Elecciones presidenciales

Misteriosa y distinguida: así es la futura primera dama de Argentina

La mujer de Macri fue la esposa de un conde belga y proviene de una familia millonaria a la que no le faltaron causas judiciales

Mauricio Macri y su mujer, Juliana Awada, junto a su hija, saludan a sus seguidores, este domingo en Buenos Aires.

Mauricio Macri y su mujer, Juliana Awada, junto a su hija, saludan a sus seguidores, este domingo en Buenos Aires. / periodico

ABEL GILBERT / BUENOS AIRES

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Mauricio Macri ha sido electo presidente. Sobre el escenario, ha bailado y se ha abrazado con sus colaboradores. Pero falta algo. Alguien. Que ella entre en escena. Las luces la iluminan. Juliana Awada llega hasta su esposo con una sonrisa de Gioconda. Se miran a los ojos. Sonríen. Y entonces, sí, llega el momento: se besan, con pasión contenida, y aunque a algunos de los que están allí en Costa Salguero, frente al Río de La Plata, les gustará una intensidad labial más propia de los culebrones, los finales muy felices, todos, o casi todos, aplauden, los aplauden.

Ese es el primer acto de Juliana como futura primera dama. “Oh, qué elegante”, dijo una señora, emocionada. “Y qué bella”, acotaron a su lado, en medio de los globos amarillos. “Esa manera de desenvolverse, de hablar…”, pareció suspirar un tercero. “Pero si no ha dicho nada”, le responden desde atrás. Los seguidores incondicionales de Mauricio conocen esa historia de amor y abolengo. La prensa del corazón también la contó en capítulos cada vez más glamurosos.

Todo comenzó hace seis años en un gimnasio, con música de David Guetta de fondo. Juliana, recién separada de un conde belga, trabajaba en una máquina para fortalecer los músculos isquiotibiales. A siete metros de distancia, Macri, que ya era alcalde de la ciudad de Buenos Aires, un alcalde codiciado por su súbita soltería y juventud, pedaleaba negligentemente una bicicleta: la mirada estaba puesta en un diario, en la política. Pero, al poco tiempo, a través de relaciones comunes, por cercanía geográfica (el mismo y selectísimo Barrio Parque) se fueron encontrando.

FORTUNA EN EL NEGOCIO TEXTIL

La familia del inmigrante sirio-libanés Abraham Awada hizo su fortuna en Argentina en el negocio textil. A sus cinco hijos nunca les faltó nada. Juliana recibió educación bilingüe, jugó al hockey y especialmente al golf. Viajó por el mundo. En Nueva York y París presenció desfiles prêt-a-porter,  recorrió galerías de arte, estudió diseño y cocina. Los Awada se rozaban con lo mejor de la alcurnia de los años menemistas. Elsa Esther Baker de Awada, Madame Awada, como se la llama en el mundo de la moda, ya tenía un papel para su hija en la empresa: debería aportar nuevas ideas, una imagen más juvenil a las marcas de indumentaria “Cheeky” y “Como quieres ...”.

En agosto del 2001, Abraham Awada, su padre, fue secuestrado. Lo rescataron tras el pago de miles de dólares. No fue el único asunto judicial que enfrentó a lo largo de la primera década del siglo XXI. La familia fue involucrada judicialmente en una gran causa contra empresas textiles que elaboraban sus productos sobre la base de un trabajo semiesclavo. En enero del 2007, durante la alcaldía de Jorge Telerman, se allanaron algunos talleres vinculados a los Awada.  El juez federal Guillermo Montenegro constató la reducción a la servidumbre y el hacinamiento en que se encontraban 13 costureros en el barrio de Mataderos. No podían salir a la calle, si lo hacían tenían que dejar documentación. Hasta los menores trabajaban y cobraban por unidad. Tres años antes, allí producían exclusivamente para la marca Cheeky. El juez Montenegro abandonó la causa por un puesto mejor: pasó de inmediato a formar parte del Gobierno de Macri, como ministro de Seguridad. Los Awada nunca más fueron perjudicados.

ACONTECIMIENTO DE LA FARÁNDULA

Macri y Juliana convirtieron su boda, a fines de 2010, en un gran acontecimiento de la farándula. La fiesta se realizó a 40 kilómetros de la capital, en la estancia La Carlota, una frondosa propiedad del tío del alcalde. Solo uno de los hermanos de la novia no asistió. El actor Alejandro Awada es un ferviente kirchnerista. Mauricio y Juliana tuvieron una niña, Agustina, que no dejó de participar en las publicidades políticas. Juntos conformaron la imagen de una familia feliz y sensible.

A los 41 años, con dos hijas y una tercera pareja, con un oficio independiente, Juliana se prepara para una tarea que tal vez no le agrade demasiado: la de primera dama. “Dudo que su esposo tenga real noción del ámbito nocivo que es la suma del poder presidencial, al menos para la belleza y cortesía que profesa su esposa”, señaló Omar Genovese, en el diario 'Perfil'. El autor se pregunta “qué vio esta mujer tan especial” en el futuro presidente para enamorarse de él. El interrogante, concluye,  también vale para la parte de la sociedad que lo votó.