LA YIHAD EN EUROPA

Altares en París

Los parisinos dejan flores y velas en honor a las víctimas de los atentados, en el café Carillon, en París.

Los parisinos dejan flores y velas en honor a las víctimas de los atentados, en el café Carillon, en París. / EL MS

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / PARÍS (Enviado especial)

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No es una cosa para la que haga falta ponerse de acuerdo. Porque todo lo que tiene que ver con los sentimientos, y ahí está la gracia, es imprevisible, sorprendente, inesperado. Los alrededores de la sala de conciertos Bataclan se han llenado de altares improvisados. Centenares de rosas y pequeñas velas se amontonan. También mensajes, partituras musicales, alguna foto. Incluso un zapato con la suela ensangrentada que hiela la sangre. Puede verse en el bulevar Voltaire, donde todo cambió la noche del viernes. Pero también, y sobre todo, en la plaza de la Repúblique, uno de los símbolos del desparpajo de París.

En el siglo XVIII, este lugar se llenó de locales destinados al entretenimiento de la población. La gran revolución llegaría en 1789, así que era evidente que a la ciudad le iba la marcha. El realismo de algunas de las obras que se interpretaban en la calle era tal, que el entonces bulevar de la Republique, hoy avenida, fue bautizado como bulevar del miedo. Hoy bien podría recuperar aquel apodo. Pero no va a ser el caso. Y no porque esta "guerra", en palabras del presidente Hollande, no incite al pavor ante lo que parece incontrolable por mucho servicio de que disponga un estado. No va a ser el caso porque aquí se inventaron aquello de liberté, égalité, fraternité. Y lo llevan al extremo. En paz. "Ni siquiera tenemos miedo", exclama uno de los notas, escrita con un rotulador de punta gruesa.

SUBRAYADOS Y CON 'MAYÚSCULAS'

Estas tres palabras, volviendo al tema, aparecen en todos los altares -este diario ha podido contar al menos cinco- que rodean Bataclan. Queda feo acercarse a leer un texto que un anónimo deja entre las flores. Pero es fácil, aunque sea de lejos, detectar esos tres conceptos, porque lo más habitual es que estén subrayados (importancia), en mayúsculas (preponderancia) o repasados una y otra vez con el boli (cabreo). En Bataclan, según aporta una colega periodista, un hombre, el alemán Davide Martello, se trajo ayer un piano hasta la valla que separa la ciudad de la zona cero. Tocó 'Imagine'. Le bastaba con recoger la partitura que alguien dejó en el altar del bulevar de Richard Lenoir.

"Libros, no bombas". "Estamos dentro del horror, pero nada podrá con nuestro honor". "Vive la France". "¿Por qué?". "Soy francesa y musulmana, pero no soy terrorista". "No olvidaremos". "No nos quitaréis la libertad". Son algunos de los mensajes depositados cerca de los ataques que costaron la vida a 129 personas y que dejaron 352 heridos, muchos de los cuales tardarán años en recuperar cuerpo y alma.

Ayer por la noche, sobre las nueve, una manta térmica como las que se usan para cubrir cadáveres, recorría el cruce de Lenoir con Voltaire, a escasos 200 metros del Bataclan. No hay modo de confirmarlo, pero tampoco es tan difícil intuir de dónde podía venir y qué uso había tenido o había estado a punto de tener. Una chica en bicicleta se quedó helada. También un peatón. La lona pasó de largo sin que nadie, absolutamente nadie, a pesar de que todos la seguían con la mirada, se atreviera a tocarla. Se movía con el viento, a trompicones.

EL HIMNO

En la Republique, a eso de la una de la madrugada, cantaban el himno de Francia mientras seguían encendiendo las velas que la brisa iba fundiendo. Este monumento se inauguró en 1880 y está coronado por una escultura de Marianne, la madre de la patria francesa. En la base hay figuras que representan la libertad, la igualdad y la fraternidad. Y ahora, y quizá por bastante tiempo, un montón de flores, mensajes y velas que hacen de su fragilidad el mejor cimiento del orgullo de todo un país.