Por sus discursos le conoceréis

Fidel Castro en la ONU, en 1979

Fidel Castro en la ONU, en 1979 / AP / MARTY LEDERHANDLER

EL PERIÓDICO / BARCELONA

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Muere Fidel Castro

Capaz de pronunciar discursos ininterrumpidos durante horas y horas, Fidel Castro ha dejado con su prolífica oratoria frases para la historia que han marcaron el imaginario de los cubanos y crearon toda una escuela de retórica revolucionaria.

Sus biógrafos cifran en más de 2500 los discursos del dirigente, muchos de ellos de más de cinco horas de duración y la mayoría de pie. En 1959 habló durante nueve horas. 

Su "Condenadme, no me importa, la Historia me absolverá", pronunciada en 1953, durante el juicio por el frustrado asalto que encabezó contra el Cuartel Moncada, fue la primera de una larga colección de frases que hicieron famoso a Castro y su revolución.

Los cubanos tampoco olvidarán el "¿Voy bien Camilo?", la pregunta que formuló al jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, Camilo Cienfuegos, el 8 de enero de 1959, durante el discurso en el cuartel de Columbia, tras la entrada triunfal de los guerrilleros en La Habana. "Vas bien, Fidel", respondió Cienfuegos, uno de los más populares líderes revolucionarios, desaparecido en octubre de 1959 en un accidente aéreo en circunstancias que nunca llegaron a aclararse.

"Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida", proclamó Castro en 1961, en vísperas de la invasión de Bahía de Cochinos, al declarar el carácter socialista de la revolución.

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Con una polémica frase que le valió críticas y desafectos sentó las bases de su particular política cultural: "Dentro de la revolución todo, contra la revolución ningún derech (...)", dijo en  junio de 1961. "En una fortaleza sitiada, toda disidencia es traición". Con esa frase de San Ignacio de Loyola justificó en varias ocasiones la represión a opositores y críticos.

En la ONU, en 1979, pronunció un histórico discuro en las Naciones Unidas, en el que hizo un duro alegato contra la desigualdad y se preguntó por la utilidad de la institución si no podría resolver los problemas del mundo. En  plena guerra fría hizo clamó contra la carrera nuclear entre Estados Unidos y la desaparecida URSS. "Basta ya de la ilusión de que los problemas del mundo se pueden resolver con armas nucleares. Las bombas puden matar a los enfermos, a los hambrientos, a los ignorantes pero no pueden matar el hambre, las enfermedades, la ignorancia", dijo entre aplausos

Al "imperio", su peor enemigo, como se refería generalmente a Estados Unidos, dedicó muchos de sus discursos sin escatimar retórica belicista y sin bajar la guardia ni el tono de sus descalificaciones contra los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca, diez durante su mandato, con especial inquina contra los Bush, padre e hijo.

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"Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos", afirmó 

La enfermedad que lo apartó del poder en 2006 lo alejó también de los discursos hablados pero no de los escritos como atestiguan sus "Reflexiones", la serie de artículos que escribió sobre diversos temas, la mayoría internacionales, en sus años de convalecencia.