memoria histórica
Macron se asoma al pasado para borrar el trauma de la guerra de Argelia
La guerra de Argelia es “un fuego mal apagado”, dijo en 1967 el escritor Philippe Labro. Reconstruir la memoria colectiva del conflicto que culminó con la independencia de la antigua colonia francesa es un ejercicio pendiente sobre una de las páginas más negras de la historia de Francia. Emmanuel Macron, el primer presidente de la República nacido tras esa “sucia guerra”, cree que ha llegado el momento de poner fin al duelo y que el país deje de vivir bajo la sombra de un traumatismo.
“Para eso hace falta tener el valor de decir las cosas”, proclamó el 16 de febrero de 2017, un día después de haber considerado la colonización como “un crimen contra la Humanidad”. Entonces sólo era candidato a la presidencia y sus palabras desataron una fenomenal tormenta política que reveló lo fácil que era reabrir viejas heridas. Ahora, instalado en el Elíseo, Macron cuida las formas pero mantiene la filosofía del relato con el que quiere reconciliar a la nación con su pasado. El Estado tiene que asumir sus responsabilidades.
Es lo que empezó a hacer el pasado13 de septiembre cuando pidió perdón a la viuda de Maurice Audin, el matemático y militante comunista que se ha convertido en símbolo de los crímenes cometidos por el Ejército francés. Audin no se evadió de la cárcel como hasta no hace mucho sostenían las crónicas oficiales, sino que murió tras los barrotes víctima de lo que Macron llamó “un sistema de torturas legal” practicado por los militares franceses. 61 años después de aquella muerte, el presidente busca acercar la verdad histórica a la verdad oficial.
El de Macron fue un gesto inédito comparable al de Jacques Chirac en 1995 en el Velódromo de Invierno reconociendo la responsabilidad de Francia en la deportación de miles de judíos durante el régimen colaboracionista de Vichy (1940-1944).
El discurso de Chirac “cerró” el periodo en el que Francia se vio enfrentada a los fantasmas de la segunda guerra mundial, “el de la generación del general de Gaulle, Pompidou y Mitterrand”, analiza en ‘Le Parisien’ el historiador Benjamin Stora. “La otra página difícil de la Francia contemporánea es la guerra de Argelia. Macron pertenece a otra generación y quiere afirmarse como un presidente que afronta sus páginas oscuras”, agrega.
El reconocimiento de los excesos cometidos en Argelia va acompañado de la apertura de los archivos de la guerra sobre miles de desaparecidos, para facilitar el trabajo de los historiadores y dar a las familias de las víctimas de ambos lados del Mediterráneo los medios de saber qué paso. Eso afecta a todo el mundo, civiles, militares, argelinos y franceses, reconoce el Elíseo.
Reparación financiera
La reconstitución de la memoria se ha visto acompañada de actos de reparación financiera, una de las principales reivindicaciones del movimiento de los pieds-noir –argelinos de origen europeo- en los años setenta y ochenta del siglo pasado. Ahora, son los 'harkis', los argelinos que lucharon en las filas del Ejército colonial, quienes lo hacen. “Fueron víctimas de la traición del Estado francés y les abandonamos”, ha admitido Macron públicamente.
Los historiadores calculan que fueron abandonados y represaliados en Argelia entre 55.000 y 75.000. Otros 90.000 fueron repatriados en pésimas condiciones. Hasta 1974 no se les consideró excombatientes. Este martes, con motivo del Día nacional de homenaje a los 'harkis', la secretaria de Estado de Defensa, Geneviève Darrieussecq, ha presidido una ceremonia en Los Inválidos.
El Gobierno tiene previsto anunciar una ayuda financiera de 40.000 millones de euros, reconocer la responsabilidad del Estado en la situación de los 'harkis' y abrir la vía de la memoria facilitando la recopilación de testimonios y archivos para mantener vivo su recuerdo.
Dejar el pasado pasar
La guerra de Argelia enfrentó al Gobierno francés con el Ejército argelino de Liberación Nacional entre 1954 y 1962, año en el que se firmaron los Acuerdos de Evian que sellaron la independencia de Argelia. Un año antes, la Organización de la Armada Secreta (OAS) fundada por colonos y generales que se sintieron traicionados por el general De Gaulle intentaron sin éxito dar un golpe de Estado.
“Esta guerra desgarró a la sociedad francesa y continua pesando mucho, sobre todo en el terreno político. Pero los tiempos cambian, como lo demuestra el discurso audaz de presidente”, sostiene en ‘Le Parisien’ la historiadora Sylvie Thénault.
“Es hora de dejar el pasado pasar. Ese es el reto de nuestra generación: construir un futuro tranquilo para nuestro país y para nuestra relación con Argelia”, decía Emmanuel Macron hace año y medio.
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