MATANZA EN UNA IGLESIA NEGRA DE EEUU

La ansiedad de la América racista

Pregaria colectiva en las afueras de la iglesia de Charleston donde hubo el tiroteo

Pregaria colectiva en las afueras de la iglesia de Charleston donde hubo el tiroteo

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Antes de matar el martes a nueve feligreses negros en una iglesia histórica de CharlestonDylann Roof dejó aparentemente un manifiesto racista en internet junto a unas fotos en las que aparece posando con armas y banderas confederadas o visitando tumbas de soldados de la Confederación, los estados sureños que se escindieron de la Unión en el siglo XIX para proteger el sistema de explotación esclavista. «No tengo otra opción. No estoy en una posición de ir solo a un gueto y luchar», escribía el asaltante de 21 años, según publicó ayer el 'New York Times'. «No tenemos skinheads ni un KKK de verdad. Nadie está haciendo nada más que hablar por internet».

Roof eligió una iglesia que ha sido desde hace dos siglos un bastión contra la intolerancia, un púlpito consagrado a la igualdad y la justicia social. Una constante en la terrible historia racial de Estados Unidos. Solo durante 18 meses en los años 90 se prendió fuego a más de una treintena de centros de culto afroamericanos y multiétnicos en el sur y el suroeste del país. Pero más allá de su odio hacia los negros y a los latinos, a los que describe como enemigos en el manifiesto, Roof parecía albergar la paranoia del declive de la América blanca. «Me dijo que los negros estaban tomando el país y que quería que volviera la segregación», le dijo Root a un amigo suyo la fatídica mañana del martes, según publicó 'The Washington Post'.

La llegada a la Casa Blanca del primer presidente negro en el 2009, unida al colapso de la economía, disparó el número de los llamados grupos de odio, organizaciones racistas de extrema derecha. Un cóctel de neonazis, nacionalistas blancos, neoconfederados, homófobos o milicias antiinmigración. De los 497 que había en 1999 se pasó a 1.018 en el 2011, según el Southern Poverty Law Center (SPLC), concentrados principalmente en el sur y el noroeste, en estados como Idaho Montana. Por lo que se sabe hasta ahora, Root no estaba afiliado a ninguno de ellos, aunque como explica el investigador del Center For The American Way, Peter Montgomery, en algún sitio tuvo que mamar su ideología. «Nadie nace racista, alguien se lo enseña y desafortunadamente el adoctrinamiento continúa», afirma por teléfono.

Uno de los factores que alimenta desde hace años la ansiedad de la extrema derecha es el imparable declive demográfico de la América blanca y protestante. La mayoría de los niños de 2 años en Estados Unidos ya son niños de color y, si se cumplen las previsiones del Brookings Institute, la población blanca del país pasará a ser minoría en solo 30 años. A la mayoría de estadounidenses no parece preocuparles, como demuestra el hecho de que el 70% está dispuesto a regularizar a los 11 millones de inmigrantes ilegales que hay en el país. Y a diferencia de lo que sucede en Europa, esos miedos no han propiciado el resurgir de los partidos de extrema derecha.

EL INVIERNO DEMOGRÁFICO

Pero para ciertos sectores es una inquietud permanente. «Les preocupa enormemente que EEUU se vaya a convertir en pocas décadas en un país mayoritariamente de color. Creen que la raza blanca está siendo asediada por lo que llaman el invierno demográfico», explica Tope Charlton desde Political Research Associates, un centro dedicado a monitorizar a la extrema derecha. «Todo eso se manifiesta en una retórica violenta contra la inmigración, los negros y los musulmanes, pero también con las llamadas a fomentar la natalidad blanca».

Parte de esa ansiedad se ha colado en el discurso de la derecha más o menos respetable, entre otras cosas, porque los republicanos ven cómo se desvanece su principal caladero de votantes. Sus pregoneros son gentes como la comentarista política y escritora superventas Ann Coulter, que se encuentra actualmente de gira promocionando '¡Adios, América!: el plan de la izquierda para convertir nuestro país en un agujero infernal del Tercer Mundo', o Pat Buchanan, asesor de tres expresidentes y dos veces candidato a la presidencia.

Tras alertar durante años del «invierno demográfico», Buchanan aseguraba hace solo unos días que una reforma inmigratoria «significaría el fin de América como nación occidental», para convertirse en un país tercermundista paralizado por las tensiones raciales. Esas tensiones permean el discurso político, pero en los dos últimos años se ha reducido el número de grupos de odio por la persecución policial y la mejoría de la economía.

Eso no significa que los radicales estén desapareciendo. Lo que está pasando, según el SPLC, es que han centrado su activismo en el ciberespacio y son los lobos solitarios los que perpetran cada vez más la violencia. Gente como el terrorista de Charleston, Dylann Roof.