EL DÍA A DÍA DEL EXAGENTE DE LA NSA

Un moscovita más

Edward Snowden trabaja como consultor en una compañía informática, reside en un apartamento y viaja en metro Respeta ciertas precauciones para preservar el anonimato

De incógnito 8Snowden en una imagen del 2013 extraída de un video de un canal de televisión ruso.

De incógnito 8Snowden en una imagen del 2013 extraída de un video de un canal de televisión ruso.

MARC MARGINEDAS / MOSCÚ

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Nada de encierros en madrigueras o vidas recluidas en fortalezas secretas lejos de la ciudad, propios de la cinematografía de espionaje; tan solo algunas precauciones básicas, como cambios en sus rutinas diarias para, por un lado, preservar el anonimato frente a la avalancha de admiradores y periodistas buscando entrevistas y, por otro, impedir que sus movimientos sean rastreados.

Éste es, a decir de su abogado ruso, Anatoni Kucherena, el día a día en Moscú del exagente de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense Edward Snowden, el hombre que hace dos años puso en jaque a los servicios secretos de su país al poner al descubierto los programas de espionaje masivo que éstos habían desarrollado fuera del escrutinio público con la connivencia de las principales compañías proveedoras de servicios de internet.

«Edward Snowden disfruta en Moscú de una vida completamente normal; acude al trabajo, va en metro e incluso se ve con su familia y amigos», explica por teléfono el propio Kucherena a EL PERIÓDICO. En ocasiones, incluso se presta a ser fotografiado por la prensa rusa, como en octubre pasado, cuando se dejó ver, en compañía de su novia, Lindsay Mills, en un teatro de Moscú.

La situación legal de la que disfruta el exagente norteamericano de la CIA y la NSA le permite moverse con libertad por todo el territorio de la Federación Rusa e incluso viajar al extranjero, si así lo deseara, según Kucherena.

Tras ver revocado su pasaporte norteamericano durante su escala en el aeropuerto moscovita de Sheremetievo, las autoridades migratorias de la Federación Rusa le concedieron, primero el asilo temporal y en agosto del 2014 un permiso de residencia con tres años de validez.

UN TRABAJADOR

"Snowden no es rico y tiene que trabajar para vivir" , insiste Kucherena, en un intento de disipar los rumores de que el exempleado de la NSA está a sueldo del erario público ruso o de que ha amasado una importante fortuna gracias a sus revelaciones sobre los abusos del espionaje norteamericano.

Su ocupación, siempre según la misma fuente, está relacionada con su experiencia previa y los estudios realizados: Es consultor en una empresa informática, cuyo nombre evita desvelar Kucherena para preservar su intimidad. Todos los mensajes y peticiones de entrevista son canalizados a través de su letrado ruso, quien, a su vez, responde con evasivas cada vez que se le inquiere acerca de detalles adicionales de su vida, como qué estación de metro emplea Snowden para acudir a diario a su puesto de trabajo.

Se sabe, eso sí, que se reúne regularmente con defensores de los derechos del hombre que apoyan su causa e incluso con personalidades políticas. En abril, la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, de visita en Rusia, se entrevistó durante alrededor de una hora con el exagente de la NSA, según reveló una fuente de su entorno al rotativo en lengua inglesa Buenos Aires Herald, sin que trascendiera a los medios el contenido de la conversación.

Otras de las cautelas que el experto informático respeta a rajatabla para alejarse de la presión mediática y, sobre todo, impedir que sus excolegas le puedan seguir el rastro se refiere al empleo de dispositivos telefónicos móviles.

Tal y como reveló Snowden durante una teleconferencia celebrada en diciembre y organizada por la oenegé Amnistía Internacional, evita usar Iphones para comunicarse porque teme que el espionaje de EEUU pueda seguir sus movimientos gracias a la tecnología Apple.

SÍMBOLO DE LIBERTAD

Snowden se ha convertido en un símbolo de las libertades para un sector de la opinión pública estadounidense y occidental que rechaza las prácticas de recolección de metadatos de las conversaciones telefónicas ciudadanas, por lo que ha recibido durante estos dos años como fugitivo, numerosos premios de Defensa de la Libertad de Expresión.

El último de ellos le fue concedido hace unos días por la Academia Noruega de Literatura, institución que en estos momentos está presionando al Gobierno de Oslo para que le permita acudir a recoger el galardón sin temor a ser extraditado. Dicho viaje, que no le obligaría a sobrevolar un tercer país ya que ambos estados comparten frontera, carece del visto bueno de su abogado.

«Le he aconsejado que no vaya, porque hay un tratado de extradición entre Noruega y EEUU; no obstante, será una decisión que tome él», explica a este diario Kucherena.

El letrado ruso se queja de la «inconcreción» de las acusaciones, lo que impide a su cliente defenderse con eficacia. «No hay nada concreto; solo es a nivel de declaraciones públicas; para poder defenderte, hay que saber de qué te acusan», critica.