TENSIÓN EN EUROPA DEL ESTE

Los rusos de Crimea abrazan con fervor el nacionalismo de Putin....

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MARC MARGINEDAS / SIMFERÓPOL / YALTA

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Una intensa actividad, impropia de una jornada festiva, se puede constatar desde primera hora de la mañana en el centro de Simferópol, capital de Crimea, península anexionada anexionadapor Rusia en el 2014.

Familias enteras almorzando acompañadas de niños vestidos de domingo y portando banderas rusas; infantes con una mano asida a la de su progenitora y la otra sujetando un globo con los ribetes de un caza militar ruso y pintado con la insignia tricolor; pequeños comercios donde se ponen a la venta camisetas con el rostro estampado del presidente Vladímir Putin, acompañado de diversas inscripciones en ruso: ‘Putin vsegdá prav’ (Putin siempre tiene razón), ‘Vova reshaet vsió (Vova –diminutivo de Vladímir- lo decide todo); puestos ambulantes donde hombres sin fortuna despliegan pasquines y estandartes del partido oficialista Rusia Unida con el perseverante plantígrado, emblema de esta formación política.

A finales de la primavera, el calendario laboral ruso cuenta con varias festividades dedicadas al enaltecimiento de la nación rusa: 1 de mayo, día del Trabajador; 9 de mayo, día de la Victoria sobre la Alemania nazi; 12 de junio, día de Rusia, equivalente a su fiesta nacional. Y todos estos días feriados constituyen una nueva ocasión para que el casi millón y medio de rusos que habitan Crimea, según datos de un censo ucraniano del 2001, renueven el pacto de lealtad que rubricaron con el Kremlin hace tres años, cuando éste desplegó en el territorio, aún bajo soberanía de Kiev, a miles de 'hombres de verde', en realidad miembros de las Fuerzas Especiales. ‘Manu militari’ aunque sin apenas víctimas, se hicieron con el control de las instituciones y sedes oficiales de la península, permitiendo la celebración de un referéndum unilateral de secesión que culminó con la plena integración en Rusia del territorio, dividido en dos entidades administrativas: la República de Crimea y la ciudad federal de Sevastopol.

UNANIMIDAD SIN FISURAS

Más de 36 meses después de aquellos hechos, una unanimidad sin grietas preside todas y cada una de las valoraciones de los rusos crimeanos acerca de la anexión. Y pese al tiempo transcurrido y a algunos inconvenientes que han empezado a aparecer, el fervor nacionalista no muestra síntomas de agotamiento o remisión entre la población rusa.

“Todos aquí estamos de acuerdo con la unificación, y quien no lo esté, por favor, que se vaya a Ucrania”, apunta Vladímir, elevado el tono de voz hacia el final de su contundente respuesta.

Alekséi, antiguo miembro de los cuerpos de seguridad ucranianos que se enfrentaron a los manifestantes en Kiev entre el 2013 y el 2014, ha hecho suya, al 100% la narrativa que se defiende desde el Kremlin y los canales de televisión rusos. “¡Mi padre no ha luchado en la segunda guerra mundial para que nos acaben invadiendo los fascistas, que es lo que eran los manifestantes!”, recuerda

En tono más sosegado, Denis justifica la incorporación a Rusia destacando algunas diferencias que separan a rusos y ucranianos, entre las que no faltan algunas consideraciones patrióticas. “En Ucrania no se celebra el Día de la Victoria como en Rusia; para nosotros, es una fecha sagrada”.

Según Vladímir, Alekséi y Denis, o todo son ventajas, o éstas superan de largo las pegas. “Las carreteras están mucho mejor, se nota que hay un Gobierno que invierte”, apunta Alekséi. “Hace unos meses me operaron en el hospital y no tuve que pagar nada”, comenta Denis.

Como inconvenientes, todos destacan la elevada inflación, que ha convertido en prohibitivo para muchos bolsillos locales cenar en un restaurante o salir a locales de ocio, circunstancia provocada por la importación, vía marítima, de todo lo que se consume en el territorio. Pero incluso para esta contrariedad se vislumbra un futuro mejor: “En cuanto el puente se haya construido, los precios bajarán”, explica uno de los encuestados, en referencia a una faraónica pasarela para coches y trenes que Rusia construye y que, una vez acabada, atravesará el estrecho de Kerch y unirá al territorio con la región rusa de Krasnodar.

VEGETACIÓN MEDITERRÁNEA

Una serpenteante carretera que primero desciende y luego bordea un imponente acantilado cubierto de pinos y frondosa vegetación mediterránea separa la principal urbe crimeana del balneario de Yalta. Aunque la exaltación nacionalista de Simferópol remite en esta turistica ciudad, tomada en este puente primaveral por visitantes procedentes de muchas regiones de Rusia, los ecos de la tensión existente entre Ucrania y Rusia sí se dejan sentir. Por la megafonía municipal, una voz impersonal advierte reiteradamente a los ciudadanos del peligro de “terrorismo” y les pide que comuniquen “a las fuerzas del orden” cualquier acto sospechosoMoscú ha acusado a Kiev de preparar “actos de sabotaje” en Crimea, y se extiende la psicosis de atentados. 

Los alrededores de Yalta, rodeados de mansiones de la época zarista y hoteles con fastuosas vistas, parecen ser un destino idílico para pasar unas vacaciones, y un lugar apetitoso para inversiones de los touroperadores. Con una salvedad: las tarjetas de crédito internacionales no funcionan debido a las sanciones internacionales decretadas tras la anexión.