millones de panfletos

Guerra de globos en la frontera coreana

Seúl y Pionyang intercambian por vía aérea propaganda destinada a minar la moral del enemigo

Panfletos de propaganda norcoreana enviados en globo a Corea del Sur

Panfletos de propaganda norcoreana enviados en globo a Corea del Sur / periodico

Adrián Foncillas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los pasquines conservan un irresistible encanto artesanal cuando la intoxicación política cabalga en redes sociales y bots. Sobreviven en la península de Corea, ese fósil de la guerra fría, y conforman un trajín continuo sobre la frontera más militarizada del mundo: globos que a un lado y otro son inflados con helio y atiborrados de octavillas esperando el golpe de viento propicio. El temporizador los hará explotar para esparcir la propaganda y castigar la moral enemiga.

El flujo depende de los ánimos en la península y eso explica los récords históricos de los últimos meses. Más de dos millones de pasquines han sido recogidos en un año en suelo surcoreano, muchos de ellos caídos en Seúl (apenas a 60 kilómetros de la frontera) y algunos en las instalaciones de la Casa Azul presidencial. Pionyang ha añadido en los últimos meses alusiones poco caballerosas a Donald Trump. Un afiche lo representa con cuerpo de perro y un misil nuclear en la boca amenazando desde un atril a la ONU con destruir Corea del Norte ante la horrorizada audiencia. Otro lo muestra decapitado por un hacha.

Cedés con teleseries

También ha subido el tráfico en el sentido contrario por los esfuerzos de activistas y desertores empeñados en que sus compatriotas conozcan el mundo exterior. La oferta de lo que vuela hacia el norte incluye cómics satíricos que ridiculizan a los líderes, pasajes bíblicos, diarios con las noticias que Corea del Norte silencia, lápices de memoria y cedés con teleseries y artistas surcoreanas…

Los efectos son asimétricos. Los infantiloides panfletos norcoreanos solo arrancan sonrisas mientras los contrarios torpedean el blindaje al exterior que impone Pionyang. Esas series televisivas juveniles dificultan que los norcoreanos sigan creyéndose su paraíso socialista o que el sur sea un infierno de drogas, asesinatos y degeneración capitalista. La organización Human Rights Foundation calcula que el material enviado desde el 2013 ha sido visto por un millón de norcoreanos sobre una población de 24 millones. Los panfletos están ligados a la región desde la guerra de Corea. Los 2.500 millones lanzados por Estados Unidos eran suficientes para empapelar varias veces la península.