El futuro de la eurozona

Leia ya no tiene médico

Cientos de griegos van a visitarse a una oenegé después de perder la seguridad social

Excluida 8 Leia y su hija, en la policlínica de Médicos del Mundo, ayer.

Excluida 8 Leia y su hija, en la policlínica de Médicos del Mundo, ayer.

MONTSE
MARTÍNEZ

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Leia tiene 31 años y es una de las personas de carne y hueso que engrosa las frías cifras y los no menos fríos análisis. Es griega, está en paro y casada con un hombre de 32 años e igualmente desempleado con el que tiene una hija de poco más de uno.

Son dos caras visibles de los centenares de ciudadanos griegos excluidos de la seguridad social y, como consecuencia, de la asistencia médica gratuita. No cotizan y han agotado el periodo máximo de un año de paro. Ya están fuera del sistema.

A partir de aquí, o pagan un seguro privado -inasumible para ellos- o cada visita médica en la red pública cuesta un mínimo de cinco euros de partida a los que hay que sumar el gasto de la prueba en cuestión. La pequeña Angelina ya no ha podido ser vacunada por la incapacidad de sus padres para pagar los 150 euros que cuesta la vacuna.

Este es el motivo que ayer llevó a Leia a la policlínica gratuita que la oenegé Médicos del Mundo tiene abierta en Perama, barrio periférico de Atenas que colinda con el puerto de El Pireo, a media hora del centro.

Pedir medicinas

Pese a su delicada situacion, Leia se aviene a explicar todas estas miserias de su vida diaria. Es de las pocas en la pequeña y asfixiante sala de espera de la oenegé que, paulatinamente, ha visto cómo en lugar de atender a inmigrantes -su razón de ser inicial- debe ocuparse de sus conciudadanos griegos.«Vengo para ver si me pueden vacunar a la niña porque no puedo pagar la vacuna»,explica Leia, en paro desde que dio a luz tras trabajar de dependienta en una tienda de ropa, y añade:«También quiero pedir unas medicinas para mi suegra». Ahora el matrimonio, incapaz de pagar el alquiler, vive con ella.

Le cuesta imaginar, porque prefiere no hacerlo, qué ocurriría si algún miembro de la familia enferma de gravedad o por un largo periodo de tiempo. Opta por agarrarse a la esperanza de poder ir a Australia, donde los carpinteros, como su marido, están buscados. Están esperando una respuesta para viajar a las antípodas. «Es la única forma de darle una oportunidad a mi hija», afirma.

La afluencia de personas, todas ellas griegas, que se acercan a la policlínica no solo no cesa sino que se incrementa.«Atendemos a una media de entre 70 y 80 personas al día, todas ellas griegas, y no para de aumentar», explica una de las voluntarias de la oenegé que, como todo el equipo de unas 35 personas -20 de ellos médicos y enfermeras- no recibe ningún tipo de remuneración. Se van turnando para tener el centro siempre cubierto.

Al frente de Médicos del Mundo en Atenas se encuentra Nikitas Kanakis, quien desde hace meses viene advirtiendo de que la situación en Grecia puede derivar en una«crisis humana».