#BRINGBACKOURGIRLS
Dos años sin las chicas de Chibok
Un total de 219 estudiantes nigerianas permanecen aún en paradero desconocido tras su secuestro el pasado 14 de abril de 2014 por parte del grupo terrorista Boko Haram
Con las familias rotas y la esperanza mermada. Tras haberse cumplido los dos años de la desaparición de las 219 estudiantes de la ciudad nigeriana de Chibok, los familiares siguen su lucha. Un total de 219, de las 276 chicas que fueron secuestradas el 14 de abril del 2014, permanecen en paradero desconocido y sus nombres se suman ya a la larga lista de los cerca de 2.000 jóvenes que, según Amnistía Internacional, han sido abducidos por el grupo terrorista Boko Haram desde el 2014 para ser usados como combatientes, esclavas sexuales e incluso terroristas suicidas.
Un par de bufandas y algunos objetos personales. Eso es todo lo que encontraron los familiares de las chicas que salieron al bosque de Sambisa, aledaño a la zona de Chibok en la que se encontraba el colegio, tras constatar la falta de actuación y respuesta gubernamental tras el secuestro. El expresidente nigeriano, Goodluck Jonathan, ha sido el más claro ejemplo de la falta de interés y responsabilidad que demostró el Estado nigeriano, pues tardó cerca de tres semanas en realizar cualquier tipo de declaración acerca de los secuestros -una actuación que le valió una derrota electoral en el 2015 frente a su opositor Muhammadu Buhari, por primera vez en la historia del país.
INICIATIVAS SIN RESPUESTAS
Muhammadu Buhari, tras ganar las elecciones, ordenó el pasado enero una nueva investigación por los secuestros de las chicas que tantas veces han sido desmerecidos, y hasta negados. "Las negaciones de un suceso suelen ser, sin duda, a consecuencia del miedo", explica Asia Muhammed-Oyebode, hija de Murtala Muhammed, un líder nigeriano asesinado en los 70. "Las mentes de muchos nigerianos se niegan a aceptar que lo que ocurrió es real, porque eso implica aceptar que les podría pasar a sus hijas", explica Muhammed-Oyebode.
Muhammed-Oyebode empezó una campaña dedicada a no perder la memoria de las 219 chicas que hoy por hoy continúan secuestradas y empezó a recorrer las casas una por una en busca de imágenes e historias de estas chicas que permitieran conocer la realidad de sus vidas cotidianas.
"He conocido a muchas personas que no creen que el secuestro sucediera y lo consideran una artimaña política para debilitar al anterior Gobierno. No se puede tolerar", explica la directora de la fundación Murtala Mohammed Foundation. Sin ir más lejos, durante el pasado mes de marzo, un gobernador estatal nigeriano, Ayodele Fayose, negó, en público y en diversas ocasiones, la existencia del secuestro.
La iniciativa de Muhammed-Oyebode no ha sido la única en estos dos años que ha tratado de poner cara o nombre a las chicas o ha tratado de presionar por su liberación. Yakubu Nkeki es Presidente de la Asociación de Padres de las Chicas secuestradas de Chibok, y con su esfuerzo y dedicación consiguió establecer la cifra exacta de chicas secuestradas yendo puerta por puerta y pidiendo pruebas a los padres que alegaban haber perdido a una de sus hijas que lo demostraran
."Fui en bici, de pueblo en pueblo, durante dos semanas pidiendo nombres y fotos de las chicas. Pedí pruebas y los padres me enseñaron los libros de sus hijas para que pudiera comprobar el nombre que usaban en la escuela", explica Nkeki. "No sabemos en quién confiar", asegura, diciendo que ha recibido varias amenazas ya por su intento de mantener a las niñas dentro de la agenda mediática.
SEGUIR EL RASTRO
Hace poco más de dos meses, uno de los padres de dos hermanas secuestradas por Boko Haram recibió una llamada del número de una de sus hijas de la que no sabe nada desde que el 14 de abril del 2014 le llamara por última vez desde uno de los camiones en los que se llevaron a las 276 jóvenes de su escuela de Chibok. Alertado, acudió a casa de Nkeki. "Me preguntaba nervioso que qué debía hacer. Llamamos juntos", explica Nkeki, que escuchó una voz masculina al otro lado del aparato que le decía que no volviera a llamar al teléfono móvil de su mujer o le mataría.
Tampoco cambió mucho las cosas, la gran movilización en las redes sociales alrededor del hashtag #Bringbackourgirls, tuiteado más de 3,3 millones de veces en 2015, que pedía la liberación de las chicas. La primera dama estadounidense, Michelle Obama, y Malala Yousafzai, la estudiante paquistaní tiroteada por los talibanes tras manifestarse a favor de la educación de las niñas, son tan sólo dos de las muchas personalidades que mostraron su apoyo a una causa, que hoy por hoy, continúa sin resolverse.
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