Los demócratas podrían recuperar una de las cámaras del Congreso

Clinton podría enfrentarse a un 'impeachment' si conquista la Casa Blanca

Sesión de la Cámara de Representantes de EEUU.

Sesión de la Cámara de Representantes de EEUU. / periodico

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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No es la única razón, pero buena parte del hartazgo que los estadounidenses sienten hacia su clase política se debe a la extrema polarización que impera en el Congreso. Un lugar donde la ideología importa más que el interés general, donde las grandes empresas influyen más que el ciudadano y donde los ajustes de cuentas priman sobre la gobernabilidad. Los últimos seis años de presidencia de Barack Obama han sido paradigmáticos. El bloqueo republicano ha sido permanente. Obama no ha podido aprobar la reforma inmigratoria, ni las pocas leyes contra las armas que contaban con apoyo abrumador en las encuestas. Por no poder, ni siquiera ha podido confirmar al magistrado del Tribunal Supremo que debe ocupar la plaza del fallecido Antonin Scalia.

Los próximos cuatro años no se presentan mucho mejor. Los demócratas tienen muchas posibilidades de recuperar el control del Senado, pero la Cámara de Representantes seguirá con casi toda probabilidad en poder conservador. Esa ecuación es garantía de inmovilismo porque las leyes tienen que ser refrendadas por las dos cámaras para que las firme el presidente. Durante algunas semanas, el partido de Hillary Clinton soñó con darle completamente la vuelta a la situación, recuperando la mayoría en ambas cámaras que Obama tuvo en sus primeros dos años de presidencia. La candidata llegó a dedicar fondos de su campaña a apuntalar varias carreras del Congreso, después de que Donald Trump se desplomara en las encuestas a raíz de la publicación del vídeo en el que alardeaba de manosear a las mujeres sin su consentimiento.

UNA HAZAÑA IMPROBABLE

Pero la recuperación de Trump en los sondeos parece haber hundido las posibilidades demócratas en la Cámara baja, que tendrían que arrebatar 30 escaños a sus rivales para obtener la mayoría, una hazaña que no ha conseguido nadie desde 1964. “La carrera por la Cámara de Representantes se ha acabado: los republicanos van a mantener el control”, le ha dicho categóricamente a Vox, Geoffrey Skelley, un politólogo de la Universidad de Virginia que estudia las matemáticas del legislativo.

La dificultad se explica por una práctica tan democráticamente cuestionable como extendida entre los dos partidos: el ‘gerrymandering’. Desde que los republicanos tomaran el control de la cámara baja en 2010, el año de la explosión del Tea Party, se han dedicado a redibujar los contornos de numerosos distritos electorales para hacerlos lo más demográficamente y políticamente homogéneos, lo que complica enormemente que puedan decantarse por el partido rival.

En cualquier caso, se espera que la mayoría conservadora se reduzca. Los diputados con más opciones de perder su escaño son aquellos que apoyaron al aparato del partido en su enfrentamiento contra la candidatura insurgente de Trump, los llamados moderados. Eso podría tener consecuencias para el líder republicano en el Congreso, Paul Ryan, quien aspira a ser reelegido como ‘speaker’ cuando comience la próxima legislatura. Ryan encabezó la oposición al magnate, le acusó de hacer declaraciones “racistas” e incluso se negó a hacer campaña a su lado, aunque finalmente le ha votado. Las bases lo consideran una traición y su cargo, en función del resultado en las legislativas, podría estar en duda.

En el Senado, a los demócratas les basta con recuperar cuatro escaños para recobrar la mayoría perdida en 2014. Eso si Clinton es presidente, porque si no, tendrían que ganar cinco. De conquistar la Casa Blanca, a la exprimera dama le espera una relación tempestuosa con el Congreso. Los republicanos han empezado a recabar material para lanzar un 'impeachment’ contra la eventual presidenta por la gestión de sus correos electrónicos y las supuestas corruptelas de la Fundación Clinton. Para ponerlo en práctica, les bastaría mantener la mayoría en la Cámara baja, aunque para que Clinton sea juzgada por el legislativo y apartada del poder, se requiere una condena de dos tercios de los senadores, una posibilidad bastante improbable.