SEGUNDA VUELTA ELECTORAL

El opositor Macri llega favorito a las urnas en Argentina

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ABEL GILBERT / BUENOS AIRES

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No es esta, una elección más en Argentina. La tensión se palpa en el aire, en las conversaciones, y las redes sociales, donde el flujo de invectivas es incesante. El país está en una bisagra histórica. Unos 32 millones de argentinos decidirán si quieren preservar jirones de una herencia política y cultural de 12 años o transitar por caminos que se presentan con el maquillaje de la novedad y el ecumenismo. Las circunstancias colocaron a Daniel Scioli y Mauricio Macri, más parecidos que diferentes, al frente de proyectos encontrados.

Scioli, gobernador bonaerense desde el 2007, encabeza una versión light del kirchnerismo. Macri, alcalde capitalino -hijo y principal heredero del Grupo SOCMA- fundado por su padre Franco, uno de los “dueños de Argentina”, encabeza la alianza de centroderecha Cambiemos. Los encuestadores juran que esta vez no errarán la puntería como en la primera vuelta del 25 de octubre, cuando le auguraron a Scioli el dulce sabor de la victoria. Cinco consultoras predijeron el triunfo del candidato opositor.  Muchos lo consideran un “mal menor” pero necesario para cortar de raíz una experiencia que dividió apasionadamente a la sociedad.

El kirchnerismo no se resigna al veredicto de los oráculos. Su militancia, en especial la juvenil, realizó en las últimas semanas esfuerzos de ribetes épicos para reducir la distancia que parece favorecer a Cambiemos. Disputó el espacio público, convocó a sus intelectuales y artistas, apeló a la imaginación proselitista. Le insufló incluso una dosis apocalíptica a la contienda."Se viene la derecha", advirtió. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner salió de escena.

LA PRIMERA SEGUNDA VUELTA

Es la primera vez que los argentinos eligen presidente en una segunda vuelta.  Entre el 4% y el 11% del electorado llega indeciso a las urnas, según los sondeos. En sus manos descansa la posibilidad del milagro sciolista o que Cambiemos venza por una distancia mayor a la prevista. Solo la ultraizquierda, que en la primera vuelta obtuvo casi el 4% de los votos, se ha mantenido en una inmaculada equidistancia de los contendientes. Los considera la misma cara de una manera de inexorable pauperización..

Macri ha realizado esfuerzos denodados por mostrarse como un hombre tolerante y de consenso. Si años atrás pensaba que la homosexualidad era una enfermedad, ahora se arrepiente de no haber acompañado en el 2010 en el Parlamento la aprobación del matrimonio igualitario. Hasta las palabras “dictadura militar” salen de su boca.

En lo que el dirigente opositor se muestra inflexible es en sus posturas internacionales. Si gana, anticipó, se alineará con Estados Unidos en el tema de Venezuela. No en vano esta segunda vuelta se sigue con especial atención en los países vecinos. Apenas tres semanas separan a esta contienda de las legislativas venezolanas. La otra gran colisión.