Análisis

Europa, perdida en la cumbre

Rafael Vilasanjuan

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No es cierto que la razón principal para aplazar la cumbre euromediterránea sea que las conversaciones entre palestinos e israelís necesiten tiempo ¿Cuánto más tiempo requiere un conflicto histórico instalado hace más de 60 años en el centro del debate? Si fuera eso, si la verdadera razón para posponer la cumbre que tenía que celebrarse en junio en Barcelona es que los desencuentros podían acabar en fracaso, sería un error pensar que en noviembre la cosa pintará mejor.

La razón es otra más reciente y para nosotros, bastante más preocupante. El conflicto palestino es capaz de bloquear cualquier agenda, pero ¿acaso no hay nada más que debatir entre los 46 países de la Unión y la ribera mediterránea? No, el problema principal no es Oriente Próximo, lo que falla es Europa.

Tal vez sea injusto hacer balance de la presidencia española de la Unión Europea en función de las cumbres, pero no hace falta esperar para saber que no será recordada precisamente por ellas. Obama se encargó de cancelar la primera. En cuanto a la segunda, esta misma semana, si alguien consigue descifrar algún acuerdo que haya justificado la cumbre latinoamericana, tiene premio.

Con la cita mediterránea aplazada, ya veremos para qué, sería fácil hablar del fracaso de la diplomacia española, o decir que las cumbres nunca sirven para mucho, pero si nos centramos en estos tres encuentros –o desencuentros– es imposible no llevar la lectura un poco más allá.

Europa, primera economía mundial, es incapaz de ofrecer nada interesante aObama,ha dejado de ser un referente para los países latinoamericanos, que ni siquiera vienen a proyectar su futuro, o jugar un papel relevante en un conflicto que baña nuestras orillas.

La crisis económica nos tiene ensimismados, pero la Europa política va camino de una crisis peor. Nos creemos instalados en la cumbre pero, como en la economía, podemos despertar en un reino de fantasía para darnos cuenta que ya no somos nadie.