el reto de un continente

Europa más fortificada, la Unión más frágil

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Silvia Martinez

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Se dice que el papel lo aguanta todo y aparentemente así debe ser porque los 28 Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, pese a sus divisiones y discrepancias irresueltas, han conseguido cerrar este viernes un acuerdo político sobre uno de los asuntos que más envenenan las relaciones en Europa: la inmigración y el asilo. “Es demasiado pronto para hablar de éxito. Hemos conseguido un acuerdo pero esa es la parte más fácil. Lo difícil será aplicarlo”, ha admitido el presidente de la UE, Donald Tusk, tras un Consejo Europeo tenso que ha puesto al límite la capacidad negociadora de los dirigentes europeos.

El acuerdo incluye un férreo blindaje de las fronteras exteriores para alejar a los inmigrantes lejos de las costas europeas y dos novedades: la posibilidad de crear campos de refugiados en África y centros de retención de inmigrantes "controlados" en suelo europeo, ambos pagados con dinero europeo. “No es el mejor de los acuerdos pero es un acuerdo importante que permite seguir caminando con una perspectiva europea”, valoraba el presidente español, Pedro Sánchez, tras su estreno en una cumbre europea.

Cerrar un documento de conclusiones requirió de 9 horas, de las 13 y media que se prolongó la primera jornada del Consejo Europeo, y de la implicación directa en la redacción de los líderes de la UE que se vieron sorprendidos por la amenaza de veto de Italia al texto. El presidente galo Emmanuel Macron tomó las riendas para intentar calmar a su colega italiano Giusseppe Conte que llegó exigiendo solidaridad y “hechos” y no solo “palabras”.

Finalmente, después de tres borradores, decenas de reuniones bilaterales y varios recesos, los 28 anunciaban un pacto a las 4.34 de la madrugada del viernes. Un acuerdo de mínimos demasiado vago y de aplicación incierta que tanto Italia como Alemania pueden vender en sus respectivos países. El texto da su aval a que los gobiernos que lo deseen desarrollen pactos bilaterales para contener los movimientos secundarios de inmigrantes dentro de la UE y permite al Gobierno italiano vender la idea de que “Italia ya no está sola”.

La clave del acuerdo, que hizo que los países de Visegrado (Hungría, República checa, Eslovaquia y Polonia) así como otros países de la línea dura, levantaran el pie del bloqueo, es que todo el sistema será voluntario. Tanto la creación de los centros donde recibir a los inmigrantes en Europa como el reparto posterior entre los Estados miembros. “Cuando la gente llega a Europa, a países que tienen frontera exterior, deben ser atendida allí mientras no puedan ser enviados de vuelta”, ha defendido el austríaco Sebastian Kurz, que el 1 de julio asumirá la presidencia semestral de la UE.

El viraje de Europa hacia el blindaje ya ha recibido duras críticas de las organizaciones no gubernamentales preocupadas por la dirección que han tomado los 28. “Hay mucho de lo que preocuparse en las conclusiones pero quizás lo más alarmante es el aparente consenso para bloquear los rescates de las ONGs en el mar y fortalecer a los guardacostas libios. Una receta para más muertes en el mar y más brutalidad en tierra”, ha alertado la directora asociada para Europa de Human Right Watch, Judith Sutherland. “Reforzar las fronteras para atrapar a la gente en Libia no es la solución”, ha recriminado Médicos Sin Fronteras.

Centros europeos controlados

Es la gran novedad del acuerdo. La idea fue lanzada el sábado pasado por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, durante su rueda de prensa conjunta con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. Y, tras un largo tira y afloja con los países de Visegrado, reacios a establecer este tipo de instalaciones porque consideran que pueden generar un efecto llamada, ha sido incluida en el acuerdo político de la cumbre. Se trata de centros cerrados a los que trasladar a los inmigrantes rescatados en el Mediterráneo, que serán financiados y gestionados por la UE, y donde procesar con rapidez las demandas de asilo de aquellos que cumplan con los criterios para presentar una solicitud en la UE. Los que sean considerados inmigrantes económicos, mientras tanto, serán devueltos a sus países. La clave para que la idea haya sido aceptada es que estas instalaciones se crearán sobre una base voluntaria, lo mismo que el reparto posterior de los demandantes de asilo, que también serán distribuidos solo entre los Estados miembros que acepten recibirlos. “Todas las medidas en el contexto de estos centros controlados, incluida la reubicación y reasentamiento, será sobre una base voluntaria sin prejuzgar la reforma de Dublín”, dicen las conclusiones. Ni España, ni Grecia, ni Malta, ni Italia ni Francia han dado un paso al frente por lo que la viabilidad de la iniciativa sigue siendo una incógnita y desata muchas dudas. Macron, por ejemplo, pese a ser uno de los promotores de la idea, ha dejado claro que no albergará centros porque Francia no es un país de primera llegada.

Plataformas de desembarco regionales

El acuerdo también recoge la iniciativa sugerida desde el principio por Tusk. La creación en el norte de África de plataformas de desembarco regionales. Una especie de campos de refugiados a los que trasladar a los inmigrantes rescatados en el marco de operaciones de salvamento y rescate. El objetivo es destruir el modelo de negocio de los traficantes y eliminar los incentivos para evitar que la gente siga embarcándose en viajes peligrosos a través del Mediterráneo. La idea es poner en marcha este tipo de instalaciones en colaboración con el Alto Comisionado de la ONU para los refugiados y la Organización Internacional para las Migraciones. El compromiso reconoce que será necesario el acuerdo de países terceros. De momento, sin embargo, no hay países candidatos -en Bruselas ya suenan nombres como Túnez, Libia o Egipto- y la posibilidad de crear este tipo de plataformas es evidente que no es para mañana.

Movimientos internos en la UE

Las conclusiones también se hacen eco de lo que más preocupa a Alemania: los movimientos secundarios de solicitantes de asilo que se trasladan de un país a otro. Los 28 admiten que este fenómeno amenaza la integridad del sistema común de asilo y el espacio de libre circulación de Schengen. “Los Estados miembros deberían adoptar todas las medidas legislativas y administrativas necesarias para contener esos movimientos y cooperar estrechamente los unos con los otros”. Una especie de luz verde a los pactos bilaterales que Berlín ha firmado con España y Grecia para devolver a algunos de los inmigrantes que llegaron a su territorio tras entrar por otro país y un elemento que podría ser determinante para convencer a la CSU bávara de que retire el ultimátum a la cancillera alemana, Angela Merkel, y reinstale el consenso en Berlín.

Blindaje de las fronteras

Si hay un elemento que no genera dudas entre los gobiernos europeos es el del blindaje de las fronteras. Los 28 reconocen que un “control más efectivo” de las fronteras exteriores es vital para alejar a los inmigrantes del territorio europeo y las tesis de los países que exigen mano dura y un control férreo, de la mano de la agencia Frontex, se han impuesto. Hasta el punto de que los líderes europeos no solo refrendan su apoyo a los guardacostas libios sino que también hacen un llamamiento a los barcos de las oenegés que operan en el Mediterráneo para que “respeten la ley y no entorpezcan la actuación de los guardacostas libios”, ha recordado Tusk .

Dinero para África y Turquía

Los gobiernos europeos están dispuestos a sacar la chequera para lograr que países terceros sigan ayudando a frenar los flujos de inmigrantes hacia Europa. El acuerdo recoge el desbloqueo del segundo tramo de 3.000 millones de euros destinados a la Facilidad de refugiados de Turquía, para ayudar a los sirios que viven desplazados en el país, y la transferencia de 500 millones del Fondo Europeo de Desarrollo al Fondo fiduciario para África.