Hungría anuncia que someterá a referéndum el plan de reparto de refugiados

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, quiere seguir sacando partido de la retórica anti-inmigración que le ha dado tantos votos en el pasado y con la mirada puesta en las elecciones legislativas de dentro de dos años ha anunciado la intención de su Gobierno de celebrar un referéndum en Hungría sobre el plan de reparto de 160.000 refugiados, acordado el año pasado por la Unión Europea para aliviar la presión sobre Grecia e Italia y que de momento sigue siendo un rotundo fracaso.

“Hasta ahora nadie le ha preguntado al pueblo europeo si apoyan, aceptan o rechazan las cuotas obligatorias de inmigrantes”,  justificaba este miércoles el político ultraconservador durante una comparecencia ante la prensa. “La democracia es una de las bases más importantes de la UE. No podemos tomar decisiones sin consultar a la gente”, añadía advirtiendo de la necesidad de celebrar el plebiscito porque el sistema de cuotas modificará la identidad cultural y religiosa de Europa y cambiará la vida de las generaciones futuras. “El Gobierno responde al sentimiento actual. Los húngaros creemos que introducir cuotas sin el aval del pueblo equivale a un abuso de poder”, avisaba.

Hungría es uno de los pocos estados miembros -junto a Eslovaquia- que decidieron recurrir a finales del año pasado el sistema de cuotas pactado por los Veintiocho ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y según el cual está obligado a acoger en su territorio a poco más de 2.300 refugiados. Consciente de que mantener esta polémica viva le da muchos votos, el líder de Fidesz ha optado por tensar la cuerda un poco más y anunciar la consulta con la siguiente pregunta: “¿Quiere que la Unión Europea decrete, sin el consentimiento del Parlamento húngaro, la reubicación de ciudadanos no húngaros en Hungría?”.

SIN FECHA

Aunque de momento no hay fecha para el referéndum, la respuesta a juicio de algunos observadores de la política húngara es evidente. “Hace una pregunta que sabe que saldría no”, advierten en Bruselas. Aunque la Comisión Europea no ha querido pronunciarse sobre esta nueva decisión de Orbán, los frentes abiertos en torno a la crisis migratoria se le multiplican.

En las últimas horas, Bélgica se ha sumado a la lista de países que han puesto el espacio de libre circulación de Schengen en cuarentena con la reintroducción de controles policiales en su frontera con Francia. El objetivo es evitar que ante el posible desmantelamiento del campamento de refugiados de Calais esas personas crucen a Bélgica para intentar dar el salto desde ahí a Reino Unido.

Para ello hay cerca de 300 agentes de la policía local y federal movilizados que han interceptado y devuelto a Francia en las últimas 24 horas a unas 80 personas, la mayoría de nacionalidad afgana, llegadas desde la localidad francesa de Dunquerque en autobús. En la frontera –hay actualmente cuatro puntos de control fijos- les preguntan si quieren solicitar el asilo en Bélgica y si la respuesta es negativa automáticamente se les expulsa.

Si la respuesta es positiva, la idea es trasladarlos a Bruselas para continuar con el proceso de registro en la capital aunque hasta media tarde del miércoles ninguna persona lo había solicitado porque el objetivo de todos los interceptados hasta ahora, según el portavoz de la policía, Peter Dewaele, es meterse en algún camión que salga del puerto de Zeebrugge con destino a Gran Bretaña. “Queremos enviar la señal de que el paso es difícil. Tenemos que evitar a toda costa que se cree un campo de tiendas como el de Calais”, explica.

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