protestas en francia

Macron se enfrenta a la primera gran huelga de su mandato

Los sindicatos convocan una jornada de paros y manifestaciones contra la política del presidente en el sector ferroviario y la función pública

emmanuel macron

emmanuel macron / periodico

Eva Cantón

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los franceses empiezan a tener dificultades para digerir el ritmo galopante del ambicioso plan reformista de Emmanuel Macron. En el año escaso que lleva en el Elíseo, el joven presidente no levanta el pie del acelerador, ni cede ante el malestar creciente de los sectores económicos afectados por la política liberal con la que pretende sacar al país del inmovilismo.

Macron está dispuesto a mantener el pulso frente a la contestación social porque se juega algo más que el éxito de las reformas. Si quiere conservar el poder a partir del 2022, el primer tramo de su mandato será clave. Si resiste a la presión de la calle evitará seguir el destino de sus dos predecesores, Nicolas Sarkozy y François Hollande.

Este jueves,  Macron sabrá cuál es la temperatura actual del país y cuánta la fuerza sindical para paralizarlo. Los combativos trabajadores del sector ferroviario han convocado una jornada de movilización para protestar contra la reforma de la todopoderosa empresa estatal del ferrocarril (SNCF).

El Gobierno quiere transformarla para hacerla rentable, sanear su astronómica deuda y abrirla a la competencia. Pero, sobre todo, quiere acabar con el centenario estatuto de los ferroviarios que ofrece condiciones ventajosas de contratación y jubilación a sus empleados.

Los sindicatos han convertido su supresión en una línea roja y la movilización de este jueves no será la última. Del 3 de abril al 28 de junio habrá paros dos días de cada tres. En total 36 jornadas. En la memoria de cualquier gobierno francés está la fecha de 1995, cuando los sindicatos obligaron al primer ministro, Alain Juppé, a retirar la modificación del régimen de protección social de la SNCF tras bloquear el país durante meses.

Aunque ahora el contexto es diferente, porque no toda la opinión pública apoya sus reivindicaciones y las centrales sindicales han perdido músculo, la protesta puede tener un efecto catalizador del malestar que se propaga en otros sectores. Además de los trabajadores de la SNCF, este jueves se manifiestan los funcionarios de hospitales y centros educativos, descontentos con la reforma de la función pública.

Hace una semana desfilaban por las calles miles de jubilados que han visto mermadas sus pensiones por una subida de impuestos o el personal de las residencias de ancianos dependientes del ministerio de Sanidad. La lista de insatisfechos se extiende a Air France, donde sus trabajadores reclaman una mejora salarial, o a Carrefour, que prepara una restructuración de plantilla. Todos están llamados a la huelga.

El Gobierno mantiene el calendario

El Ejecutivo mantiene el tipo y el calendario. De aquí a mayo hay más proyectos en cartera: la reforma de la vivienda, la de las prestaciones por desempleo o la reforma institucional para reducir el número de parlamentarios. A pesar de la caída de popularidad del presidente y de su primer ministro, Edouard Philippe, el Gobierno está convencido de que se repetirá el escenario del pasado otoño, cuando la reforma laboral salió adelante sin problemas.

Sin embargo, ahora los sindicatos estarán arropados por las fuerzas políticas de izquierda –desde el Partido Socialista hasta la Izquierda Insumisa- que este miércoles han dado una insólita prueba de unidad al presentar una declaración común contra las reformas de Macron y en defensa de los servicios públicos.

La jornada, además de anunciarse caótica para los franceses, evoca inevitablemente aromas revolucionarios. El 22 de marzo fue el nombre del movimiento estudiantil en el que los historiadores vieron el germen del Mayo del 68. Cincuenta años después, Emmanuel Macron afronta la primera gran prueba de su mandato.

Trenes y aviones afectados

Los principales sindicatos franceses confían en reunir a 25.000 personas en la gran manifestación convocada en París y se espera que la huelga altere el transporte ferroviario y el aéreo.

Solo circulará el 40% de los trenes de alta velocidad y la mitad de los Intercitys y las líneas regionales. En la región parisina sólo lo hará el 30% de los trenes, mientras que metro y autobuses circularán con normalidad. El aeropuerto Charles de Gaulle ha anulado el 30% de los vuelos por la huelga de controladores aéreos.

Por lo que se refiere a los servicios públicos, se prevé que el paro afecte a hospitales, colegios y tribunales. En la enseñanza primaria, las centrales auguran un seguimiento del 50% de los trabajadores en la capital francesa, donde el 10% de los centros no abrirá sus puertas. Las guarderías y las bibliotecas también se verán afectadas por la huelga.