LA SEGUNDA REVOLUCIÓN EGIPCIA

El Ejército destituye a Mursi y retoma las riendas de Egipto

Un grupo de egipcios muestran su alegría ante el despliegue de los tanques, ayer.

Un grupo de egipcios muestran su alegría ante el despliegue de los tanques, ayer.

J. GIORGI / A. ATTANASIO
EL CAIRO

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El presidenteMursiha caído. A la nueve de la noche de ayer el comandante de lasFuerzas ArmadasdeEgipto, el generalAbdel Fatah al Sisi, anunció haber comunicado a Mursi el cese en su cargo como presidente de la República. Rodeado de los líderes de las diferentes confesiones religiosos del país y de lospartidos políticosde la oposición, entre los que se encontraba el coordinador del Frente de Salvación Nacional, Mohamed El Baradei, Al-Sisi anunció entre otras medidas la suspensión temporal de laConstitución, lo que equivale a un golpe militar contra un Gobierno elegido en las urnas.

«ElEjércitointentó alcanzar un pacto de reconciliación nacional que incluyera la presidencia. Sin embargo, las Fuerzas Armadas sintieron que el pueblo estaba pidiendo ayuda», explicó, e insistió en que el Ejército no pretende gobernar, sino restablecer el curso nacional. La hoja de ruta de las Fuerzas Armadas prevé un Gobierno de transición conformado por tecnócratas y que el presidente del Tribunal Constitucional asumirá los poderes presidenciales de forma interina.Adli Mansur, de 68 años, convocará elecciones presidenciales anticipadas, y se renovará el Parlamento.

Tras el anuncio de la destitución, un estruendo de alegría estalló en las calles. En la plaza Tahrir, el cielo se iluminó con los colores de los fuegos artificiales, mientras cientos de miles de personas explotaron eufóricamente. El fragor de los petardos y bocinas respondían a los gritos y vítores de hombres, mujeres y familias enteras que abarrotaban la plaza desde la tarde.

AGUA PARA LA MULTITUD/ Desde un camión de una empresa de agua mineral, los empleados lanzaban botellas de líquido a la muchedumbre para aliviar las tensiones acumuladas toda la tarde. Cientos de vendedores ambulantes exhibían con entusiasmo globos, silbatos y camisetas con enseñas nacionales, mientras los carros de los vendedores de higos chumbos y altramuces no daban abasto. Las aceras de las tiendas de comida, por su parte, estaban abarrotadas de basura acumulada en las últimas horas debido a la gran cantidad de gente que se había acercado a las inmediaciones deTahrir.

EnEl Cairo, la gente saludaba con el signo de la victoria a los militares que hacia las cinco de la tarde, tras vencer el ultimátum al presidente, se habían lanzado a las calles. Algunos de los accesos a la ciudad y dos de los principales puentes fueron ocupados por tanques ligeros, vehículos acorazados y soldados armados, mientras que por las calles los vehículos militares se abrían paso entre aclamaciones. Los mandos egipcios mantuvieron informados en todo momento sobre sus movimientos a sus aliados de EEUU. tanto al secretario de Defensa, Chuck Hagel, como al jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Martin Dempsey.

DESAFÍO ISLAMISTA/ Mientras, los simpatizantes del presidente Mursi y de losHermanos Musulmanes, reunidos cerca de la mezquita Raba al Adwiya, desafiaban la presencia de los uniformados que rodeaban la zona. «Soy el único presidente legítimo de Egipto», afirmó Mursi, citado por un periodista local. A través de su cuenta en Facebook, Mursi hizo un llamamiento a resistir «pacíficamente» ante lo que calificó como «un golpe de Estado». Asimismo, pidió a los altos mandos militares y a los soldados que cumplieran con la Constitución y la ley y no respondieran a las directrices marcadas por las Fuerzas Armadas, haciendo hincapié en un desarrollo sin violencia.

«No puedo contener mi felicidad», afirmó Ioussef Fawzi, un ingeniero eléctrico de 29 años que en la frente llevaba, pintado en rojo, el mensaje «Larga vida para Egipto». «Lo estaré festejando por las calles hasta el amanecer», gritó, mientras alcanzaba a sus amigos, que aplaudían a un hombre que mostraba una enseña de dos metros de largo. Algunos metros más adelante, Fathy Snour, un profesor de primaria de 50 años, caminaba junto a sus hijos en dirección a Tahrir. «Quiero que mis niños vivan en paz. Es un momento muy importante para nuestro país. El islam es para todos, no solo para un partido».

«Habrá un periodo de transición de seis a ocho meses hasta que se convoquen nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias», afirmó Hani Raslan, analista del Centro de Estudios Políticos y Estratégicos Al-Ahram de El Cairo. Muchos expertos coinciden en que Mohamed El Baradei, Nobel de la Paz del 2005, podría ser uno de los firmes candidatos a la presidencia. «No sé quién será el próximo presidente, pero no importa. Ahora lo que importa es que se ha ido Mursi», remató Raslan.

La opinión general de los manifestantes interpelados ayer coincidía en que Mursi y los Hermanos Musulmanes debían abandonar el poder, mostrando optimismo hacia el futuro, sin importar quién asuma las riendas del país. Tras cuatro días sacándole la tarjeta roja, anoche la plaza Tahrir logró expulsar a Mursi y volvió a celebrar otra victoria.