May advierte que el 'brexit' tendrá consecuencias negativas para ambas partes

La primera ministra británica afirma que quiere llegar a acuerdos con la Unión Europea que "sean un ejemplo para el mundo"

Theresa May, en su discurso

Theresa May, en su discurso / periodico

Begoña Arce

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Theresa May ha admitido por primera vez que el ‘brexit’ tendrá consecuencias negativas tanto para Londres como para Bruselas. "Debemos reconocer que esto es una negociación y que nadie puede tener todo lo que quiere", ha dicho la primera ministra británica en el discurso que ha pronunciado este viernes en Londres sobre su visión del futuro acuerdo comercial tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

May ha advertido que el Reino Unido tendrá menor acceso al mercado único. "Estamos abandonando el mercado único. La vida va a ser diferente", ha afirmado. La primera ministra ha asegurado a los socios europeos que Londres busca cerrar un acuerdo "lo más amplio y profundo posible, cubriendo más sectores y cooperando más intensamente que en cualquier otro acuerdo de libre mercado existente en cualquier otro lugar en el mundo".

Acuerdo a medida

May ha rechazado que Bruselas la critique por estar queriendo elegir a  la carta los términos del acuerdo y ha reivindicado el derecho a que el Reino Unido obtenga un acuerdo "a la medida de las necesidades" de su economía. "Así es como ha manejado la UE sus acuerdos comerciales en el pasado", ha señalado, poniendo como ejemplo los pactos con Corea del Sur, Ucrania y Canadá. "La propia UE persigue un acuerdo a medida con el Reino Unido", ha añadido. De paso, ha asegurado que "las normas británicas permanecerán al menos al mismo nivel que las de la UE".

La primera ministra ha insistido en que una frontera física en Irlanda o una aduana entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido serían "inaceptables" y en que dar con la solución al problema requiere que británicos y comunitarios "trabajen juntos". El borrador del tratado del 'brexit' elaborado por la Comisión Europea (CE) prevé que Irlanda del Norte quedaría dentro de la unión aduanera, respetando la regulación comunitaria y bajo el control del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (UE). 

Llamamiento a la unidad

El ‘brexit’ ha provocado divisiones irreconciliables en la política y la vida británicas. May hizo un llamamiento al pragmatismo, al sentido común y a la unidad nacional. “Debemos tener en cuenta los puntos de vista de todos los preocupados por este asunto, en ambos lados del debate”.

El Reino Unido basará su negociación en cinco requisitos. “Respetar el resultado del referéndum. Se votó para retomar el control de fronteras, leyes y dinero”, pero “no se votó para distanciarse de nuestros vecinos”. “El nuevo acuerdo debe ser duradero”, para “no encontrarnos en la mesa de negociaciones porque las cosas se han roto”. Debe proteger “los trabajos y la seguridad de la gente “. Lo acordado ha de estar en la línea de un país que, según May, quiere ser “una democracia europea, moderno, abierto, que mire hacia afuera, tolerante”.  Y el resultado final debe “fortalecer nuestra unión de naciones y de la gente”.

Falta de detalles

May ha dado tres grandes discursos sobre el ‘brexit’. La UE se ha quejado con frustración de la falta de detalle y propuestas concretas de los británicos. En una relación cada vez más tensa, Bruselas exige concisión, planes precisos y respuestas eficaces a problemas como el de la frontera de Irlanda del Norte. Este viernes no ha habido nada de eso, aunque el jefe negociador de la UE, Michel Barnier, ha elogiado la “claridad” de May “en lo que respecta a que el Reino Unido dejará el mercado único y la unión aduanera y el reconocimiento de sacrificios”.  

Más críticas que halagos

El discurso de May fue recibido con más críticas que alabanzas.  El ministro de Exteriores, Boris Johnson, consideró que la primera ministra ofreció “una visión clara y convincente” de la “futura asociación” con la UE. Para el líder laborista, Jeremy Corbyn, en cambio, el discurso “no tuvo claridad” ni "sentido real de las prioridades”. La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, lo vio como “un plan con aspiraciones que la UE ya ha rechazado ampliamente". "Incluso aunque se pueda lograr, nos dejará con unos acuerdos que ni de lejos se aproximan al beneficio de estar en el mercado único”, añadió.