarta y posiblemente última de esas reuniones de alto nivel, cuyo futuro es incierto una vez que él abandone la Casa Blanca, volvió a repetir las dos ideas. Aunque al hablar de los terroristas el nombre que ahora acapara la atención sea el Estado Islámico y no Al Qaeda, el mensaje es idéntico: “El peligro de que un grupo terrorista obtenga y use un arma nuclear es una de las mayores amenazas a la seguridad global”, dijo Obama, que llamó a los miembros del EI “locos”.

Obama abrió la última de las sesiones de la cumbre, dedicada específicamente al EI, recordando que “afortunadamente los terroristas no han tenido éxito hasta ahora en hacerse con un artefacto nuclear”. Realizó también una valoración positiva y optimista del estado del combate contra el grupo y citó entre los logros que “en Siria y en Irak el EI sigue perdiendo terreno”, que “la coalición sigue deshaciéndose de sus líderes, incluyendo los que planean ataques fuera”, que “están perdiendo sus infraestructuras de petróleo, sus ingresos” y que “sufre la moral”. Pero al defender también que “se ha ralentizado el flujo de combatientes extranjeros en Siria e Irak”, apuntó para añadir: "La amenaza de esos combatientes volviendo para cometer actos de horrenda violencia sigue siendo demasiado real”.

Había sentido y demanda de urgencia en sus palabras, especialmente tras los recientes ataques en BruselasBruselas, que a posteriori han dejado en evidencia graves fallos gubernamentales y de los servicios de inteligencia. Y Obama urgió a “todos” a hacer más para compartir información vital en la lucha antiterrorista. “No nos podemos permitir que información de inteligencia vital no se comparta como es necesario, entre gobiernos o dentro de un mismo gobierno”, dijo.

DESAFÍOS Y LOGROS

Con el foco puesto en el EI se despedía una cumbre que ha estado marcada por la ausencia de Rusia (que sí acudió a las de 2010, 2012 y 2014) y que ha dejado recordatorios del largo camino que queda por recorrer, no ya solo para lograr ese mundo sin armas atómicas por el que Obama abogaba en 2009 sino también para garantizar la seguridad de las cerca de 2.000 toneladas de material nuclear y radioactivo repartidas por cientos de instalaciones militares y civiles en todo el mundo. Los expertos alertan de que siguen siendo en muchos casos “vulnerables” y el propio Obama reconocía ayer que “la más pequeña cantidad de plutonio, más o menos del tamaño de una manzana, podría matar y herir a cientos de miles de inocentes”.

Aún así, la cumbre también ha tenido logros, aunque sean modestos. Obama ha podido presentar con la firma de 102 naciones una enmienda a la Convención de la Protección Física de Material Nuclear de 1987 que reforzará los parámetros de seguridad nuclear (aunque seis naciones más tienen que sumarse para lograr que la enmienda entre en vigor).

Se ha anunciado, además, que países como ArgentinaSuiza Uzbekistán han eliminado todo el uranio altamente enriquecido de sus territorios y que China ha abierto recientemente un nuevo centro para promover la seguridad nuclear y formar personal, así como que Japón trabaja para completar la eliminación de más de 500 kilogramos de uranio y plutonio, que Obama ha alabado como “el mayor proyecto en la historia para sacar material nuclear de un país”. Y el propio EEUU ha dado ejemplo de transparencia y por primera vez en 15 años ha hecho público el inventario de su uranio altamente enriquecido, que muestra un descenso del 20% en sus reservas.