TENSIÓN ENTRE LA HAYA Y ANKARA

La crisis diplomática con Turquía irrumpe en la campaña electoral de Holanda

El cruce de acusaciones atiza el fuego islamófobo a falta de dos días para las elecciones generales de los Países Bajos en los que el ultraderechista Geert Wilders ve segundo en los sondeos

CARLES PLANAS BOU / AMSTERDAM (ENVIADO ESPECIAL)

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Este miércoles los Países Bajos celebrarán las elecciones más mediáticas de su historia moderna. Tras la victoria del 'brexit' y la elección de Donald Trump al otro lado del Atlántico, toda la atención internacional se centra ahora en Geert Wilders, líder de los populistas islamófobos neerlandeses, que pisa los talones al primer ministro liberal conservador Mark Rutte. Por si esta tensión no fuese suficiente, el país ha visto como a tan solo dos días para los comicios Turquía ha entrado de pleno en su campaña electoral.

Tras esquivar la negación de Alemania a dar un mitin a favor del referéndum turco del próximo abril con el que el presidente Recep Tayyip Erdogan quiere blindar su poder, La Haya denegó el sábado el aterrizaje del avión del ministro de Asuntos Exteriores, Mevlut Çavusoglu, e impidió a la ministra de Familia, Fatima Betul Sayan Kaya, entrar en el consulado de su país en Rotterdam. Rutte, quien ha reaccionado al auge de Wilders adoptando una versión descafeinada de su discurso de mano dura contra los inmigrantes musulmanes, alegó que así se quería evitar problemas de “orden público y seguridad”, aunque muchos ven en ello una decisión política electoral.

La brusquedad de Ankara y las acusaciones de Erdogan de que Holanda es un país “fascista” es un regalo que Wilders ha recibido con los brazos abiertos. “Este es el resultado de tener las fronteras abiertas y permitir la inmigración masiva. Los que apoyan a Erdogan que se vayan y no vuelvan. No forman parte de nosotros”, exclamó. La batalla campal que se vivió la noche del sábado en Rotterdam entre la policía y turcos molestos atiza aún más el fuego del que se sirve la ultraderecha.

FRAGMENTACIÓN POLÍTICA ÚNICA EN EUROPA

La colisión diplomática con Turquía ha empañado el tramo final de una campaña en la que se calibrará el asalto de otra fuerza ultra en un referente progresista europeo como los Países Bajos. Más allá de un revuelo mediático y social que evidencia que tanto Ankara como La Haya han priorizado sus intereses electorales a sus relaciones bilaterales, a Wilders le será imposible gobernar.

Eso lo explica la compleja fragmentación política del país. Este próximo miércoles hasta 28 partidos competirán para repartirse los 150 escaños del Parlamento. De los 13 o 14 que se calcula que entren, las formaciones mayoritarias han asegurado que no negociaran con Wilders, haciendo así un cordón sanitario que imposibilitará la participación directa de la ultraderecha en el futuro gobierno.

La formación de un ejecutivo será una tarea especialmente ardua. La fuerte caída de los conservadores (VVD) y la debacle de los laboristas (PvdA), ambos socios de coalición, y el auge de cristianodemócratas (CDA), verdes (GL) y izquierda (D66) resultará en un complicado juego de equilibrios entre cinco o más formaciones para sumar una mayoría de 76 escaños que de estabilidad política. Según los sondeos, ningún partido tendrá más del 20% de los votos mientras que hasta seis están por encima del 10%, algo único en Europa.

VICTORIA RETÓRICA DE LA ULTRADERECHA

A pesar de que Wilders no será primer ministro, su impacto dentro y fuera del país será trascendental. Desde mediados del 2015 hasta este febrero el PVV se mantuvo prácticamente siempre como fuerza más popular de Holanda, forzando a la oposición a virar a la derecha. Rutte ha escenificado esa mimetización del discurso especialmente en las últimas semanas, cuando intentando afianzar su primera posición y robar el voto racista escribió una carta pública en la que exigía a las minorías del país que se integrasen o que “se marcharan”.

Por poco probable que sea, la victoria de Wilders supondría un estímulo para los nacionalismos conservadores de Francia y Alemania, que encaran elecciones también este año. Las encuestas ya han fallado antes. Gane o termine segundo, el impacto de su discurso incendiario ya es un hecho. Wilders no se paseará por los despachos del gobierno pero marcará la agenda del país. Empujado por la creciente influencia racista, el VVD ya ha propuesto una prohibición total del burka. El próximo paso en la lista de los islamófobos es cerrar las mezquitas y sellar las fronteras. Esa será su victoria.