El magnate Donald Trump se convierte en un aspirante republicano a tomar en serio

El Partido Republicano teme una debacle en 2016 si el empresario se acaba presentando como independiente

Una partidaria de Trump grita a un opositor al aspirante.

Una partidaria de Trump grita a un opositor al aspirante.

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Una y otra vez desde que Donald Trump lanzó el 16 de junio su candidatura para la nominación presidencial del Partido Republicano de Estados Unidos, analistas, prensa, observadores e incluso miembros de su formación han apostado porque su efervescente campaña era una burbuja que acabaría pinchando por sus propios excesos, debilidades y provocaciones, que van desde insultar a todos los inmigrantes a proponer prohibir totalmente la entrada de musulmanes en EEUU. Seis meses después, como Mark Twain, el multimillonario magnate inmobiliario podría decir aquello de “la noticia de mi muerte fue una exageración”.

Trump no solo sobrevive: lideradominacontrolamarca. A menos de dos meses de las primarias con los caucus de Iowa el 1 de febrero, es el favorito indiscutible de su partido en las encuestas (30,4% en la media de Real Clear Politics, frente al 15,6% de Ted CruzTed Cruz, el 13,6% de Marco Rubio y el 3,6% de Jeb Bush). Y los mismos que creyeron que sería un fenómeno pasajero buscan (y encuentran y temen) las claves de su éxito.

“La demagogia prospera cuando hay un ambiente subyacente de miedo, de enfado, de rabia, y en la política de EEUU se está viviendo la tormenta perfecta”, explica en una entrevista telefónica Mike SignerMike Signer, que en 2009 publicó el libro Demagogo. La lucha para salvar la democracia de sus peores enemigos. "Hay miedos económicos y al terrorismo y un colapso de la credibilidad en los políticos como hombres de Estado”, asegura el experto. Signer cree que ese es el caldo de cultivo perfecto para Trump, que ha tocado la fibra no solo de quienes detestan a Obama sino que muestran su hartazgo con un establishment republicano débil y corrompido.

SEGUIDORES FIELES

Trump conecta de forma contundente con seguidores que alaban el hecho de que dice lo que piensa -“Él se atreve a decir lo que muchos piensan pero no dicen”-. Cada ataque a Trump lo identifican como a ellos mismos y denostan a medios de comunicación y expertos. Y son extremadamente fieles. “Ha dado con la fórmula mágica. Nunca he visto nada como esto. No hay señal de que le vayan a dejar”, decía esta semana Frank Luntz, asesor que realiza encuestas y análisis para los republicanos.

Los sondeos le dan la razón: el 68% de quienes declaran su apoyo a Trump han dicho que le votarán incluso si no logra la nominación y decide presentarse como candidato independiente, opción que aún mantiene abierta. Ambos escenarios desatan el miedo, incluso el pánico, en el Partido Republicano.

La posibilidad de que Trump sea el Ross Perot del 2016 revive los fantasmas de aquella elección de 1992 en que Bill Clinton sacó de la Casa Blanca a George Bush. Pero hay más temores. Según cuenta por teléfono Geoffrey Kavaservice, historiador y autor de Rule and ruin, un libro sobre la muerte de la moderación dentro del Partido Republicano, Trump dispara una tensión ya existente en la organización sobre si buscar el voto de minorías o apostar por movilización mayor del voto blanco.

PÁNICO ENTRE LOS REPUBLICANOS

Pero, sobre todo, “el miedo del establishment es que Trump puede hacer daño a la marca republicana y tener un impacto negativo en candidatos al Congreso, haciendo posible que se pierda la mayoría en el Senado o avances a nivel estatal”.

Ese miedo lo han expresado, abiertamente y desde el anonimato, miembros del aparato republicano, congresistas que auguran que su nominación tendría un efecto “devastador”, estrategas y grandes donantes, pero como escribía The New York Times, “todo el mundo en lo más alto del partido está de acuerdo en que hay que hacer algo y casi nadie está dispuesto a hacerlo”.

Aunque tras la propuesta de veto a los musulmanes han empezado a oirse críticas, sigue habiendo extrema cautela en el ataque a Trump y es algo que no sorprende a Charles Postel, profesor de historia en San Francisco State University y autor de Populismo. “Él no es tan distinto de los otros republicanos, que llevan años hablando con extrema dureza en temas como la inmigración. Su propuesta de que México pague el muro en la frontera es una locura, pero no lo es menos proponer la construcción del muro, y todos lo hacen”.