ENTREVISTA

Dalia Ghanem: "Las mujeres juegan un rol cada vez más activo en el Estado Islámico"

La investigadora del Carnegie Middle East Center, experta en radicalización y yihadismo, vaticina que el EI nunca desaparecerá mientras no se combata su ideología

Dalia Ghanem-Yazbeck, en el Institut d'Estudis Catalans, en Barcelona.

Dalia Ghanem-Yazbeck, en el Institut d'Estudis Catalans, en Barcelona. / periodico

MARTÍ BENACH / BARCELONA

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Dalia Ghanem-Yazbeck (Argel, 1982), experta en violencia extremista y radicalización, investiga para el Carnegie Middle East Center, con sede en Beirut, la implantación del movimiento yihadista en la región del Sahel. También ha indagado sobre el desconocido papel de las mujeres en la organización del Estado Islámico. Recientemente, intervino en Barcelona en un simposio sobre seguridad y extremismo violento en la región euromediterránea, organizado por el IEMed, al que asistieron  más de 100 expertos de 'think tanks' de 22 países europeos y del sur y este del Mediterráneo.

-Lo sabemos casi todo del terrorismo en Oriente Próximo, pero apenas nos llega información del Magreb o del Sahel. ¿También allí crece la actividad terrorista?

-Es difícil trazar el mapa de todos los grupos, porque las lealtades y obediencias van cambiando. Muchos fueron en origen islamistas o yihadistas por conveniencia. Sin embargo, hay claras tendencias, y el mayor desafío a nivel de seguridad para el Sahel y el Magreb, y por extensión para Europa, es Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Sus orígenes se remontan a los años 90, en Argelia. Surgió de las cenizas del Grupo Salafista para la Predicación y la Yihad. Al desaparecer, algunos de sus miembros crearon su propio grupo yihadista, y en el 2006 juró lealtad a Al Qaeda. En el 2007 cambió su nombre por el de AQMI.

-¿Sigue siendo la mayor amenaza en esta región?

-Por supuesto, es una gran amenaza, un grupo resiliente. Solo en Mali ha perpetrado 227 atentados, y en Argelia, más de 400. A finales del 2009, inició una nueva estrategia, la 'sahelarización': entendió que los países del Sahel, con profundos problemas socioeconómicos, eran un terreno fértil para extender su ideología. Y ha sido capaz de moverse desde Argelia hasta Mali, Níger, Burkina Faso... Tiene el cuartel general en el sur de Libia, y es difícil perseguirlo por la porosidad de las fronteras y porque las comunidades locales les ayudan y les esconden. Esta es la fuerza de AQMI: ha sabido incrustarse en el tejido social de la región.

-Tras el fracaso de las revueltas árabes, la decepción y la frustración han hecho mella en la juventud. ¿Podría ser una causa común de radicalización en el norte de África?

-He estudiado la cuestión de la radicalización desde el 2003, y de mis investigaciones y charlas con exyihadistas he aprendido que resulta muy difícil trazar un perfil común. Cada historia personal es única y en el proceso de radicalización siempre hay varias motivaciones. Pueden ser ideológicas, económicas... y hace falta un aglutinante. A veces, podría ser la venganza ante la violencia indiscriminada de las fuerzas de seguridad. Otro factor muy importante son las conexiones sociales, cómo, por ejemplo, la amistad, la conveniencia y la condición de discípulo juegan un rol importante en este proceso.

-¿Cómo se llega hasta el final del proceso?

-Naturalmente, hay varias etapas en la radicalización. Primero, necesitas conocer la ideología salafista, que te llega a través de la red social, internet, amigos, familiares… Luego necesitas ser convencido. Pueden pasar seis meses o tres semanas, depende, pero nadie se levanta un día por la mañana convertido de pronto en terrorista. Al final, alguien de tu propio círculo te ofrece entrar en la red, y una vez dentro, ya no puedes volver atrás, estás demasiado involucrado. El grupo recurre a lo que sea para impedir que te marches, incluso a coacciones y engaños.

-Algunos informes apuntan la tendencia de una mayor incorporación de mujeres al Estado Islámico (EI), donde están adquiriendo un nuevo protagonismo.

-Sí, en el 2014 ya escribí que el Daesh estaba movilizando mujeres para ejecutar un papel más activo, y llegará un momento en que serán combatientes. Hace unos meses, el EI envió una mujer francotiradora a Sirte (Libia), y hace tres semanas, enviaron francotiradoras a Mosul. Por desgracia, existe la percepción de que son agentes de paz y solo pueden ser víctimas, y esto es muy peligroso. Los gobernantes las siguen llamando 'mujeres migrantes', dando por supuesto que no luchan, cuando juegan un papel muy importante en el reclutamiento, el abastecimiento y la crianza de sus hijos en la ideología yihadista. Probablemente jugarán un rol aún más activo en el futuro.

-¿Qué hace que estas mujeres decidan unirse al Estado Islámico?

-Las mujeres son personas racionales y actores políticos, y tienen casi las mismas motivaciones que los hombres para alistarse. Debemos dejar de pensar que se unen al EI solo para ser las novias de los yihadistas. No es cierto.

-Pero muchas veces son reclutadas con este pretexto...

-Sí, pero también a los hombres les prometen que tendrán una novia y una vida maravillosa en el Estado Islámico. Es lo que llamo el deseo de vivir en una comunidad perfecta, 'youtubeana'. Tienen el sentimiento de que van a reconstruir el Califato, rodeados de sus hermanos y hermanas, de que van a vivir y revitalizar la Umma [comunidad de creyentes musulmanes], lo cual es muy poderoso y atractivo, porque les ofrece una imagen propia positiva. Les ofrece un propósito en la vida, y una causa muy noble por la que luchar, que lo trasciende todo, la familia, los lazos de sangre, etcétera. Esta es una motivación poderosa para unirse al EI.

-La realidad, después de todo, es muy diferente.

-Completamente diferente, por supuesto. La realidad es la guerra, la violencia extrema, tus hijos y otros seres queridos muriendo delante de ti... Y en cambio, todo esto lo ocultan las propias mujeres en el importante rol que juegan a través de las redes sociales, en Twitter y Facebook, en la 'glamurización' de la organización del EI.

-Muchos analistas vaticinan la derrota del Estado Islámico a corto plazo, al menos en el campo de batalla. ¿Usted también?

-Aunque el Califato se desmorone, el EI no va a ser derrotado. Cambiará de nombre y se expandirá por otra parte, quizá en el Sáhara, en Libia, quién sabe... Porque lo cierto es que no hemos combatido su ideología, que todavía está ahí fuera, y aún será muy atractiva, ya que el yihadismo ofrece soluciones muy fáciles a cosas muy complicadas, y seguirá aquí 'on line'. El EI ha hecho lo que ningún otro grupo yihadista, construir el Califato, por lo que siempre tendrán esta nostalgia, e incluso hoy tienen esta referencia, no el califato del profeta Mahoma, sino el califato del 2014. Evidentemente, han cambiado la cara del yihadismo para siempre.

-Los ataques terroristas en la UE cometidos por jóvenes nacidos en territorio europeo causan perplejidad entre la clase política. ¿Cómo deberían enfocar los Gobiernos europeos este fenómeno?

-Por desgracia, creo que en adelante vamos a presenciar más atentados a pequeña escala y de gran impacto cometidos por yihadistas locales, producto de su sociedad. Como fueron los hermanos Kouachi [autores del ataque a 'Charlie Hebdo' en el 2015], puros productos de la sociedad francesa, aunque tuvieran orígenes argelinos. Pero también creo que los gobernantes deberían profundizar en la integración de las sociedades mixtas arabomusulmanas, en la integración de los jóvenes, sea cual sea su nombre u orígen. Además de igualdad de oportunidades, hay que darles alternativas, algo porque luchar, diferente, tienen que darles un sueño.

-¿Es el único camino para afrontar el problema?

-Sí, por supuesto. Y necesitamos tratar a los jóvenes de manera diferente. Siempre pensamos en su posible radicalización, nunca en las asombrosas cosas que pueden hacer, y que millones ya están haciendo en realidad, porque son pocos los que de hecho se han radicalizado. La educación y las oportunidades sociales son muy importantes. Una solución militar y de seguridad por sí sola nunca será suficiente. Y eso vale para Europa, el Sáhara y el Magreb.