ELECCIONES PRESIDENCIALES

Chile vota para dirimir el igualado pulso entre Piñera y Guillier

Ninguno de los candidatos suscita grandes adhesiones y ambos son considerados por sus partidarios males menores

Colegio electoral en el Estadio Nacional de Santiago de Chile

Colegio electoral en el Estadio Nacional de Santiago de Chile / periodico

Abel Gilbert

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Los chilenos salieron este domingo a votar con el corazón en la boca. La segunda vuelta electoral incorporó un inesperado dramatismo en un país acostumbrado a la previsión. El magnate Sebastián Piñera y el periodista Alejandro Guillier, los candidatos de la derecha y el bacheletismo, no despiertan grandes pasiones. Ganará finalmente el que sea considerado el mejor de los males menores. Si es que los encuestadores no vuelven a equivocarse, la pelea promete ser muy igualada, sufragio a sufragio. “Esperamos el resultado con humildad, pero con mucha esperanza”, dijo esta mañana Piñera, convencido de que la noche le llegará con buenas noticias. “Yo creo que hoy día vamos a ganar, pero lo importante no somos los candidatos, son los chilenos. Hoy es el comienzo, no el fin”. El magnate llamó a “esperar tranquilos” los resultados. “Conozco a mis compatriotas y sé que elegirán el mejor camino”. Como era de suponer, Guillier también derrochó optimismo. “Hicimos bien la pega (el trabajo de campaña). La segunda vuelta estuvo impecable. No hubo errores”, dijo, convencido de que la coalición que representa se impondrá “por unos dos o tres puntitos”. 

Piñera no imaginó una situación tan incierta. El multimillonario pensaba que ganaría la primera vuelta del 19 de noviembre con un 45% de los sufragios. Pero se estacionó en un 36% y puso en peligro su retorno al Palacio de la Moneda. Guillier cosechó un 22,69%. Sin el 20% de los que hace casi un mes se inclinaron por Beatriz Sánchez, la abanderada del izquierdista Frente Amplio, en cierto sentido la versión chilena de Podemos, será muy difícil cantar victoria para la derecha.

"Chilezuela"

La posibilidad de una derrota ha puesto los nervios de punta al empresariado. El Banco Central de Chile tuvo que salir el viernes a intervenir en el mercado de un modo inédito para asegurar liquidez en dólares. El miedo a una imaginaria “Chilezuela” agitado por los sectores más conservadores ha impactado en la bolsa. La moneda se debilitó hasta un 4,4%. Piñera ha afrontado en estos días de campaña un verdadero dilema. Cada vez que se inclinó más hacia la derecha, para preservar los votos que ofrece el pinochetista confeso Antonio Kast, espantó a los moderados. Y cuando les tendió la mano, prometiéndoles una Administración liberal y razonable, provocó el disgusto de los nostálgicos del tirano, que representan por lo menos un 8% del electorado.

Guillier tampoco lo tiene fácil. Es un socialdemócrata de bajas calorías. El Frente Amplio debió poner entre paréntesis su programa anticapitalista y llamó a apoyarlo. Durante meses se mofó del periodista y su falta de templanza. Pero sus dirigentes creen que si Piñera se impone, Chile puede afrontar una regresión política importante. Y por eso llamaron a votar “contra” el potentado más que a favor de un Guillier que, para congraciarlos, se fotografió con el expresidente uruguayo José Mujica.

La desigualdad

Gane quien gane, Chile tiene una asignatura pendiente que los años de transición democrática agudizaron. La economía chilena, aplaudida por los inversionistas, símbolo de la estabilidad y la confianza, se funda sobre una desigualdad que los años de crecimiento no han podido mitigar. De acuerdo con el Banco Mundial, el 5% de los chilenos reciben el 51,5% de la renta nacional. Algunos analistas consideran que ese desequilibrio es la fuente de un profundo desencanto con la política. En la primera vuelta solo el 46% de los chilenos fueron a votar.  Después de sufragar en Santiago, y con la mirada puesta en el sur del país, donde el aluvión en un pueblo cercano a la zona de los lagos provocó al menos 18 desapariciones, la presidenta Michelle Bachelet hizo un expreso llamado a la población para romper con la indiferencia política que se teme endémica. “Deben hacer oír su voz a través del voto” y, de esta manera, escoger “el tipo de país en el que queremos vivir”. Los chilenos, finalizó, deben “sumarse y no restarse” de los procesos electorales.

A pesar de esa corriente de apatía, no es lo mismo que venza Piñera o su contrincante. El magnate promete cambios drásticos, avalado ahora por el giro a la derecha de la región. Guillier se presenta como el heredero posible de una Bachelet que, pese a su acotada popularidad, concluye su segundo mandato con una ley para el acceso gratuito a colegios y universidades y una reforma impositiva que provocó cólera en sectores del empresariado.

Durante su gestión quedó abolida la ley electoral de la dictadura que impedía la entrada de las minorías políticas al Parlamento, se aprobó la unión civil entre homosexuales  y el derecho al aborto. Finaliza su Gobierno con un magro crecimiento, del 1,4%, debido a la caída de los precios internacionales del cobre, el principal producto exportable. No ha podido avanzar mucho en la mejora del servicio sanitario ni en el problema de las pensiones: el sistema privado que creó la dictadura empezó a dar sus frutos amargos en los últimos años. Las pensiones que reciben los chilenos son de un promedio de 300 euros. El Frente Amplio le exigirá a Guillier, si triunfa, coraje para avanzar en un tema que ha provocado indignación colectiva.

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