LA RECUPERACIÓN DE LA CAPITAL FRANCESA

París vive el asalto con más orgullo que tensión

París intenta recuperar el pulso tras los atentados del viernes.

París intenta recuperar el pulso tras los atentados del viernes. / periodico

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / PARÍS (ENVIADO ESPECIAL)

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No están como locos chequeando las redes sociales. Y los cafés, a diferencia de lo que sucede en España en el 100% de los bares, no tienen grandes televisiones en las que seguir las noticias. Aquí son más de tertulia, de arreglar el mundo con un steak tartar sobre la mesa, de cigarro en la terraza con un vaso de vino, que viste mucho.

Han despertado con la noticia de que los terroristas que el viernes mataron a 129 personas están alojados a 20 minutos de sus casas, pero lejos de caer en el pánico, los parisinos contemplan la operación policial con orgullo patrio. Esta es, para ellos, una pequeña victoria de Francia ante el terrorismo yihadista. 

La rutina del miércoles se mantiene intacta en la capital. Solo los que debían tomar un tren hacia el norte en dirección a Saint-Denis han visto afectadas sus costumbres. Las escuelas funcionan, los museos y los monumentos abren, la gente acude a su lugar de trabajo. Nadie les quita el nervio acumulado durante estos cinco días. Y siguen con un ojo, o ya solo medio, puesto en cualquier individuo, gesto o ruido que se salga de lo normal.

Marie ha ido a recoger a su hijo a un colegio de la calle de Faubourg Saint-Denis, y no ha notado entre los padres que el ambiente se haya enrarecido por lo sucedido durante la madrugada y hasta bien entrada la mañana. "No nos gusta saber que pueden estar tan cerca, pero el hecho de que los hayan encontrado es para nosotros una gran noticia. Es mejor saber que los han cazado aquí que crearnos la falsa esperanza de que han vuelto a Siria o a dónde quiera que vayan a entrenarse y a recibir instrucciones". 

MÁS ALIVIO QUE PREOCUPACIÓN

En la plaza de la Republique, dos agentes esperan que les sirvan un par de creps dulces. Parece que hoy, el epicentro de la solidaridad con las víctimas está algo menos desatendido por la policía. Aun así, serán una veintena los desplegados por la zona. Se supone que, con el paso de los días, el dispositivo irá suavizándose.

Armand habla con orgullo de lo sucedido en Saint-Denis. Admite que la ciudad está tensa, pero que las detenciones "son más un alivio que una preocupación". "Es un tanto para nosotros, pero esto no iguala el resultado", afirma un veterano vecino de la plaza de la Bastilla. "Confiamos en nuestro policía, y que hayan tardado solo cinco días en encontrar a los terroristas, nos hace sentir orgullosos", remata. 

En la calle de Saint-Denis, en el distrito dos, una veintena de prostitutas aguardan clientes en la calle, recostadas sobre las fachadas, o quizás en un paseo lento y sinuoso. El comercio y la restauración hierven a su alrededor. La cola de una tienda de bagels empieza en la calle. Se llama Nakee's y basta con probar sus rosquillas de pan para entender la elevada demanda. En espera está Judit, que pedirá el de pavo. Sobre la redada, dice estar hoy más tranquila que ayer. Porque con estas muertes y detenciones se lanza un mensaje: "Esta gente se ha dado cuenta hoy de que les vamos a terminar cazando, vayan donde vayan. Creo que es el primer día desde el viernes que tenemos algo que celebrar". Cerca de aquí hay una escuela privada. Los alumnos están fuera. Comen su bocata, fuman, comparten unos auriculares. Basta con acercarse para comprobar que no hablan de los atentados o de los terroristas, y tampoco parecen muy afectados por lo sucedido unas horas antes en Saint-Denis. 

QUE PASE O QUE VAYA A PASAR

Si se produce una operación antiyihadista en el Besòs, los barceloneses probablemente se inquieten al darse cuenta de que tenían terroristas en potencia a escasos kilómetros de casa. En París, lo bueno, y también lo malo, es que saben que los chicos esposados ya no son solo proyectos de tipos malos. Los yihadistas han demostrado de lo que son capaces, y ese temor a lo que pueda pasar en Barcelona se convierte en París en reflexión, luto, rabia y dolor por lo que ha pasado. Quizás de ahí, del hecho de que el operativo llegue tras el ataque, borbotea más el orgullo que el miedo.

Parece que París se va recomponiendo. Muy poco a poco, pero lo hace. Las miradas en el metro ya no son de radiografía. La gente sonríe en los cafés, algo insólito hace un par de días. Y algunos se hacen foto en los altares de flores y mensajes cuando hasta ayer solo hacían fotos de los altares. La etiqueta de Twitter #tousaubistrot triunfó ayer por la noche. Y esta mañana son muchos los que todavía cuelgan imágenes suyas tomando algo en las terrazas, en un intento de hacer ver a los malos que nada ni nadie les va a privar de su querida y sagrada 'liberté'. Si además, la policía los va deteniendo, pues mejor que mejor.