Análisis

Dilemas turcos

Distribuidos por Irak, Siria y Turquía, entre 40 y 55 millones de kurdos constituyen para muchos el mayor pueblo sin Estado

Cristina Manzano

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Más de 130.000 kurdos sirios podrían haber cruzado la frontera con Turquía en apenas tres días, un volumen sin precedentes en tan breve espacio de tiempo, desde que comenzó la tremenda guerra de Siria. Como en tantas otras ocasiones, lo que empieza por un récord en la lista de horrores por la que atraviesa la región, se convierte rápidamente en una aguda crisis humanitaria y varios dilemas políticos.

Entre los dilemas, la decisión de Turquía de cerrar algunos pasos fronterizos con el Kurdistán sirio, ante la posibilidad, muy real, de que la avalancha continúe. Se calcula que unos 450.000 kurdos viven al norte de Siria, una región que está sufriendo el implacable avance del Estado Islámico (EI). Siria y Turquía comparten cerca de 900 kilómetros de frontera y la presión de los refugiados sirios ya es muy palpable en diversas zonas.

Ankara también se enfrenta al dilema de tener que actuar para contrarrestar las acusaciones -sobre todo occidentales- de hacer la vista gorda ante las actividades logísticas y financieras de EI en territorio turco. Es más, la reciente liberación de más de 40 turcos que estaban secuestrados por los yihadistas no ha dejado de levantar algunas suspicacias.

Encima de la mesa está el debate de si crear una zona de reserva en el lado sirio de la frontera, que sirviera de parapeto a EI pero también ofreciera un lugar seguro para los refugiados. Pese a las ingentes dificultades que una iniciativa así implicaría -empezando por la necesidad de involucrar a la comunidad internacional- algunos expertos indican que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, podría plantearlo en el marco de la inminente asamblea de Naciones Unidas.

Esperanzas de paz

El dilema, por último, de la larga y compleja relación de Turquía con los kurdos. El conflicto entre el gobierno otomano y el Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), en su lucha por la independencia, ha derivado en unas esperanzadoras conversaciones de paz. Ello, unido al respaldo turco a la región autónoma kurda de Irak, podría convertir al antiguo enemigo en el mejor, o uno de los mejores valedores, de un posible y futuro Estado kurdo. Esta posibilidad, solo factible a largo plazo, ha cobrado fuerza con la evolución de los tumultuosos acontecimientos en la zona. Distribuidos fundamentalmente entre Irak, Siria y Turquía, entre 40 y 55 millones de kurdos -no hay cifras certeras- son para muchos el mayor pueblo sin Estado.

En ese magma en que se ha convertido la zona, con la violencia indiscriminada de Siria unida al avance del Estado Islámico y su nueva parafernalia, brutalidad y retórica, lo que no deja de aumentar es la cifra de desplazados a causa del conflicto y de sus múltiples repercusiones. Más de 3 millones de personas han tenido que abandonar todo lo que tenían para buscar refugio en otro lugar.

Es, sobre todo, una enorme crisis humanitaria a la que la opinión pública podría, peligrosamente, estar acostumbrándose. Pero es también un polvorín de inestabilidad por la presión que añade a otros países como Líbano y Jordania.