Ejecuciones a "ritmo macabro"

Manifestación de apoyo a Raif Badawi, delante de la Embajada de Arabia Saudí en Londres, hace un año.

Manifestación de apoyo a Raif Badawi, delante de la Embajada de Arabia Saudí en Londres, hace un año. / FA PT pro cmm

MARTA LÓPEZ

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Decapitados con un sable o o tiroteados por un pelotón de fusilamiento. Así han muerto este domingo los 47 presos acusados de terrorismo por el régimen teocrático saudí, en la mayor ejecución simultánea en el reino desde 1980, cuando fueron ajusticiados 63 yihadistas que habían atacado la gran mezquita de la Meca en el año anterior.

El castigo infligido a 45 saudís, un egipcio y un chadiano en los albores del año es toda una declaración de intenciones que confirma el "ritmo macabro" que está adquiriendo la cadencia de las ejecuciones en la monarquía absolutista wahabí desde el ascenso al trono del rey Salman bin Abdilaziz, en enero del 2015, según denuncia Amnistía Internacional.

Durante el año pasado, fueron ejecutadas en el país 153 personas, según han podido contabilizar organizaciones de derechos humanos a partir de datos oficiales. Esta cifra supone un notable incremento respecto a las 87 ejecuciones del 2014. Después de China e Irán, Arabia Saudí es el tercer país en número de ejecuciones en el mundo.

La condena al poeta palestino

Terrorismo, asesinato, violación o robo a mano armada son los delitos susceptibles de ser castigados con la pena capital. Pero también la apostasía, la "brujería" y el adulterio. Por apostasía fue condenado el pasado 17 de noviembre el poeta palestino nacido en el reino  Ashraf Fayadh, de 35 años, acusado de "renunciar al islam".  

En su último informe sobre las ejecuciones en Arabia Saudí, Amnistía Internacional (AI) denuncia que los juicios penados con la pena capital son a menudo secretos. Raras veces los acusados pueden contar con un abogado y pueden ser declarados culpables en base a supuestas confesiones logradas con coacciones. Las autoridades informan de las ejecuciones, pero solo después de haberse llevado a cabo. Además, suelen ser públicas. 

Ante las críticas recurrentes de las organizaciones de derechos humanos, las autoridades saudís argumentan que el sistema legal saudí juzga según la 'sharia' o ley islámica, sujeta al Corán. En Arabia Saudí rige el wahabismo, la versión más rigorista del islam suní que autoriza todo tipo de castigos físicos. A los ladrones se les amputan extremidades; se flagela a los que beben alcohol. Las mujeres sufren una brutal represión, sin que puedan ni siquiera conducir.

Bajo el paraguas de la lucha contra el terrorismo, la represión va en aumento en el reino, teniendo como principales víctimas a opositores, activistas de los derechos humanos y disidentes. Gran resonancia ha tenido la condena a 10 años de cárcel y a 1000 latigazos del bloguero Raif Badawi por “insultar los valores islámicos” y “violar las leyes tecnológicas” de Arabia Saudí, con sus escritos y de otros autores que publicaba en su página web Free Saudi Liberals 

Badawi recibió en el 2015 el premio Sajarov del Parlamento Europeo. En la ceremonia de entrega del galardón a su esposa, el presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, hizo un duro alegato contra la falta de libertades en Arabia Saudí. Pero su voz crítica fue una excepción entre los dirigentes occidentales, que toleran en silencio los excesos de un país estratégico, con grandes reservas petroleras y comprador de las armas europeas.