El conflicto sirio

Annan tira la toalla en Siria

Un grupo de mujeres y niñas hacen cola el miércoles en la única panadería de Idlib.

Un grupo de mujeres y niñas hacen cola el miércoles en la única panadería de Idlib.

IDOYA NOAIN
NUEVA YOPRK

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Se acaban los superlativos necesarios para definir la deblacle diplomática y de inacción ante la violenta tragedia siria, donde la represión gubernamental transformada en guerra civil dura ya 17 meses y ha dejado cerca de 20.000 muertos. Ayer, por sorpresa pero no sorprendentemente, Kofi Annan, anunció su dimisión como enviado especial de Naciones Unidas y la Liga Árabe para el conflicto, un papel que aceptó en febrero.

Curtido en errores diplomáticos de desastrosas consecuencias como no intervenir e impedir genocidios como el de Ruanda, el exsecretario general de la ONU, de 74 años, anunció que no renovará su misión cuando esta expire el 31 de agosto. Y lo hizo no solo con frustración personal, recordando que algunos bautizaron desde el inicio su trabajo como «misión imposible», sino con acusaciones directas a la comunidad internacional y, en concreto, al Consejo de Seguridad de la ONU.

Esas críticas las replicó el actual secretario general de la organización, Ban Ki-moon, que buscará un sucesor para Annan y que reconoció que las divisiones en el Consejo de Seguridad «se han convertido en un obstáculo para la diplomacia, haciendo el trabajo de cualquier mediador más difícil».

«ACUSACIONES E INSULTOS» / «En un momento en el que el pueblo sirio necesita desesperadamente acción sigue habiendo acusaciones e insultos en el Consejo de Seguridad», dijo en una rueda de prensa en Ginebra Annan, que ha dejado un plan de paz de seis puntos que nunca se han aplicado con seriedad, ni siquiera el del alto el fuego. Annan reclamó ayer una «presión internacional seria, unida y decidida».

«Como enviado especial no puedo querer la paz más que los protagonistas, más que el Consejo de Seguridad o que la comunidad internacional», añadió el exjefe de la ONU que en un artículo colgado ayer mismo en el Financial Times insistió en que «está claro que el presidente Asad debe abandonar el poder» y opinó que «Siria aún puede ser salvada de la peor calamidad». Dijo, eso sí, que para lograrlo es necesario «valor y liderazgo», sobre todo de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, incluyendo los presidentes (Vladimir) Putin y (Barack) Obama».

APOYO A LOS REBELDES / Mientras el fracaso diplomático se ratifica (y las acusaciones continúan, con el secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, insistiendo ayer en culpar a Moscú y Pekín de la parálisis internacional), el presidente estadounidense está dando pasos para alterar lo que acontece en Siria.

Según informaciones publicadas ayer por Reuters y CNN, Obama firmó en algún momento de este año una orden secreta por la que ha dado luz verde a la CIA y a otras agencias estadounidenses para prestar asistencia al Ejército Libre Sirio en sus intentos de derrocar a Asad, aunque esa orden no incluye, al parecer, el suministro de armas, sino que permite la colaboración de sus agencias con un puesto secreto de mando que Turquía, Arabia Saudí y Catar tienen en Adana, a unos 100 kilómetros de la frontera con Siria, donde EEUU

«NO LETAL»/ Carney insistió ayer en que la posición de EEUU «no ha cambiado» y aseguró que Washington presta «ayuda no letal» a la oposición. «No creemos que incrementar el número de armas en Siria es lo que se necesita para acercar una transición pacífica», declaró.

Washington, además, está reforzando su ayuda económica. Se han destinado 15 millones de dólares (unos 12,3 millones de euros) para esa asistencia «no letal» a la oposición, en especial para aparatos de comunicaciones; la cantidad asignada a ayuda humanitaria asciende a 76 millones de dólares (61,5 millones de euros) y el Tesoro ha dado permiso a un grupo en Washington para realizar operaciones financieras en nombre del Ejército Libre Sirio.