300 policías vigilarán las escuelas en Bruselas

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SILVIA MARTÍNEZ / BRUSELAS

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Bruselas movilizará este miércoles a 300 agentes de la policía para vigilar centros educativos y a otros 200 para garantizar la seguridad en el metro, que comenzará a circular de forma gradual en la capital lo que significa que algunas estaciones podrían todavía permanecer todavía cerradas. En total, según 500 agentes a los que se podrían sumar policía federal y agentes locales de otros municipios de fuera de la región.

Según el ministro-presidente de la región de Bruselas, Rudi Vervoort, las escuelas no figuran como objetivo potencial, según la evaluación efectuada por el órgano de coordinación y análisis de la amenaza, que este pasado martes recomendaba mantener el nivel de alerta en el 4 en la región.

Se trata del umbral más elevado y que optaban por prolongar hasta el próximo lunes 30 de noviembre dado el riesgo “grave e inminente” de atentado terrorista. Aún así, los alcaldes de las comunas de Bruselas habían solicitado a las autoridades el despliegue de 288 agentes suplementarios para garantizar la seguridad en el medio millar largo de centros que existen en la región y que no están habitualmente vigilados por la policía salvo en determinadas ocasiones.

OBJETIVO DEFINIDO

El metro sí es un objetivo y de ahí que las autoridades no han decidido todavía si reabrirán toda la red de estaciones. En todo caso, no solo el metro seguirá vigilado. La Renfe belga, SNCB, ha reforzado los controles en la estación de tren de alta velocidad que une Bruselas con París y Londres, y pide a los viajeros que se presenten al menos media hora antes de la salida, pero sigue estudiando la posibilidad de realizar controles suplementarios de pasajeros y de maletas que actualmente no son sometidas a ningún escáner.

Mientras tanto, la investigación y la búsqueda de Salah Abdeslam, el octavo terrorista huido de París, sigue en marcha. Según varias agencias de prensa, la policía alemana habría lanzado una operación en el noroeste del país tras recibir información de que podría encontrarse en la zona de Rhenania del norte-Westfalia. El diario Die Welt apuntaría, en cambio, que se trata de una nueva falsa alarma.

MALABARISMOS EN LOS HOGARES

Este cuarto día de máxima alerta en Bruselas y segundo sin escuelas ha trastocado completamente de nuevo la vida de muchas familias obligadas a hacer malabarismos para gestionar niños y trabajar al mismo tiempo. Quienes han tenido la opción del teletrabajo -funcionarios públicos, trabajadores de las instituciones europeas o grandes empresas- lo han hecho, quien no ha tenido más remedio que ir a trabajar se ha visto obligado a buscar alternativas en una ciudad que recupera su normalidad pero que sigue a medio gas. El pequeño comercio abierto, la gran mayoría de grandes almacenes y calles comerciales, cerradas a cal y canto.

En la calle Neuve, una de las principales arterias comerciales del centro de la capital, solo habían levantado la persiana esta mañana cinco tiendas, entre ellas la de la cadena española Mango. El centro comercial City2 optaba por mantener un día más sus puertas cerradas, lo mismo que la mayoría de los comercios de las galerías de La Reina salvo dos enseñas belgas de lujo como son la tienda de marroquinería Delvaux y de chocolates Pierre Marcolini. En otras zonas vigiladas de la ciudad como el barrio europeo la mayoría de las pequeñas tiendas, bares y restaurantes ya abrieron sus puertas ayer.

MENOS GENTE DE LO HABITUAL

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“Estamos un poco a la expectativa de a ver qué pasa pero nosotros vamos a trabajar”, explica la dueña de la floristería de la calle Froissart, que tiene su entrada frente a la sede del Consejo de la Unión Europea. Admite que se nota mucha menos gente de lo habitual y una caída en las ventas, reflejo evidente de que muchos funcionarios y trabajadores de la zona han optado por trabajar desde casa. “Yo voy a hacer teletrabajo hasta el miércoles pero es normal que tengamos miedo. Mañana los niños pueden ir a la escuela pero se mantiene la alerta 4 hasta el lunes”, advierte una funcionaria con un niño pequeño que ha aprovechado el recurso que ofrecen las instituciones europeas a sus trabajadores.

Otros lo han tenido este segundo día sin escuelas algo más complicado.  “Nos dijeron que ayer lunes podíamos trabajar desde casa como excepción pero que para el resto de la semana tendríamos que organizarnos”, cuenta Sian Hughes, cuya empresa tiene sede en Louvain La Neuve, y que asiste perpleja ante lo que considera una falta de comunicación de las autoridades y de muchas escuelas. “En mi caso todavía no sabemos qué medidas de seguridad adicionales se van a tomar en los colegios, nadie nos ha explicado, nadie nos ha llamado. En el Reino Unido existe un sistema que permite informar a todos los padres sin tenerlos que llamar uno por uno”, cuenta exasperada y frustrada por una situación muy difícil de explicar a los niños. “Es difícil encontrar el equilibrio sin entrar en la histeria”, añade.

INQUIETUD DE LOS PADRES

Según cifras dadas por el alcalde de Bruselas, Ivan Mayeur, en la capital cuentan con 35.000 alumnos de primaria, secundaria, centros de formación y universidades y un personal docente de 5.200 personas. “¿Hacía falta cerrar las escuelas?”, se preguntaba esta mañana en una entrevista radiofónica. “Nosotros teníamos otro punto de vista. Pensábamos que podía funcionar, que había que evitar que los jóvenes estuvieran dispersados por la ciudad, que la escuela era un lugar más seguro”, reprochaba el regidor socialista que insiste en que la solución pasa por una medida como la utilizada en París, con perímetros de seguridad en torno a las escuelas, más policías y dejar de lado ideas como la construcción de búnkeres en las escuelas. “Hay que evitar histerismos y volverse razonables", añade.

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La mayoría de los belgas asiste, sin embargo, con resignación a esa falta de información de las autoridades y a la poca coherencia de las decisiones. “Ayer me cancelaron una sesión de rehabilitación que tenía en la clínica Saint Luc pero hoy la cita que tenía con el traumatólogo se ha mantenido. Registraban las bolsas de quienes entraban en el hospital pero no entiendo sinceramente que ha cambiado entre ayer y hoy en términos de seguridad.”, cuenta Mark Martin, un trabajador expatriado.