Los cuatro terremotos arrasan el corazón medieval de Italia

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Rossend Domènech

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Torres medievales destruidascampanarios románicos desplomados o tambaleantes, palacios góticos hechos añicos, monasterios reducidos a polvo. Los cuatro terremotos que se han sucedido en Italia central han destruido el 60% de las viviendas de 62 municipios y acabado también con unos 5.000 monumentos.

“Lo reconstruiremos todo, donde estaba y como estaba”, han prometido el primer ministro, Matteo Renzi, y la secretaria general del ministerio de Cultura, Antonia Pasqua Recchia. “Serán necesarios 30 años, dos generaciones”, explican los expertos de Bellas Artes.

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Los 5.000 “bienes culturales”, principalmente iglesias, están en los Apeninos centrales, columna vertebral del país, donde nació no sólo “el alma de Italia” sino también una de las dos almas de la identidad europea, anterior a la Europa laica surgida de la Revolución francesa. No eran sólo lugares de oración, sino de atracción de peregrinos y ahora turistas y por lo tanto motor de la economía de unas campiñas cada día más despobladas.

Por estas laderas bajaba desde Canterbury hasta Roma la medieval Vía Francígenacamino de peregrinos, como la Vía Láctea o el Camino de Santiago, pero también autopistas por donde oficios, costumbres, economías y cultura se esparcieron por Europa. Hasta desembocar en un nuevo renacer, el Renacimiento.

SOLO EN LOS LIBROS

“Italia central es uno de los lugares de la identidad, no sólo occidental”, ilustra el antropólogo Marc Augé. Después del terremoto “el corazón de la Edad Media podría permanecer sólo en los libros”, escribe el diario Il Messaggero.

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Los desperfectos mayores se han producido en Norcia, patria de los pintores Rafael y Perugino. Entre los damnificados, la basílica de San Benito, del siglo XII, fundador de los benedictinos, patrono de Europa y forjador de amanuenses hasta a invención de la imprenta. Los que copiaron a mano los versos de Dante Alighieri sobre “los Pennini”, los Apeninos. Queda en pie la fachada gótica. Media catedral de Norcia está desplomada; así como el santuario de la Vírgen de los Dolores (siglo XII) y la iglesia de san Francisco, del siglo XIV, con anexos una biblioteca cívica y un archivo secular.

En Amatrice lamentan la caída de la Torre Cívica, de la célebre iglesia de San Agostino y de todos los templos de esta ciudad símbolo de los seísmos. Las imágenes de los drones evidencian sólo esqueletos.

CISTERNAS ROMANAS

La lista abarca los 62 municipios. Cisternas ahora contaminadas que sobrevivían desde el imperio romano, puentes que construyeran etruscos, romanos y señores feudales. El castillo de Giove. El museo cívico de Illica, que ya había mudado en agosto y cuya nueva sede también se ha desplomado. La abadía de la linda aldea de Preci y la de Campi. El pueblo de Cascia, del que toma el nombre santa Rita, famosa en el mundo.

La mayoría de pueblos y pedanías guardaba alguna pintura de los alumnos de Giotto, poeta, escultor, arquitecto, pero sobretodo pintor del siglo XIII, conocido por sus obras en Asís. La mayoría también conservaba las murallas medievales, ahora  desmoronadas.

La ola expansiva del domingo bajó, provocando heridas, desde el epicentro de Ussita hasta la catedral de Orvieto, lo mejor en gótico que ofrece Italia, dieron una estocada al campanario de Civita de Bagnoregio y, siguiendo la Vía Francígena, llegaron hasta Roma: la plaza de san Pedro, la basílica de San Pablo Extramuros, la de San Lorenzo, la cúpula de San Ivo Alla Sapienza, de Borromini, al lado de plaza Navona.

EMPEZAR DE NUEVO

Equipos de unas 200 personas de Bellas Artes se disponían a comenzar con la recuperación, pero “ahora habrá que empezar todo de nuevo”, afirma Antonia Pasqua, de Bellas Artes. “Tendremos que cambiar la estrategia”, ilustra. En lugar de recuperar, se empezará con cubrir  y guardar todo lo que se ha venido abajo. “Lo reconstruiremos todo, hasta las piezas que tengan un sólo centímetro cuadrado”, asegura.

“Si los burgos se quedan desiertos, sin abuelos, hijos y nietos, escombros acumulados y turistas lejos, habremos perdido un parte de nuestra alma”, escribe Mario Calabresi, director de La Repubblica. El antropologo Augé explica que hay que reconstruir, aunque se “devuelva sólo un testimonio de lo que fue”, porque “puede ser un antídoto para evitar la uniformización”.  Añade que “después de la Brexit, señal de ruptura de la identidad europea, hay que reconstruir”.