RELEVO PRESIDENCIAL

Nieto y López Obrador escenifican un cambio de poder tranquilo en México

El mandatario saliente acompaña a su sucesor por el palacio presidencial a la espera del relevo efectivo dentro de cinco meses

Peña Nieto acompaña a López Obrador por el palacio presidencial.

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Témoris Grecko

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Por los elegantes pasillos de Palacio Nacional, el presidente Enrique Peña Nieto conduce a Andrés Manuel López Obrador. En su natal Estado de México, del cual fue gobernador, al todavía mandatario las simpatizantes le gritaban “¡Peña, bombón!”. Y esta resulta ser también la clave para acceder a la red wifi presidencial: “Te recomiendo no cambiarla, es muy complicado”, le dice a su sucesor.

Este es el texto de uno de los memes de una larga serie inspirada en la extraña fotografía –formal y afable- de dos rivales acérrimos paseando tranquilamente en un entorno de lujo colonial. Como nadie combatió López Obrador a Peña Nieto y como nadie destrozó su partido y se puso en condiciones de reformar o revertir su legado.

Secretos de palacio

En otros memes sobre la misma imagen, Peña Nieto le explica dónde esconder el whisky o que las mejores quesadillas las encontrará en la esquina de atrás: la falta de intención política, la aséptica ingenuidad del humor en la red sobre este encuentro -en el que ambos acordaron civilizadamente los términos del traspaso de poderes-, contrasta agudamente con la virulencia de años.

Esto refleja el inesperado carácter casi amistoso con el que inicia esta larga transición (si Rajoy tardó horas en cederle La Moncloa a Sánchez, en México habrá que esperar hasta el término constitucional del primero diciembre: cinco meses).

Cordialidad por encima de todo

Desde que los tres candidatos competidores reconocieron la victoria de AMLO, sin esperar a los primeros resultados oficiales, hasta que Peña Nieto lo recibió en Palacio el martes, ya tanto el presidente como los expresidentes Fox y Calderón –que habían sido pródigos en calificativos contra López- habían enviado mensajes de congratulación y buenos deseos. El miércoles, la cúpula empresarial de México –varios de cuyos miembros más prominentes le habían mostrado su rechazo abierto- se reunió con el mandatario electo y el poder financiero trasnacional dio signos de tranquilidad que reforzaron la moneda.

En sus discursos de victoria, por su parte, López Obrador no mostró las inclinaciones destructivas y autoritarias que insistentemente se le atribuyeron: habló de reconciliación, de apoyo a las instituciones, la legalidad y las libertades, y por supuesto –lo que más preocupaba a los grandes capitales-, de respeto a las inversiones.

México no se convirtió en la Venezuela que se había augurado. El dinero no vació los bancos ni huyó del país. AMLO no amenazó venganza ni el fin de la propiedad privada.

Acumulación

Solo el Estado de Puebla, a dos horas de Ciudad de México, mantuvo la conflictividad que se temía en todo el país. Una elección muy cerrada y las artimañas del exgobernador Rafael Moreno Valle, cuya esposa es la candidata presuntamente ganadora por tres puntos, han provocado enfrentamientos y algunas muertes, con denuncias de fraude electoral.

También se eleva el ruido en los grandes partidos tradicionales, PAN, PRD y PRI, que se desploman en graves crisis intestinas. La debacle que enfrentan alimenta, para los dos últimos, pronósticos de cambio de nombre, de refundación e incluso de desaparición.

Amplia victoria

Y se consolida otro dato del revolcón que le dio Morena, el partido fundado por AMLO apenas en el 2014, a la política mexicana: en posesión de la presidencia, con mayorías absolutas de senadores y diputados federales, se apoderó también de cinco de las nueve gobernaciones en juego y de 22 de los 30 (de un total de 32) congresos locales en disputa. Ningún presidente había acumulado tanto poder desde Ernesto Zedillo, en 1994.