LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA

El cúmulo de acusaciones de agresión sexual sellan la peor semana de Trump

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IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Triste ironía para Donald Trump, el hombre que en décadas de exposición mediática y en 14 años al frente de un 'reality show' aprendió a entender mejor que la inmensa mayoría de los políticos el poder de los medios. La publicación el viernes pasado de un vídeo del 2005 donde el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos alardeaba de agresiones sexuales y sexismo ha sido la bomba que ha hecho estallar una campaña que resistió otros muchos escándalos y provocaciones de su líder. Y esa campaña hace aguas, según confirman los sondeos y la ruptura del Partido Republicano.

El contenido de ese vídeo, así como la expresa negación de Trump durante el debate del domingo de haber cometido los asaltos, han motivado a por lo menos una docena de mujeres a denunciar casos de acoso y agresiones supuestamente cometidas por el empresario en las últimas décadas. Y por más que tanto el propio Trump como sus portavoces y defensores traten de restar credibilidad y trascendencia a las acusaciones, son ya una avalancha que está hiriendo, posiblemente de muerte, a su esfuerzo por llegar a la Casa Blanca.

Las dos últimas acusaciones han llegado este viernes. En las páginas de 'The Washington Post', el diario que publicó el vídeo, Kristin Anderson ha rememorado un incidente de principios de los años 90 en Nueva York, según el cual se encontraba con unos conocidos sentada en un sofá en un local de ocio nocturno cuando notó que alguien que estaba a su lado “metió sus dedos bajo su minifalda, los subió por el muslo y tocó su vagina a través de su ropa interior”. La mujer retiró la mano y huyó del sofá pero se volvió para ver quién le había tocado y entonces reconoció a Trump. “Su aspecto era tan distintivo, con el pelo y las cejas. Nadie más tiene esas cejas”, le ha dicho al diario.

El otro caso concierne a Summer Zervos, una mujer que fue concursante en la quinta temporada de 'The Apprentice' en el 2006. Según ha contado en una rueda de prensa en Los Ángeles la abogada Gloria Allred, Trump manoseó y besó en la boca a la mujer en su oficina en el 2007. La propia Zervos ha relatado también como en otro momento Trump le invitó a un hotel en Beverly Hills para lo que creyó que era una cena de trabajo, le llevaron a un bungalow, donde él le besó y le tocó el pecho. Ella le rechazó pero él siguió su acoso, llegando en un momento a tocarse sus genitales. Finalmente, según Zervos, cesó por sus negativas y pasaron a hablar de negocios.

FICCIÓN SEGÚN TRUMP

En un mitin en Carolina del Norte este viernes, el propio Trump ha descalificado tanto las acusaciones de Anderson como otras recientes denunciándolas como “mentiras”, “ficción total” y “100% inventadas” y asegurando que las mujeres “buscan fama”. No ha escatimado tampoco comentarios que ya se han hecho habituales en él, en los que critica el aspecto físico de las mujeres que le acusan para negar que hubiera tenido interés en ellas.

Esa ha sido solo una parte del mitin. Porque, como en los últimos días, Trump ha aprovechado para denunciar el proceso electoral como “amañado” y para hablar de una supuesta conspiración de una “estructura de poder global” en la que se combinan, según él, “intereses corporativos, medios de comunicación y los Clinton”. En Carolina del Norte ha acusado específicamente de formar parte de esa conspiración a 'The New York Times', que el martes publicó dos de las acusaciones, y a Carlos Slim, el multimillonario mexicano que tiene una participación en el diario neoyorquino y ha donado dinero a la fundación de los Clinton.

CAÍDA EN ESTADOS BISAGRA

Ese tono de ataques es la tónica que muchos observadores creen que va a dominar la campaña del candidato republicano en las tres semanas que quedan hasta las elecciones. Con las encuestras mostrando una caída en estados bisagra clave que prácticamente imposibilitan su victoria, su esfuerzo va a centrarse en su base de votantes más fieles.

En la campaña de Hillary Clinton, mientras, se intenta que la aparente tendencia de victoria no se convierta en un triunfalismo que reste movilización de demócratas en las urnas. Lo ha dicho la propia candidata en una entrevista emitida este viernes: “No quiero que nadie piense que esta elección se ha acabado porque ha sido tan impredecible. Quién sabe lo que puede pasar”.