EL FUTURO DE LA UE

La deriva autoritaria de Polonia pone en jaque a la Unión Europea

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ELISEO OLIVERAS / BARCELONA

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Polonia se está adentrando en una senda autoritaria siguiendo los pasos de la Hungría del primer ministro Viktor Orbán. Las decisiones, proyectos y declaraciones de los dirigentes del partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS) en los dos meses transcurridos desde que logró la mayoría absoluta en las elecciones del 25 de octubre han confirmado los peores temores que despertó su retorno al poder.

Por primera vez desde el restablecimiento de la democracia en Polonia, un único partido controla de forma absoluta el poder ejecutivo (Gobierno y Presidencia de la República) y el legislativo (Cámara de Diputados y Senado) y ahora intenta extender ese control al poder judicial, los medios de comunicación y las instituciones del país.

REFORMA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

La reforma 'express' del Tribunal Constitucional aprobada esta semana por la Cámara de Diputados y el Senado para asegurar el control del partido sobre la institución y sus decisiones es el primer paso del nuevo Gobierno en su declarado objetivo "de remodelar Polonia" a la medida de los planteamientos ultraconservadores y nacionalistas del PiS. El líder del partido, Jaroslaw Kaczinski, que mueve los hilos del poder sin detentar ningún cargo público, ha calificado de "traidores a la patria" a quienes critican las decisiones gubernamentales.

La deriva autoritaria del Gobierno polaco, que preside Beata Szydlo, ha abierto un nuevo frente en una Unión Europea (UE) desbordada por las crisis sin resolver. Desde las instituciones europeas se han formulado ya las primeras advertencias. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, ha calificado el comportamiento del PiS de "golpe de Estado", la Comisión Europea ha enviado una carta a Varsovia pidiendo retrasar la aplicación de la reforma hasta verificar que respeta los principios democráticos y el ministro de Asuntos Exteriores luxemburgués que asume la gestión semestral de la UE, Jean Asselborn, ha advertido a Polonia que no prosiga por la senda autoritaria.

CON DESAFÍO

El Gobierno polaco ha acogido con desafío esas advertencias, alentada por el ejemplo de Hungría, aunque anunció este viernes que había pedido la opinión del Consejo de Europa sobre la polémica reforma. Orbán ha aplicado su programa autoritario sin graves obstáculos y con meros maquillajes para contentar a la Comisión Europea, aprovechándose de la impunidad que le confiere la pertenencia de su coalición Fidesz al Partido Popular Europeo (PPE), la fuerza política que domina las instituciones de la UE y la mayoría de gobiernos europeos.

La reforma del Tribunal Constitucional polaco suprime la referencia a la independencia política de la institución, exige que las sentencias estén respaldadas por una mayoría cualificada de dos tercios en lugar de la mayoría simple actual y establece que las decisiones deben adoptarse con la presencia mínima de 13 de los 15 jueces de la institución para impedir que pueda adoptarse cualquier decisión sin los cinco nuevos miembros nombrados de urgencia por el PiS. La reforma alarga a seis meses el plazo mínimo antes de que el tribunal pueda pronunciarse sobre un tema, frente a las dos semanas actuales, y obliga a la institución a resolver casos por orden cronológico para evitar que pueda cuestionar con eficacia las decisiones que planea el Gobierno.

PROYECTOS LEGISLATIVOS

La reforma del Constitucional ha venido precedida de una serie de medidas reveladoras, como los proyectos legislativos para limitar la inmunidad del Defensor del Pueblo y del Presidente del Tribunal de Cuentas; los planes para depurar los medios de comunicación públicos de periodistas críticos; el proceso de depuración en la Administración y las empresas públicas; la amnistía al exdirector de los servicios de seguridad Mariusz Kaminski, condenado este año a tres años de cárcel por abuso de poder, y su nombramiento como ministro; el intento del ministro de Cultura de prohibir una obra teatral de la Premio Nobel austriaca Elfriede Jalinek; el nombramiento como ministro de Defensa del antisemita Antoni Macierewicz, que ha acusado a Lech Walesa y otras personalidades de ser agentes rusos; y el reciente asalto policial de madrugada al centro de contraespionaje polaco-eslovaco en Varsovia vinculado a la OTAN para imponer nuevos jefes.

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La moderación mostrada por el PiS en la campaña electoral ha resultado ser una estratagema para disipar los temores que despertaba su anterior etapa en el poder del 2005 al 2007, en que gobernó en coalición con el partido de extrema derecha Liga de las Familias Polacas y el extremista Partido de Autodefensa.

LEJOS DEL MODELO DE DEMOCRACIA LIBERAL

Los dirigentes del PiS no ocultan que su modelo es Orbán, que anunció el año pasado su intención de construir "un nuevo estado" alejado del modelo de democracia liberal europea. Frente a las críticas de la UE, el ministro polaco de Asuntos Exteriores, Witold Waszczykowski, ha respondido que "existen diferentes formas de democracia",  en línea con los planteamientos de Orbán.

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La supresión de la bandera europea de la sala de conferencias de prensa del Gobierno polaco también anunció un cambio radical de actitud de Varsovia hacia la UE y el retorno a las tensiones del pasado. De momento, el nuevo Gobierno ya ha rechazado la cuota de refugiados que acabó aceptando a regañadientes el anterior gobierno centro-liberal de Plataforma Cívica (PO).

El nuevo Gobierno está causando asimismo una profunda división en la población, con manifestaciones multitudinarias a favor y en contra. El 56% de los polacos cree que la democracia se encuentra en peligro en su país, según un reciente sondeo, y numerosas personalidades han expresando su malestar, como el ex presidente e histórico líder de Solidarnosc Lech Walesa, que ha acusado al Gobierno de "actuar contra los logros de Polonia y contra la libertad y la democracia".