Kim Jong-un llama a Trump "viejo chocho" y amenaza con una bomba de hidrógeno en el Pacífico

El líder norcoreano responde al insulto del presidente de EEUU, que le llamó "hombre cohete"

Adrián Foncillas / Pekín

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El anuncio de una bomba de hidrógeno en el Pacífico y una batería de insultos de nuevo cuño han devuelto la atención a Corea del Norte. La batalla mediática exigía munición inédita para superar al devastador seísmo de México y el hastío tras meses de amenazas cruzadas en la península. El pequeño y lejano país asiático sabe siempre atraer los focos.

Corea del Norte innovó en forma y el fondo para eludir la atonía. No hay precedentes en el clan Kim de un discurso personal dirigido hacia el homólogo estadounidense. El mensaje en inglés iba firmado por Kim Jong-un en la portada del diario de propaganda y dirigido a Trump después de su inaudita intervención en la ONU. Los esfuerzos escénicos subrayaron la excepcionalidad. 

"Ahora que Trump me ha insultado a mí y a mi país ante los ojos del mundo, consideramos una respuesta al más alto nivel", ha advertido Kim Jong-un. El millonario neoyorquino había debutado esta semana en la ONU, un foro creado para engrasar la solución diplomática de los conflictos, con la promesa de la "destrucción total" de Corea del Nortemillonario neoyorquino ONU. Se entiende que también la de sus 25 millones de sufridos habitantes. También había calificado a Kim como "un hombre cohete" que caminaba hacia el suicidio. Esas palabras, aclaró el líder norcoreano, en lugar de asustarle o detenerle, le han "convencido de que el camino emprendido es el correcto y el único que puedo seguir hasta el final".

La intervención de Trump ya había sido descrito por los expertos como un regalo para un líder que necesita justificar ante su pueblo los esfuerzos por acelerar su programa nuclear cuando las sanciones dificultan la vida cotidiana. El precio de la gasolina ha aumentado en Pionyang un 43 %, según la web especializada NK News.

Retahila de insultos

Kim Jong-un no tacañeó en floridos insultos. Trump es "un mafioso encantado de jugar con fuego y no un político", juzga. "Domesticaré con seguridad a ese viejo chocho estadounidense", promete. "Debería ser más prudente al elegir las palabras y ser más considerado cuando habla frente al mundo", aconseja. "Los perros ladran más fuerte cuando están asustados", aclara. Trump, a través de Twitter, ya le ha respondido con un tacto diplomático parecido: "Kim Jong-un, de Corea del Norte, obviamente un loco al que no le importa matar a su pueblo o que muera de hambre, va a ser puesto a prueba como nunca antes".

El ministro de Exteriores norcoreano, Ri Yong-ho, desveló en Nueva York que su régimen contempla la detonación de una bomba de hidrógeno en el Pacífico. Una amenaza así se esperaba después de que los ensayos nucleares en su territorio o los misiles sobrevolando Japón perdieran su impacto mediático por repetición. Esa bomba sería la primera en explotar sin la protección de los túneles subterráneos e implicaría un peligro sin precedentes, han explicado los expertos.

Aunque Corea del Norte advirtiera con antelación y forzara la evacuación de la zona marítima en cuestión, los efectos en la atmósfera se extenderían en un vasto radio. Ese es el escenario más optimista. El más catastrófico prevé el fallo de un misil que sólo ha sido probado un puñado de veces y que podría acabar en un lugar indeseado y poblado.

Japón está comprensiblemente angustiado por un hipotético misil nuclear con un pobre registro de fiabilidad surcando sus cielos. "No podemos negar la posibilidad de que pueda volar sobre nuestro país", ha afirmado el viernes el ministro de Defensa, Itsunori Onodera. Tokyo ni siquiera intentó abatir los dos misiles que el mes pasado sobrevolaron la isla de Hokkaido y aún es más improbable que lo intentase con uno cargado con una ojiva.

Esa bomba de hidrógeno a cielo abierto supondría la asunción de riesgos desconocidos por un Gobierno que prioriza su supervivencia a toda costa. Tampoco Corea del Norte ha lanzado los misiles prometidos a la base estadounidense de Guam dos meses después de anunciarlos como inminentes. El propio Ri aclaró que desconocía qué acciones tomaría su país "porque tienen que ser ordenadas" por Kim Jong-un. Pero sólo su mención ya basta para certificar que el conflicto avanza desbocado sin que Washington ni Pionyang den señales de sensatez.

La furibunda invectiva norcoreana llega después de que Washington apretara aún más la soga económica con la aprobación de sanciones a todos los particulares e instituciones que comercien con Pionyang. China, que recibirá en noviembre a Trump, ha ordenado a sus bancos la congelación de cualquier negocio con Corea del Norte.