ESCÁNDALO INTERNACIONAL

Nuevo caso de abusos sexuales por cascos azules de la ONU en África

Imagen de archivo de un grupo de soldados ruandeses en la capital de la República Centroafricana, Bangui.

Imagen de archivo de un grupo de soldados ruandeses en la capital de la República Centroafricana, Bangui.

IDOYA NOAIN

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las cuatro niñas, de 13 años, están en un campo para desplazados internos cerca del aeropuerto de Bangui, la capital de la República Centroafricana. Han sido explotadas sexualmente por una red de prostitución que llevan chavales y jóvenes adultos, que venden los servicios sexuales de las pequeñas por entre 50 centavos y tres dólares. Su explotación es un delito en cualquier caso, pero el escándalo es mayor al saberse que quienes están acusados de haber pagado por violar a esas menores han sido cuatro cascos azules de las Naciones Unidas, las fuerzas que precisamente están en el país desde 2014 para, supuestamente, proteger a la población de la violencia.

El caso salió a la luz la semana pasada, cuando la ONU reconoció que tropas internacionales en la República Centroafricana están bajo investigación por las acusaciones. Aunque el controvertido sistema de la ONU pone la responsabilidad de investigar en los países de los que proceden las tropas, el jefe de la misión del organismo en el país, Parfait Onanga-Anyanga, prometió "sanciones contundentes" contra los responsables. Aseguró que "en caso de dudas, [la ONU] se pondrá del lado de las víctimas". 

Sus palabras, no obstante, no han aliviado la sensación de que la ONU no está sabiendo (o queriendo) responder con contundencia a un grave problema creciente. Con la última revelación se elevan ya a 26 las denuncias de abuso y explotación sexual que en los últimos 14 meses han involucrado a cascos azules en la República Centroafricana. Se suman, además, a otros casos que se han producido en los últimos años en Mali, Sudán del Sur, Liberia y Congo. Y la extensión del problema "pone en peligro la credibilidad de la ONU y las misiones de paz", según declaró la propia organización en un demoledor informe publicado el mes pasado en el que admitió la extensión de una lacra que el secretario general, Ban Ki-moon, ha definido de "un cáncer en nuestro sistema". La ONU mantiene nueve misiones de paz en África con 100.000 cascos azules y empleados.

LAS PROCEDENCIAS

Aunque la ONU no ha hecho público de qué países proceden las tropas involucradas en el último caso en la República Centroafricana diversas fuentes han apuntado a tropas de Gabón, Marruecos y Egipto o Burundi. Onanga-Anuanga dejó entrever que hay involucrado también un soldado que no forma parte de la misión de la ONU lo que solo deja la posibilidad de que se trate de un miembro del Ejército francés, el único país que ha tenido presencia militar en la República Centroafricana fuera de la misión internacional. Y no sería la primera vez que los franceses afrontan estas acusaciones. París lanzó una investigación el año pasado después de que algunos de sus soldados fueran acusados, como parte de un grupo de 14 que incluía también tropas de Chad y de Guinea Ecuatorial, de violar y sodomizar a seis niños de entre 9 y 15 años a cambio de comida entre 2013 y 2014, antes de que empezara la misión de paz de la ONU. 

Ya en verano Ban Ki-moon despidió a su enviado especial para la República Centroafricana, el senegalés Babacar Gayer, por no haber investigado las acusaciones de abusos sexuales cometidos por cascos azules en el país y por haber encubierto los casos previos que reveló la investigación francesa. Pero pasos como ese no evitan las críticas. Expertos y activistas denuncian que sigue imperando un sistema ineficiente de investigación y que no se aplica la "tolerancia cero" que públicamente defiende Ban. Y aunque la ONU asegura que los casos de abusos sexuales cometidos por personal de la ONU bajaron de los 83 a los 51 entre 2008 y 2014, los críticos denuncian que los números son incompletos. "Los datos no son porosos, son una broma", le ha dicho a 'The Washington Post' Paula Donovan, que encabeza una campaña para exponer el problema.