Ella es Ri Chun-hee, la 'Jordi Hurtado' de la televisión norcoreana

La presentadora que anunció el éxito del lanzamiento del misil lleva casi medio siglo ante las cámaras y ha anunciado las muertes de los líderes del país

ADRIÁN FONCILLAS / PEKIN

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La vibrante carrera nuclear norcoreana boicotea la jubilación de Ri Chun-hee. Ahí estaba de nuevo el martes, las cámaras al frente y el sagrado Monte Paektu a su espalda, con la emoción apenas embridada, anunciando que la República Popular de Corea (nombre oficial) disponía  “de un poderosísimo misil intercontinental que puede golpear cualquier punto del mundo en cualquier momento”. No ha habido noticia importante en el país durante más cuatro décadas que no comunicara Ri.

Su permanente demodé y sus choson chogori (vestido tradicional) rosas integran la Historia contemporánea norcoreana y apuntalan su fama global. Sólo en esa corte de los milagros postmoderna podría una venerable septuagenaria encadenar amenazas de destrucción orbi et orbe con el rictus severo del maestro rural. Pero a Ri le sobran tablas para lo que le echen: la inauguración de una fábrica de ladrillos, un ensayo nuclear o la muerte de algún querido líder. Solloza, ríe o se emociona según la noticia, y a veces lo hace todo en uno de sus larguísimos monólogos. Tanto da que sus sentimientos sean reales o el resultado de sus estudios de interpretación: el pueblo se la cree y su fidelidad está asegurada porque no hay más canales.

Ri, de 73 años, nació en la provincia de Gangwon durante la traumática ocupación japonesa en una familia pobre y estudió en la Universidad de Teatro y Cine de Pyongyang. Pronto fue elegida por el partido para la Televisión Central de Corea, empezó a salir en pantalla en 1971 y tres años más tarde ya era la presentadora estrella. La publicación norcoreana Chosun desvelaba en 2009 que sus primeros pasos fueron guiados “con ternura y fe” por Kim Il-sung, padre del país y abuelo del actual dictador. La revista también daba las claves de cómo Ri se había convertido en una “heroína de los trabajadores”. “Cada vez que habla, los telespectadores se emocionan. Cuando da las noticias o comunicados, los enemigos tiemblan de miedo”.

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TRES GENERACIONES DE PURGAS

Tiene mérito haber sobrevivido a las tres generaciones de una dinastía de purga fácil. Muchos de sus colegas y supervisores en los medios públicos han sido despedidos o enviados a campos de reeducación.

La desaparición de Ri sin explicaciones durante casi dos meses en 2011 estimuló los rumores. Reapareció entre sollozos para anunciar la muerte de Kim Jong-il, al igual que en 1994 había anunciado la de Kim Il-sung. El visionado de ambas noticias metaforiza al país con el reloj parado en el pasado siglo: el mismo vestido negro y peinado, los mismos gimoteos, la mismas inflexiones.

Ri está jubilada oficialmente desde enero de 2012 pero el régimen sigue llamándola para aliñar sus éxitos más rutilantes. El pasado año anunció la explosión de una (presunta) bomba de hidrógeno y la puesta en órbita de un satélite (presuntamente) meteorológico. Vive en su casa de la capital con su marido, hijos y nietos, disfrutando de comodidades infrecuentes en el país y dedicada a formar a las nuevas presentadoras. El secreto de su inmarchitable éxito, ha explicado, reside en hablar con delicadeza en lugar de gritar.

No cuesta descubrir la “escuela Ri” en las nuevas caras de los noticieros. La pionera pretende echarse a un lado. “Muchas presentadoras son más jóvenes, más guapas y más apropiadas para salir ante los telespectadores”, dijo en una entrevista en 2012. Un lustro más tarde, Kim Jong-un no piensa en esas jóvenes y guapas cuando tiene que aterrorizar al mundo.