CISMA RELIGIOSO

La Iglesia Ortodoxa Rusa rompe con Constantinopla

Moscú responde así a la decisión del patriarca Bartolomeo de reconocer una iglesia ucraniana independiente

Filaret (izquierda), patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania.

Filaret (izquierda), patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania. / periodico

Marc Marginedas

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No habrá actos u "oficios religiosos" en común. y los sacerdotes rusos no podrán participar en "liturgias" con los jerarcas del Patriarcado de Constantinopla. Estas son dos de las consecuencias que tendrán en el futuro inmediato la decisión de la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR) de romper los vínculos con la máxima autoridad religiosa ortodoxa asentada en la antigua capital del Imperio bizantino, anunciada este lunes en Minsk (Bielorrusia) tras la celebración de un sínodo.

"No podemos mantener el contacto con esta iglesia, que está en situación de cisma", ha anunciado en una concurrida rueda de prensa, retransmitida por la televisión estatal rusa, el obispo metropolitano Hilarión, al frente del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú. "Ninguna otra decisión podría haber sido adoptada por nuestro Santo Sínodo debido a la lógica de las acciones adoptadas recientemente por Constantinopla", ha continuado.

Según su opinión, la decisión del patriarca de Constantinopla Bartolomeo de conceder la "autocefalia" a la Iglesia nacional ucraniana y de levantar la excomunión al autoproclamado patriarca de Ucrania Filarión no se ajusta al "derecho eclesiástico" y no será reconocida por la IOR. "Esperamos que el sentido común prevalezca y que el Patriarcado de Constantinopla cambie sus relaciones de acuerdo con la realidad de la iglesia", ha resumido. 

Todas estas medidas ponen al cristianismo ortodoxo, que cuenta con unos 300 millones de fieles, al borde del cisma, habida cuenta de que la IOR es la más numerosa de todas las iglesias nacionales de las que se compone esta confesión.

La violencia, principal preocupación

Más allá de la ruptura, la principal fuente de inquietud radica en estos momentos en la posibilidad de que se producan estallidos de violencia en Ucrania entre religiosos y creyentes seguidores de Moscú por un lado, y del patriarca ucraniano Filaret por el otro. La IOR controla un mayor número de monasterios y sedes eclesiásticas, pero se atribuye un mayor número de feligreses a la recién reconocida Iglesia Ortodoxa Ucraniana

El Kremlin ya ha terciado en esta polémica religiosa, potencialmente explosiva y su portavoz Dmitri Peskov, ha prometido que el Gobierno de Rusia "defenderá los intereses de los ortodoxos, así como defiende los intereses de los rusos y los rusófonos", aunque también matizó que lo haría a través de medidas políticas y diplomáticas. Como era de esperar, estas declaraciones fueron interpretadas en Kiev como una amenaza, donde Mariana Betsa, portavoz del Ministerio de Exteriores, ha recordado que "palabras similares de protección de la comunidad rusohablante" fueron empleadas en el pasado por Moscú para justificar "su agresión contra Ucrania" en referencia a la rebelión de la insurgencia prorrusa en el Donbás.

Por su parte, el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, ha asegurado que no permitirá que el Kremlin "instigue una guerra religiosa" dentro de Ucrania. "Es una cuestión de seguridad nacional; es una cuestión de geopolítica mundial", ha continuado el jefe del Estado, cuyas posibilidades de ver renovado su mandato en las próximas elecciones presidenciales previstas para el próximo 31 de marzo se han visto impulsadas por el reconocimiento religioso procedente de Constantinopla. Bartolomeo, el patriarca estambulí, carece de las funciones y atribuciones de un Papa católico, pero si es una suerte de autoridad moral con capacidad para reconocer a las iglesias nacionales en las que se agrupa el cristianismo ortodoxo

Kiev acusa a la IOR de apoyar la anexión rusa de Crimea, de ponerse del lado de los rebeldes prorrusos en la guerra que les enfrenta al Gobierno central de Kiev en el este de Ucrania y de ejercer de correa de tranmisión del Kremlin entre la población rusohablante de Ucrania.