El Gobierno de Venezuela cierra la campaña electoral invocando a Chávez

“Cuando la lluvia llega, sentimos la presencia de nuestro comandante inmortal. Tenemos la certeza de la victoria perfecta”. Después de cantar una conocida tonada de amor con aires de barítono empapado, Nicolás Maduro abandonó su número musical y recobró la seriedad que reclama el momento. Y como si fuera un médium, un chamán de uniforme deportivo, el sacerdote de una religión estatal, el presidente invocó otra vez a Hugo Chávez para que, desde la ultratumba, ablande los corazones de los venezolanos que todavía tienen una relación emocional con el extinto líder bolivariano, pero están muy molestos con un Gobierno que no puede frenar la inflación alocada ni revertir una escasez que ha trastocado sus vidas. En medio de la tormenta, que parece ser no solo meteorológica, Maduro “habló” con “Él”. Le pidió fuerza. Y bajo el influjo de esa fuerza inmaterial interpeló a su auditorio que pobló la avenida Bolivar de Maracay, a 100 kilómetros de Caracas. “¿Ustedes se van a rendir por la guerra económica? ¿Le van a entregar el poder a la burguesía? Aquí no se rinde nadie”.

Aunque Maduro no compite en las elecciones legislativas del domingo, sabe que está en juego todo su capital político y mucho más. Los últimos sondeos auguran un triunfo de la opositora  Mesa de Unidad Democrática (MUD). Y si eso sucede, la relación de fuerzas en Venezuela podría cambiar de manera drástica. “Ellos dicen que están ganando las encuestas. El mismo cuento de hace 17 años”, refutó Maduro. En Caracas, mientras, Diosdado Cabello, el número dos del Gobierno, recordó también quién es el único candidato simbólico capaz de evitar la catástrofe política: “El domingo gana Chávez, que nos guía, nos orienta”.

La campaña más incierta

Al cierre de la campaña electoral quizá más reñida desde 1998, en medio de una debacle económica que se atribuye exclusivamente a los sabotajes empresariales y a la caída del precio del barrio del petróleo, Maduro, Cabello y todos los candidatos del Gran Polo Patriótico (GPP) no dejaron de advertir la difícil circunstancia que  atraviesa la “revolución”. Por eso, insistieron: cada chavista debe ir casa por casa a “conversar, persuadir, convencer” a diez de los suyos (padres, familiares, amigos, vecinos) que no pueden votar a los “pelucones (millonarios)” y “escuálidos”. 

En la Plaza Brión de Chacaito de Caracas, a metros del Bulevar de Sabana Grande, la MUD cerró su campaña con la certeza de un cambio histórico. El candidato José Guerra llamó a los humildes, la base social del chavismo, a darle la espalda. “Este Gobierno fracasó”. Otro aspirante, Jesús Abreu  subrayó, entre gritos de “y va a caer, y va a caer”, la necesidad de “motivar” a los indecisos para que se inclinen a favor de la oposición. 

Escenarios

Si la oposición obtuviera una mayoría simple (84 escaños) podría efectivamente aprobar una ley de amnistía que beneficiaría entre otros el líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, condenado a casi 14 años de prisión por incitación a la violencia. De lograr los tres quintos de los escaños (100 diputados), estaría en condiciones de aprobar un voto de censura contra los ministros. Hay un tercer escenario, con el que sueña la MUD y que la publicidad oficial presenta como una “pesadilla”: con dos tercios de los escaños tendría la capacidad de reformular profundamente el orden político. 

Pero primero, la MUD debe imponerse en las elecciones. La oposición exhortó a los militares a ser garantes de la transparencia ante las especulaciones de un eventual autogolpe .Ese escenario es considerado descabellado por el Gobierno. El embajador de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Bernardo Álvarez, acusó a “la derecha nacional e internacional” de llevar adelante una campaña que apunta a restarle legitimidad a la contienda en caso de un triunfo chavista. “Está concertado declarar que hubo fraude”. La Comisión Nacional Electoral solo aceptó la presencia observadora de una delegación de la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR) y de un grupo de expresidentes, entre ellos el español José Luis Rodríguez Zapatero y el panameño Martín Torrijos.

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