Análisis

El naufragio de EEUU en Oriente Próximo

Rosa Massagué

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El pasado martes,Barack Obamadebía reunirse con el primer ministro israelí,Binyamin Netanyahu, para concretar los términos del inicio de un diálogo directo entre Israel y las autoridades palestinas con vistas a un acuerdo de paz. Sobre el papel, iba a ser un gran éxito de la política exterior de la Casa Blanca, bien necesitada de alegrías en este terreno. Por el contrario, no hubo reunión y la política estadounidense en Oriente Próximo se tornó en un desastre. Horas antes, Israel había atacado laFlota de la Libertad en aguas internacionales.

EL ASALTO repetía un viejo guión que Israel empezó a escribir en 1967. Casi cada vez que EEUU destina sus buenos oficios y mejores diplomáticos a buscar una solución al antiguo e intratable conflicto, un torpedo israelí impide cualquier negociación. Y vuelta a empezar. La vez anterior que Tel-Aviv boicoteó una iniciativa estadounidense fue el pasado mes de marzo. El Gobierno conservador deNetanyahurecibió al vicepresidente estadounidense Joe Bidencon el anuncio de la ampliación de una colonia israelí en Jerusalén oriental, ampliación contraria a la legalidad. Aquel desplante aplazó el inicio de unas conversaciones indirectas israelo-palestinas.

EEUU ha sido, y sigue siendo, el garante de la seguridad de Israel. Le ha defendido siempre en todos los foros internacionales y ha armado a su Ejército convirtiéndolo en una maquinaria eficaz y bien engrasada. Sin embargo, su capacidad de influir en la búsqueda de una solución es cada vez menor.

«Para EEUU, Israel está pasando de ser un activo a ser una carga». La frase es deMeir Dagan, el director del Mosad, los servicios de espionaje israelís, y la pronunció tras el asalto de la madrugada del lunes. Efectivamente, aquella acción tendrá efectos muy negativos para los principales ejes de la política exterior de Washington.

Empeorarán las relaciones de EEUU con Israel, y en particular conNetanyahu, que ya no eran las mejores entre dos presuntos aliados. La apertura hacia el mundo islámico queObama había anunciado como uno de los ejes principales de su política exterior, perderá credibilidad. La estrategia de la Casa Blanca con relación a Irán será también otra víctima de la acción israelí.

The New York Timesya señalaba que el ataque ha hecho mucho más difícil para la Administración deObamapersuadir al Consejo de Seguridad de la ONU para que apruebe nuevas sanciones sobre el programa nuclear de Teherán. Que tanto Israel como Turquía --que dio cobertura a laFlota de la Libertad-- enfrentados ahora por la crisis, sean «dos buenos amigos de EEUU», en palabras de la secretaria de Estado,Hillary Clinton, complica más todavía el papel de Washington.

LA PRUDENCIA y la tibia respuesta dada por la Casa Blanca al ataque israelí no le hace ningún favor a nadie. Ni a Israel, ni a los palestinos, ni al propio EEUU. Ahora, Gaza, con su millón y medio de habitantes que son víctimas del bloqueo israelí y de la manipulación de Hamás, ha vuelto a despertar el interés internacional y desde el propio EEUU y la Unión Europea se ha pedido que se aligere el bloqueo. Pero lo que realmente necesita la Administración estadounidense es una política valiente que no le convierta, una vez más, en rehén de Israel.