Un exdirector del FBI investigará el 'Rusiagate'

Robert Muller indagará si hubo complicidad entre el Kremlin y la campaña electoral de Donald Trump

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RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Nervios en las bolsas. Grietas en el Partido Republicano. Debate sobre un posible ‘impeachment’, y una atmósfera en Washington que evoca los días del Watergate. El cerco se estrecha sobre Donald Trump de forma irremediable. Cada día que pasa surgen nuevas revelaciones comprometedoras sobre el presidente de Estados Unidos, y decisiones que acentúan la sensación de descontrol en la Casa Blanca, acechada por las investigaciones sobre la trama rusa o 'Rusiagate'. En una nueva vuelta de tuerca más en contra de sus intereses, el departamento de Justicia ha nombrado a un investigador especial para indagar en los lazos de la campaña de Trump con el Kremlin. El elegido es Robert Muller, un abogado y exdirector del FBI de probada independencia, que tendrá potestad para imputar a figuras relacionadas con la trama.

Nada le está saliendo a Trump como pretendía. Su labia le pierde, y también sus maniobras soterradas, que no tardan en aflorar del sumidero a través de un goteo constante de filtraciones. Hace dos días se supo que el pasado mes de febrero, Trump presionó a su jefe del FBI que diera carpetazo a la investigación sobre Michael Flynn, su destituido asesor de seguridad nacional y el hombre en el centro de la trama rusa. “Espero que puedas dejarlo ir”, le dijo el presidente según las notas que tomó James Comey de aquella conversación. Comey le dio largas y tres meses después fue despedido, un cúmulo de circunstancias que, según algunos expertos y congresistas, podrían constituir “obstrucción a la justicia”, el mismo delito invocado en su día para lanzar los ‘impeachments’ contra Richard Nixon y Bill Clinton.

CONCESIÓN DE LOS DEMÓCRATAS

Si Trump despidió a Comey para frenar las pesquisas del FBI, marró en el tiro porque Justicia ha nombrado a un investigador especial para averiguar si “hubo lazos o coordinación entre el Gobierno ruso e individuos asociados con la campaña del presidente”. La decisión, adoptada por el número dos del departamento, Rod Rosenstein, es una concesión a los demócratas y al creciente número de republicanos que quieren llegar hasta el fondo de la verdad. Ahora tendrán la oportunidad de hacerlo porque Muller es un investigador de reconocida reputación. Bajo los mandatos de Bush y Obama, dirigió el FBI durante 12 años, y lo hizo con independencia, como demuestra que en 2004 amenazase con dimitir después de que Bush le pidiera que aprobara un programa de espionaje doméstico sin la autorización de Justicia.

La designación de Muller no fue previamente consultada con la Casa Blanca. En circunstancias normales, tendría que haber sido el fiscal general, Jeff Sessions, quien lo nombrara, pero el exsenador republicano y uno de los aliados más estrechos de Trump tuvo que recusarse hace unos meses de todo lo relacionado con Rusia tras descubrirse que mantuvo dos reuniones con el embajador de Putin en Washington. Para desesperación de la Casa Blanca, esa circunstancia ha otorgado a Rosenstein un poder inmenso. El exfiscal general de Marylad no es una marioneta política, sino un funcionario de carrera con perfil de independiente. Hace unas semanas se planteó dimitir después de que la Casa Blanca le cargara el muerto de la destitución de Comey, aludiendo a un memorando reprobatorio que escribió para justificar el despido.

REACCIÓN COMEDIDA

Trump reaccionó inicialmente de forma comedida a la designación de un investigador especial, que actuará en paralelo a las investigaciones del FBI, el Comité de Inteligencia del Senado y las de otros cuatro comités del Congreso que indagan en la trama. “Una investigación minuciosa confirmará lo que ya sabemos, que no hubo colusión entre mi campaña y cualquier entidad extranjera. Espero a que el asunto termine cuanto antes”. Pero la prudencia no duró mucho. Poco después el presidente no tardó en exhibir en Twitter su mentalidad de sitio. “Esta es la mayor caza de brujas a un político de la historia americana”, escribió.

Los problemas del presidente no acabaron ahí porque casi al mismo tiempo se conocieron nuevas revelaciones explosivas. El 'The Washington Post' publica que un mes antes de que Trump consiguiera la nominación republicana, el número uno de su partido en la cámara baja, Kevin McCarthy, dijo en una conversación privado con otros congresistas que Trump podría a estar a sueldo del Kremlin. “Creo que hay dos personas a las que Putin paga: Rohrabacher y Trump”. Algunos de los interlocutores rieron: “Lo juro por Dios”, apostilló McCarthy, quien luego se convertiría en un hombre cercano a Trump.

El otro de los mencionados, Dana Rohrabacher, es congresista republicano por California, conocido por su apoyo a Putin y también a la causa independentista catalana. En abril fue recibido por el president Puigdemont en la Generalitat.

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