CAMBIOS EN LA ISLA CARIBEÑA

Cuba, la hora del deshielo

La Habana y Washington negocian restablecer las relaciones diplomáticas, rotas hace 56 años, los que dura el embargo, mientras la economía cubana vive una tímida apertura con Raúl Castro que permite los negocios privados, aunque

El deshielo afecta poco a los habaneros, de momento. Arriba, los turistas montan en un vehículo de los años 50 mil veces reparado y decorado con el rostro del Che Guevara . Sobre estas líneas, a la izquierda, tres ciudadanos aguardan en la 'bodega' p

El deshielo afecta poco a los habaneros, de momento. Arriba, los turistas montan en un vehículo de los años 50 mil veces reparado y decorado con el rostro del Che Guevara . Sobre estas líneas, a la izquierda, tres ciudadanos aguardan en la 'bodega' p

KIM AMOR

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Roberto regresó a su Habana natal hace un par de años tras trabajar en Europa. Ahora vive en un apartamento con vistas al mar a tiro de piedra del malecón. Ante el deterioro del inmueble -habitual en los de la capital cubana-, reunió a los inquilinos del edificio y les propuso formar una comunidad de vecinos, algo inédito en Cuba. Les explicó el mecanismo: crear un fondo común, hacer propuestas, discutirlas y después tomar las decisiones votando.

No fue fácil. «Hubo quienes me acusaron de revisionista y de querer implantar un sistema traído de fuera que va en contra de los principios de la Revolución», recuerda Roberto. A pesar de las dificultades, no cesó en su empeño hasta que se ganó la confianza de los vecinos. Hoy, el ascensor del edificio funciona, también la luz de la escalera y hasta han colocado la puerta principal del edificio, la que da acceso a la portería.

Cada vez que se reúne la comunidad, no falta ni un solo vecino. No pasa igual si quien convoca es el Comité de Defensa de la Revolución (CDR), órgano de control vecinal del régimen. Roberto es de los pocos que asisten «por respeto». «La transformación de Cuba no va a venir desde arriba, sino desde la base. Los cubanos son los que van a hacer posible que esto cambie para bien», dice.

Muchas restricciones

Durante décadas, el régimen ha ordenado, planificado y dirigido la vida de los 11 millones de cubanos. Pero Cuba está cambiando en el plano económico, no así en el político, donde sigue el inmovilismo. El estancamiento del país ha forzado al Gobierno a emprender una tímida apertura que permite a la población crear pequeñas empresas y constituirse en trabajadores autónomos del Estado, los cuentapropistas. Eso sí, el Gobierno determina en qué sectores y oficios pueden buscarse la vida, los carga con onerosos impuestos y es el único proveedor de suministros. Es lo que los cubanos llaman el «otro embargo», el que imponen la autoridades al sector privado para evitar la acumulación de dinero.

Aunque los trabajadores por cuenta propia nacieron con Fidel Castro en los años 90 -con muchas restricciones- no ha sido hasta la llegada a la presidencia de su hermano Raúl, en octubre del 2008, cuando se han extendido. En los últimos tres años han pasado de 157.000 a 442.000 (la población activa es de unos 5,5 millones), y la cifra crece. Los que se han emancipado del Estado ganan hasta seis veces más que los empleados públicos, como mínimo.

«Nosotros hacemos como que trabajamos porque ellos (el Estado) hacen como que nos pagan», dice un dicho popular. Un funcionario gana 400 pesos al mes (18 euros). Hay excepciones, como los médicos, que ganan hasta 900 pesos (41 euros). Del todo insuficiente. Poco ayuda a la economía familiar el puñado de arroz, frijoles, azúcar y leche incluidos en la cartilla de racionamiento mensual a la que cada cubano tiene derecho. Así las cosas, no es extraño que los que puedan se pasen al sector privado. Muchos maestros, por ejemplo, lo han hecho. En La Habana hay un déficit de 2.000 docentes.

Esta peculiar economía mixta genera escenarios surrealistas en forma de pirámide invertida. Ingenieros, arquitectos, cirujanos o profesores universitarios -profesiones no sujetas a la liberalización- ganan mucho menos que los fontaneros, carpinteros o taxistas privados. Un despropósito. El Gobierno intenta paliar el desequilibrio con impuestos. A partir de 50.000 pesos de ingresos al año (2.200 euros) el trabajador autónomo debe pagar la mitad al Estado.

Aunque el mensaje del régimen parece ser «queremos prosperidad pero no personas más prósperas que otras», las diferencias sociales en Cuba son patentes. Los peor parados son los jubilados, los que, paradójicamente, participaron en la revolución liderada por Fidel Castro. Roberto Ferrer, por ejemplo, de 70 años, que vende diarios en el centro de la ciudad, cobra una pensión mensual de 120 pesos (5 euros). La pobreza se ve también en los populares solares de la capital, viejas casas que se caen a trozos y donde viven hacinadas familias enteras, fruto del fracaso del régimen en política de vivienda.

La transformación económica ha tomado un nuevo impulso -al menos así lo esperan muchos cubanos- a raíz de las negociaciones que arrancaron hace dos semanas en La Habana entre Cuba y EEUU. El diálogo busca restablecer relaciones diplomáticas, rotas hace 56 años, los mismos que está vigente el duro embargo económico a la isla que ha sobrevivido a 11 presidentes estadounidenses, contra solo dos cubanos.

Desde que Raúl Castro y Barack Obama anunciaron el 17 de diciembre el inicio del deshielo, se han acordado medidas que tendrán un efecto positivo en Cuba. Por ejemplo, Washington ha ampliado la cantidad de dinero -de 500 a 2.000 dólares (442 a 1.768 euros)- que los cubanoamericanos pueden enviar a sus familiares de la isla cada trimestre.

Balón de oxígeno de Miami

Y son muchos los cubanos con familia en el extranjero, sobre todo en Miami, la segunda ciudad del mundo después de La Habana con más cubanos, dos millones. Las remesas son un balón de oxígeno para los residentes en la isla. Se calcula que en el 2013, entraron en Cuba 2.700 millones de dólares (2.400 euros), cifra que los analistas esperan que ahora se dispare.

También se han flexibilizado las condiciones para que los estadounidenses viajen a Cuba. «Los americanos son los que gastan más dinero en La Habana», afirma Héctor, no lejos del mítico bar Sloppy Joe's, donde en los años 50 se hartaban de mojitos y daiquiris Errol FlynnErnest Hemingway o Ava Gardner. «Estos contactos son buenos para el país. Los cubanos estamos esperanzados».

Cuando preguntas por las calles de La Habana si las reformas económicas y el acercamiento a EEUU van a ir acompañados de reformas políticas, la respuesta habitual es: «En todo caso, eso vendrá después». Aún hay miedo a decir lo que uno piensa porque, como señala Carlos Alberto Pérez, empleado del Ministerio de Comunicación y autor del blog La Chiringa de Cuba (La cometa de Cuba), «el cubano siempre ha tenido la sensación de que hay alguien escuchándole». Pérez, que se mantiene «fiel a los principios revolucionarios», no deja de criticar en su blog lo que cree que son errores del sistema. Una denuncia suya de corrupción en el Ministerio de Educación -junto a la sanidad, la joya del régimen- llevó a la cárcel a ocho funcionarios.

La necesidad y el ingenio

Licenciado en Comunicación Social, Pérez dirige también una revista sobre tecnología digital. Es de los pocos cubanos que tienen acceso a internet en casa, pero se lamenta de que la conexión es de «una lentitud desesperante». En La Habana solo hay una veintena de salas de navegación, como se llama a los cibercafés (150 en toda la isla, pero conectarse una hora cuesta 3,9 euros).

Pero la necesidad alimenta el ingenio. En Cuba son muy populares los paquetes, cedés que se graban de forma clandestina con programas de televisión y artículos de prensa extranjera que se venden como rosquillas. No es raro conversar con cubanos que conocen a la perfección el debate soberanista en Catalunya.

En Cuba todos los periódicos impresos son del Gobierno. Las únicas voces discordantes son las de los blogueros y los periodistas independientes como Iván García, que escribe en su blog Desdelahabana y en El Diario de las Américas, editado en Miami. «Yo no soy un activista político, sino un periodista. Critico tanto al Gobierno cubano porque creo que este país ha estado muy mal administrado por los hermanos Castro, como a la disidencia», afirma.

A pesar de que en alguna ocasión ha sido «molestado» por la seguridad del Estado, sobre todo en la década pasada, García dice que de un tiempo a esta parte la presión es mucho menor. «Nunca me he autocensurado», afirma. «Hasta la prensa del régimen ha cambiado. Estados Unidos ya no es 'el país imperialista yanqui' sino 'nuestro vecino del norte'».

Pero en Cuba hay medios digitales censurados, como el diario 14ymedio, que dirige Reynaldo Escobar, marido de la también opositora, la bloguera Yoani Sánchez. Escobar, junto a otro grupo de opositores, fue detenido el 30 de diciembre cuando se dirigía a un acto de protesta en La Habana. Los arrestados fueron liberados poco después. «Nos siguen amenazando y acosando», denuncia el disidente Antonio Rodiles.

Según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, en las cárceles cubanas hay cerca de un centenar de detenidos políticos. La organización ha puesto en marcha una campaña para pedir la liberación de 24 de ellos, los que llevan más tiempo entre rejas, algunos 23 años en total.

El diálogo entre Cuba y EEUU ha dividido más que nunca a la disidencia, entre los que lo consideran «un error que solo beneficia al castrismo», capitaneado por el Foro para los Derechos y las Libertades, que incluye a Rodiles, las Damas de Blanco o el expreso político Guillermo Fariñas, y los que lo apoyan, como Yoani Sánchez, su marido Reinaldo o la Unión Patriótica de Cuba.

En todo caso no parece que Obama vaya a dar marcha atrás. Además de normalizar las relaciones con Cuba, el presidente de EEUU desea levantar el bloqueo, aunque la decisión depende del Congreso, dominado por los republicanos. Para algunos analistas, en el marco de la guerra fría el embargo tenía cierto sentido, pero con la caída del Muro de Berlín la isla, que entró en el llamado Periodo Especial, de penuria absoluta, dejó de ser un peligro para la gran potencia. Desde entonces, sostienen muchos cubanos, el embargo ha sido un gran negocio para los opositores de Miami, financiados con millones de dólares.

Carlos Alzurgaray, experto en las relaciones entre EEUU y Cuba, sostiene que para la Casa Blanca es una «necesidad estratégica» acabar con el bloqueo. «Washington ha perdido influencia en los países del continente y Cuba es una pieza clave en América Latina», señala. «Estar mal con Cuba supone estar mal también con el resto de naciones latinoamericanos, muchas con gobiernos de centro izquierda. También la derecha necesita a Cuba. La Habana media en el diálogo de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC», añade.

El económico es otro frente que inquieta a EEUU. China y Rusia están implicadas en fuertes inversiones en la región. En el caso de Pekín, en la construcción del canal que unirá el Caribe con el Pacífico por Nicaragua. Moscú, en la modernización del puerto cubano de Mariel, de gran valor estratégico.

A Cuba, por su lado, el deshielo le permitirá acceder a créditos del Banco Iberoamericano, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, aunque antes necesita que EEUU le saque de la lista de países que promocionan el terrorismo. Todo parece indicar que los dos países están condenados a entenderse.

El tiempo dirá si el régimen cubano se limitará a ampliar la apertura económica, siguiendo la estela de China, o acabará introduciendo reformas políticas.