El Nobel premia los esfuerzos de paz de Santos en Colombia

El presidente Juan Manuel Santos, durante su alocución al país sobre el proceso de paz.

El presidente Juan Manuel Santos, durante su alocución al país sobre el proceso de paz. / periodico

ABEL GILBERT/ BUENOS AIRES

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{"zeta-legacy-phrase":{"name":"Juan Manuel Santos","position":"PrESIDENTE DE COLOMBIA","text":"Colombianos, este premio es de ustedes. Es por las v\u00edctimas y para que no haya una sola v\u00edctima m\u00e1s, un solo muerto m\u00e1s."}}Juan Manuel Santos recibió dos premios en uno en la inhóspita madrugada de Bogotá. El Nobel de la paz, obtenido por el esfuerzo realizado contra viento y marea para alcanzar un acuerdo con las FARC le asigna ya un lugar saliente en la historia colombiana y regional. Pero, por sobre todo, el valor de la distinción que se entrega en Oslo tiene un uso político y urgente en el presente. Santos, al recibir el Nobel, fortalece su autoridad interna, de alguna manera puesta en entredicho después del adverso resultado en el plebiscito que convocó para refrendar las negociaciones de La Habana.

En sus primeras palabras, el presidente dejó en claro que el galardón lo excedía: el esfuerzo para poner fin al conflicto armado había sido colectivo. “Este honroso premio es también un tributo a todas aquellas personas que tanto han contribuido a que estemos a punto de lograr esa paz tan anhelada, a los negociadores de ambas partes, y a tantas otras personas e instituciones que nos han apoyado”. Santos dijo recibir el reconocimiento “con gran humildad” y como un mandato para seguir trabajando sin descanso”.

Sin nombrarlos, les pidió a los adversarios y difamadores un gesto similar. “Colombianos, este premio es de ustedes. Es por las víctimas y para que no haya una sola víctima más, un solo muerto más”. El Comité Noruego, al premiarlo, no solo resaltó lo hecho sino lo que falta hacer. “Es urgente que Santos y el jefe de las FARC respeten el alto al fuego”, dijo su presidenta, Kaci Kullmann Five. Y no dudó en ese sentido resaltar el papel del jefe de Estado como “guardián” del camino transitado desde fines de 2012. Noruega ha jugado desde entonces un papel relevante. En Oslo se realizaron los primeros acercamientos entre el Gobierno colombiano y la guerrilla. El compromiso noruego fue más allá: se convirtió, junto con Cuba, en uno de los países garantes de las negociaciones que se desarrollaron en la isla.

DESPUÉS DEL TERREMOTO POLÍTICO

El resultado electoral del pasado domingo tuvo el efecto de un terremoto. Con el 'no' ganador en el referéndum, el horizonte de la paz se ennegreció. La noticia del Nobel ha llegado a Bogotá cuando todavía los protagonistas no habían salido de su estupor y empezaban las conversaciones con el bloque de opositores al acuerdo. El panorama vuelve a alterarse súbitamente.

{"zeta-legacy-phrase":{"name":"\u00c1lvaro Uribe","position":"ExPRESIDENTE COLOMBIANO","text":"Felicito el Nobel para el presidente Santos. Deseo que conduzca a cambiar acuerdos da\u00f1i\u00f1os para la democracia"}}

El expresidente Álvaro Uribe, el principal promotor de la impugnación no se demoró en advertir que las relaciones de fuerza habían vuelto a modificarse. Uribe felicitó a Santos pero no pudo ocultar su malestar por la noticia. “Deseo que (el Nobel) conduzca a cambiar acuerdos dañinos para la democracia”. El uribismo no tuvo ni siquiera tiempo de festejar su triunfo electoral. El jefe de campaña del 'no'  Juan Carlos Vélez, abrió la puerta de un escándalo mayúsculo al admitir que no solo que se dedicó a mentirles en las redes sociales a los colombianos sobre la naturaleza del acuerdo. También salió a la luz un financiamiento oscuro. Semana de Bogotá dijo al respecto que Uribe ha pasado “de héroe a villano”.

La revista no se demoró en detectar el “nuevo aire” que se respira por la combinación de estos varios acontecimientos: el Nobel de la Paz, el descubrimiento de las maniobras realizadas por el uribismo y las recientes y masivas marchas en favor de preservar la naturaleza de lo pactado en La Habana. El premio es un claro mensaje para Santos: debe “persistir” en medio de “las dificultades”. Para 'Semana', si la mitad de los colombianos dijeron 'no' en las urnas se debe más al “clima político” interno que a “los textos acordados”. Con el indudable apoyo internacional derivado del Nobel, Santos puede volver a la ofensiva. 

GIRO MACONDIANO

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El periodista y diplomático, Rodrigo Pardo García-Peña, describió con acierto lo que han sido los últimos días de Santos: vivió como una montaña rusa. Ha pasado de la derrota electoral a una victoria política. De esta manera, Colombia dio otro “giro macondiano”. No por nada, muchos se acordaron por estas horas del otro Nobel colombiano: Gabriel García Márquez. “Así es la vida de un hombre siempre acompañado de contradicciones. Un aristócrata que termina reconocido como un luchador por la paz, y con apoyo de la izquierda. Un político castigado siempre por las encuestas, que llega a la presidencia con la votación más alta de la historia. Un ministro de defensa que golpea a las FARC como nunca nadie había podido, y que termina firmando la paz con Timochenko”, valoró Rodrigo Pardo.

Nacido en 1951, en el seno de la más rancia elite política colombiana, Santos lleva el apellido familiar mucho más lejos de lo que hubieran supuesto los cultores del linaje. Su tío abuelo, Eduardo Santos Montejo, fue presidente entre 1938 y 1942, y dueño de' El Tiempo', el diario más influyente de Colombia. Pero esa figura reverenciada en la familia quedará ahora apenas como una nota al pie de la biografía del Premio Nobel de la Paz.