Informe final de la investigación

Un médico recomendó ingresar en un psiquiátrico a Lubitz, el piloto de Germanwings, dos semanas antes del accidente

La Aviación Civil francesa pide reforzar el control médico y psicológico de los pilotos

Andreas Lubitz, copiloto del avión accidentado en los Alpes, en su foto de Facebook.

Andreas Lubitz, copiloto del avión accidentado en los Alpes, en su foto de Facebook. / ANDREAS G LUWITZ

IRENE CASADO SÁNCHEZ / PARÍS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Andreas Lubitz, el piloto de la compañía Germanwings, filial de bajo coste de Lufthansa, sufría depresión. Fue en diciembre del 2014 cuando el joven alemán comenzó a mostrar síntomas de un episodio depresivo psicótico. Tras el diagnóstico, Lubitz consultó a varios médicos, pero ninguno de ellos alertó a la empresa o a las autoridades aéreas de sus problemas psicológicos. El 24 de marzo de 2015, cuatro meses después del diagnóstico, estrelló de manera voluntariade manera voluntaria el avión que copilotaba con 150 personas en su interior. Tan solo dos semanas antes de la catástrofe, un médico privado habría recomendado al piloto alemán ingresar en un hospital psiquiátrico.

Estos son algunos de los datos revelados en el informe final de la BEA (Oficina de investigación y análisis para la seguridad de la aviación civil de Francia) encargada de investigar el siniestro aéreo.  Según el ente francés, el dossier médico de Lubitz confirmó que el joven de 28 años sufría depresión, sin embargo, las “restricciones especiales” que le fueron impuestas no le impedían pilotar un avión comercial.

LÍMITES DEL SECRETO PROFESIONAL

Ante la dimensión de la catástrofe y con la idea de que el siniestro podría haber sido evitado, la BEA ha puesto sobre la mesa los límites del secreto profesionalArnaud Desjardins, uno de los expertos encargados de la investigación, recordó durante rueda de prensa en la que se presentó el informe, que “varios médicos privados sabían que (Lubitz) estaba enfermo” y “esta información no fue comunicada” a ninguna autoridad. Por este motivo, el ente francés plantea la necesidad de “establecer normas claras (…) para saber cuando es necesario romper el secreto médico”.

Andreas Lubitz estrelló de manera voluntaria el avión que copilotaba. Lo hizo media hora después del despegue del vuelo entre Barcelona y Düsseldorf, “ajustado de manera intencional las consignas del piloto automático para hacer descender el avión hasta su colisión” en los Alpes franceses. “Se encontró solo en la cabina de pilotaje” y se negó a abrir la puerta durante el descenso a pesar de la insistencia de la tripulación y “los repetidos golpes a la puerta” de acceso. Todas estas hipótesis del informe inicial de la BEA, realizado en mayo de 2015, han sido confirmadas casi un año después de la tragedia. Andreas Lubitz, en tratamiento psicológico desde hacía meses y en baja médica el mismo día del siniestro, premeditó el desastre.

El análisis de las dos cajas negras del avión, tanto la encargada de registrar las conversaciones de cabina como la que concierne a los parámetros más técnicos, ha permitido al ente francés corroborar una por una todas las sospechas. Sin embargo, en su informe final, la BEA abre un nuevo debate: ¿se podría haber evitado esta catástrofe? Según la fiscalía de Düsseldorf, Andreas Lubitz rompió y ocultó a la empresa aérea el documento que atestiguaba su baja por enfermedad. Si los médicos privados que trataron al joven piloto hubieran dado la voz de alarma, ¿nos encontraríamos ante el mismo escenario? Estas son algunas de las preguntas que deja en el aire el informe final de entidad francesa.

REFORZAR LOS CONTROLES MÉDICOS Y PSICOLÓGICOS

El mismo documento, publicado el domingo 13 de marzo, insta a reforzar los controles médicos y psicológicos de los pilotos para mejorar la seguridad de los aviones. Una recomendación ligada a los antecedentes psicológicos de Andreas Lubitz y, sin duda, a la negligencia de las autoridades médicas que no advirtieron, amparados por el secreto médico, de los problemas psicológicos del piloto.

En este contexto, el ente francés también recomienda que “las condiciones de control de los pilotos con antecedentes de problemas psicológicos sean definidas en el mismo momento en el que son declarados aptos para volar”.

La BEA no es la única institución aérea que recomienda reforzar los controles psicológicos de los pilotos; la AESA (Agencia Europea de Seguridad Aérea) lo hizo semanas después del siniestro. Como también pidió que se estableciese una base de datos a nivel internacional sobre el estado de salud de pilotos y copilotos. Advertencias y recomendaciones que aún no han sido asumidas por el grueso de compañías aéreas.

Pero el ente francés no solo exige medidas de control: también demanda otras de “acompañamiento” para no dejar pasar por alto la “reticencia de los pilotos a declarar sus problemas y a solicitar ayuda médica por miedo a perder su licencia de vuelo”.

El informe también hace referencia a otra de las polémicas: el sistema de seguridad de las puertas de la cabina, las puertas de los aviones comerciales permanecen siempre cerradas y bloqueadas durante el vuelo. Este sistema permite, además, que la persona que está dentro de la cabina bloquee la puerta e impida la entrada. Por este motivo, los miembros de la tripulación no pudieron acceder a ella una vez que Lubitz se negó a abrir.

Los expertos de la BEA aseguran que es necesario revisar todo el sistema de seguridad. A este punto se suma otra exigencia: la presencia de dos personas en la cabina en todo momento. Una medida que sí ha sido adoptada por diferentes compañías aéreas tras la catástrofe.