POLÉMICA EN ALEMANIA

Austria planea derruir la casa de Hitler

El Ejecutivo quiere expropiar el edificio a sus propietarios para evitar que se convierta en un lugar de culto nazi, pero sigue dividido sobre el futuro del inmueble

Casa natal de Adolf Hitler en Austria.

Casa natal de Adolf Hitler en Austria. / periodico

CARLES PLANAS BOU / BERLÍN

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El 20 de abril de 1889, la pequeña localidad fronteriza de Braunau am Inn, entonces parte del Imperio Austrohúngaro, presenció los primeros años de vida de un crío que cambiaría el curso de la historia. Adolf Hitler tan solo vivió tres años ahí pero, 127 años después de su nacimiento y 71 años después de su muerte, la primera casa del sanguinario dictador sigue en pie como emblema de dudosa moralidad. Por eso el Gobierno de Austria planea ahora destruir el edificio para evitar que se convierta en un destino de peregrinaje nazi.

Tras años de controversia en el que se ha intentado buscar un destino a la casa de Hitler, el Ejecutivo austríaco sigue dividido entre diversas opciones. Pero ese proceso tampoco estará libre de polémica. Ante la negativa de la propietaria de la casa de venderla al Estado, Viena validó ayer una ley para facilitar la expropiación que ahora deberá ser aprobada en el Parlamento. “Es una decisión necesaria para evitar que la casa se convierta en un sitio de culto para los neonazis”, ha apuntado el ministro del InteriorWolfgang Sobotka, el más firme partidario de derruirla.

Menos drástico lo ven otros miembros del Gabinete como el vicecanciller Reinhold Mitterlehner, que apuesta por reformar el edificio en un museo que sirva para educar a sus ciudadanos. Ahora el futuro de este antiguo piso queda en las manos de una comisión formada por 12 expertos de la política y la administración pública, profesores y miembros de la sociedad civil.

UN PROBLEMA PÚBLICO

Para llevar a cabo su plan, el Estado austríaco deberá expropiar el edificio a su propietaria, una mujer local retirada que en los últimos años ha sacado un importante rédito económico de su propiedad. Desde 1972, el Ministerio del Interior ha alquilado y subarrendado a la localidad de Braunau am Inn ese inmueble por un precio de 4.800 euros al mes.

En los últimos 44 años el Ejecutivo de Austria, presidido ahora por el canciller socialdemócrata Christian Kern, ha intentado buscar una salida razonable a los muros que recuerdan al tristemente hijo más célebre del pueblo. Hasta el 2011 albergó talleres para gente con problemas mentales pero desde entonces el edificio ha quedado vacío y se ha convertido en un punto de peregrinaje neonazi, donde los fans del dictador se toman fotos e incluso rompen yeso de la pared para llevarse a casa como souvenir.

La propietaria, según ha informado el Ministerio del Interior, ha rehusado desde entonces todos los planes de futuro propuestos por Viena y ha dado la espalda reiteradamente a las ofertas de compra del Estado. Por eso el Ejecutivo llevará ahora este caso al Parlamento. Una vez la Cámara apruebe la expropiación y el futuro de la casa natal de Hitler, la propietaria quedará privada de su derecho a apelar a los tribunales o negociar su compensación.

EL PASADO NAZI DE AUSTRIA

Mientras que la vecina Alemania es un ejemplo de memoria histórica para asimilar su pasado manchado en sangre, en Austria el debate sobre el nazismo aún sigue siendo un tema complejo y polémico. “Siempre ha existido el mito de que Austria fue la primera víctima del Imperio nazi pero muchos aceptaron la anexión con los brazos abiertos”, apunta Faika el-Nagashi, diputada de Los Verdes en Viena.

“Nunca más el fascismo. Millones de muertos nos advierten”. Frente a este polémico piso de tres plantas cubierto de un amarillo pálido, un monumento de piedra recuerda a locales y turistas el horror producido por el régimen nazi que creó Hitler. El monolito fue construido con granito de Mauthausen, el cercano campo de concentración austríaco en el que bajo órdenes de Hitler se ejecutaron a hasta 320.000 personas. Ahora puede ser el único recuerdo de la barbarie nazi que quede en esa calle.