PULSO EN BRUSELAS

La frontera entre las dos Irlandas amenaza el avance de las negociaciones del 'brexit'

Un cartel con la leyenda 'Frontera dura, frontera blanda, ninguna frontera' en Derry, en Irlanda del Norte.

Un cartel con la leyenda 'Frontera dura, frontera blanda, ninguna frontera' en Derry, en Irlanda del Norte.

Begoña Arce

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Irlanda puede dar al traste con los deseos del Gobierno británico de desbloquear las negociaciones del 'brexit' en diciembre. Las relaciones entre Londres y Dublín se han ido agriando, a medida que pasan los meses y no se halla una solución para el futuro de la frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte. El joven Leo Varadkar, primer ministro irlandés, ha desatado la cólera del Gobierno de Theresa May al amenazar  con vetar el paso a la segunda fase de las negociaciones del 'brexit', si no se descarta definitivamente la posibilidad de controles fronterizos visibles entre las dos partes de la isla. Actualmente esa frontera no existe como tal.

En los tiempos a los que nadie quiere volver, previos al Acuerdo de Viernes Santo de 1998, la demarcación estaba claramente señalada por las torretas desde las que las fuerzas de seguridad vigilaban los movimientos de los comandos del IRA y de los contrabandistas. Esas torretas fueron demolidas tras la firma del acuerdo que puso fin a tres décadas de lucha sectaria en Irlanda del Norte. Desde entonces las relaciones entre Irlanda y el Reino Unido han mejorado enormemente. Hasta que llegó el 'brexit'.    

May esperaba que, una vez resuelto el pago de la factura del divorcio, se pueda comenzar a discutir las futuras relaciones comerciales en la cumbre de diciembre, dejando en suspenso la solución del problema irlandés. Dublín se opone en redondo a seguir adelante y el resto de los socios comunitarios parecen apoyarle. "Quien crea que, porque el acuerdo financiero ha sido resuelto, alguien puede palmear en el hombro a Irlanda y decirle que 'es el momento de avanzar', se equivoca. No nos vamos a mover", ha declarado el ministro de Exteriores irlandés, Simon Coveney. El pasado domingo el ministro británico de Comercio Internacional, Liam Fox, echó más leña al fuego al asegurar que el Reino Unido no resolverá la cuestión de la frontera hasta que se hayan acordado las líneas del acuerdo comercial con la UE. "No podremos tener una respuesta definitiva a la cuestión irlandesa hasta que tengamos una idea del estado final", afirmó. Fox es euroescéptico recalcitrante, al que no le importaría demasiado que las negociaciones acabaran en ruptura y sin acuerdo.

La cuadratura del círculo

Hallar la solución para la frontera irlandesa está siendo como buscar la cuadratura del círculo. El Reino Unido está decidido a marcharse del mercado único y la unión aduanera. Eso en principio implicará una frontera física con controles de pasaportes y aduanas. Funcionarios en Bruselas han sugerido que la forma de evitar una "frontera dura" era mantener las actuales regulaciones en el norte y el sur de la isla. Irlanda del Norte tendría así una reglamentación diferente al resto del Reino Unido. El jefe negociador, Michel Barnier, también ha advertido que la frontera es inevitable, a menos que el norte se mantenga en el mercado común, algo que la líder del Partido Unionista Democrático, Arlene Foster rechaza tajantemente. "No apoyaremos ningún arreglo que cree barreras al comercio entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido, o cualquier sugerencia de que Irlanda del Norte, a diferencia del resto del Reino Unido, deberá imitar las regulaciones europeas", señaló Foster.  Su partido, el DUP es la pieza que May necesita y de la que no puede prescindir para sobrevivir en Westminster después de perder la mayoría absoluta en junio.