fisura en el Ejecutivo

Los sondeos hunden al Gobierno de Merkel tras la crisis del jefe de espionaje

El Ejecutivo pacta la recolocación de Maassen dentro del Ministerio del Interior, con un cargo inferior, mientras siguen las fuertes tensiones internas dentro de la coalición

Angela Merkel

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Carles Planas Bou

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Rectificar es de sabios. O así lo deben creer los tres partidos que forman el Gobierno en Alemania. Reunidos de urgencia durante la tarde del domingo, los socios del Ejecutivo encabezado por la cancillera Angela Merkel acordaron recolocar al controvertido jefe de los servicios de inteligencia domésticos, Hans-Georg Maassen, para que pase a ser asesor especial del Ministerio del Interior, cerrando así su segunda gran crisis política en apenas medio año de vida que ha hundido al Ejecutivo de coalición en las encuentas.

Con ese cambio de rumbo, la Gran Coalición rectificó la decisión tomada el pasado martes, cuando conservadores (CDU-CSU) y socialdemócratas (SPD) acordaron que su cese como jefe de los servicios secretos se compensaría con el cargo de secretario de Estado del Ministerio del Interior, quedando así bajo el paraguas de su principal valedor, el ministro Horst Seehofer. La indignación ciudadana por ese cambio, que supuso ‘de facto’ un ascenso con aumento de sueldo incluido, lanzó al SPD a pedir una renegociación.

Criticado por su supuesta buena sintonía con el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y por sus palabras en las que acusó a los medios de comunicación de inventarse la caza de inmigrantes ocurrida a principios de mes de Chemnitz, Maassen pasaba a ser un problema. Ahora pasará a ser jefe del departamento de Auntos Europeos e Internacionales en el Ministerio del Interior, manteniendo su sueldo de 11.500 euros mensuales.

Gobierno débil

Con el pacto Merkel consigue mantener el Gobierno en marcha mientras los socialdemócratas logran el cese de Maassen y los conservadores bávaros le arropan. A medio camino entre las partes, la decisión es un nuevo parche a la difícil convivencia dentro del Gobierno que ilustra su profundo desgaste tan solo seis meses después de su formación. “La coalición ha sobrevivido la crisis de Maassen pero igualmente se encuentra en su fase final”, apunta Sebastian Fischer, jefe de política del ‘Spiegel’.

Exactamente un año después de las elecciones federales, este lunes se hace más evidente la debilidad de una coalición de gobierno que se revalidó más por “responsabilidad” que por convicción. Eso se traduce en la calle. Y es que tras esta segunda crisis hasta un 71,8% de los alemanes confía menos en el Ejecutivo, según el último sondeo del Instituto Civey. Además del auge de AfD, las encuestas constatan un fuerte declive de CDU y SPD, que ahora obtendrían únicamente un 45% de los votos, su peor resultado histórico.

Esa fragilidad no se entiende sin la presión interna de Seehofer, que se entiende como parte de la desesperada campaña de su partido, la CSU, de cara a las elecciones en Baviera del próximo 14 de octubre. Su creciente populismo en materia migratoria y su oposición al Gobierno del que forma parte iban encaminados a recuperar el electorado más conservador pero su estrategia no está funcionando. La CSU apunta a un 35% de los votos — lo que supone una caída de más del 13% — y AfD le gana el espacio a la derecha mientras que él se convierte en el político peor valorado del país a excepción de los líderes de la ultraderecha.