terrorismo islámico en el sahel
Ataque yihadista contra un 'resort' en Mali
Cuatro hombres armados asaltan un complejo turístico en Bamako, matan a dos clientes y toman una treintena de rehenes, liberados posteriormente por las fuerzas de seguridad
Beatriz Mesa
Periodista
BEATRIZ MESA / RABAT
Cuatro años se han cumplido de la intervención de las tropas francesas en el norte de Mali para desalojar a los yihadistas de las principales ciudades del norte de Mali (Kidal, Gao y Tumbuctú) que ocuparon durante nueve meses y el clima de inseguridad se ha disparado como nunca. Un grupo de cuatro hombres armados asaltaron este domingo el campamento de Kangaba, un complejo turístico muy frecuentado por occidentales, situado a unos 30 kilómetros de Bamako, la capital maliense. Al menos tres personas han muerto durante el ataque, según fuentes de la ONU consultadas por EL PERIÓDICO.
Las víctimas son integrantes de la misión internacional de las Naciones Unidas (MINUSMA) desplegada en el país en el 2013 en el contexto de la estabilidad y la paz para la región. Varias personas resultaron heridas y una treintena fueron tomadas como rehenes, pero al cierre de esta edición ya habían sido liberadas por las fuerzas especiales malienses. "Es muy pronto para conocer todos los detalles, pero sabemos que hay un terrorista herido que llegó a huir y otro murió. También hay muertos y 10 heridos entre los civiles, entre ellos siete occidentales", explicaron a este diario fuentes de la seguridad.
Con la llegada al norte del país de la operación Serval liderada por Francia, que luego se llamó Berkán y cuya finalidad fue la de extender la misión hacia las vecinas Níger y Chad, las organizaciones terroristas han encontrado nuevos argumentos para mantener su política de reclutamientos en la zona. Las células actualmente activas en el país están compuestas especialmente por etnias autóctonas blancas y negras (tuaregs, árabes, peuls y songhais). Disponen de un notable arsenal, numerosos vehículos y muchos jóvenes que han hallado en el conflicto armado una nueva forma de vida.
El terrorismo, además de la delincuencia, el pillaje y el bandidismo, se ha extendido hacia el centro y sur del país bloqueando cualquier tipo de negociación política entre el Estado y los insurgentes secesionistas de Azawad (término acuñado para el norte de Mali) que conduzca el país hacia la estabilidad.
ALIANZA TEMIBLE
El pasado marzo, las cuatro organizaciones terroristas más temidas -AQMI, MUJAO, Ansar Dine y el Frente de Liberación de Macina (FLM)- se unieron para formar una alianza bajo el nombre del Consejo de defensa del Islam y los musulmanes.
La idea del tal fusión recayó en la figura de un excombatiente secesionista tuareg, Iyad Ag Gali, quien continúa organizando, desde su refugio en la frontera entre Mali y Argelia, los sistemáticos ataques contra los cascos azules de la ONU, así como cualquier otra operación del crimen organizado. Gali es conocido también por su participación en los secuestros de rehenes occidentales, entre ellos, el rapto en el 2009 de los cooperantes catalanes Albert Vilalta, Roque Pascual y Alicia Gámez.
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